Facebook

     SiteLock

Última hora
Malas noticias para Petro - Miércoles, 24 Abril 2024 03:10
Cuatro temas de interés - Miércoles, 24 Abril 2024 03:10
Petro y las marchas del 21 - Miércoles, 24 Abril 2024 03:10
Radiografía de un mal perdedor - Miércoles, 24 Abril 2024 03:10

Luis Alberto Ordóñez*

En buena hora los medios de comunicación están difundiendo, en tiempo real, cómo es la vida a bordo de los buques de la Armada Nacional cuando estos cumplen misiones en alta mar. Privilegio y responsabilidad de pocos, ahora es conocido por la comunidad; esos buques son de Colombia, representan al Estado y cumplen importantes tareas operativas, diplomáticas, también de formación, investigación y protección de los océanos, así como de seguridad y defensa: son la Patria en los mares. Jóvenes periodistas han aceptado el reto de hacer largas derrotas y, al igual que los hombres y mujeres de la institución, vivir el día a día de una marina de guerra multipropósito y que es orgullo nacional y referente internacional.

Todos los días, al medio día, se espera con ansias la nota que el noticiero RCN hace, en transmisión directa, del crucero del buque insignia de la Armada de Colombia, nuestro ARC Gloría; un veterano de 55 años que ha dado varias vueltas al mundo y ha recorrido todos los mares como embajador del país, promotor del comercio internacional y lo más importante, formando a los futuros oficiales y suboficiales de la institución. ¿Por qué se hace en un velero, movido por la brisa? sería la pregunta. Las respuestas son muchas, pero quisiera traer un párrafo del artículo: “Balleneras: fundamentales en la formación naval”, de mi autoría y que fue publicado en la edición No. 263 de la revista de las Fuerzas Armadas, en diciembre pasado:

“El entrenamiento con veleros, además de navegación, enseña a superar las crisis, minimizar las fricciones, incentiva la camaradería y hace ver el valor de cada persona; en el mar, el trabajo de cada uno es importante y su aporte necesario para todo el grupo. Para sobresalir solo hay una forma: trabajar intensamente en lo que nos toca; pretender desprestigiar, pisotear o intrigar para trepar, hace descuidar la tarea propia y amenaza con hacer naufragar la embarcación…”.

Colombia está conociendo el quehacer de las unidades a flote; cómo es su rutina en el mar, las agobiantes guardias, la dificultad de vivir en movimiento permanente y la forma en que los marinos aprenden a sobrellevar el malestar propio de los mares intensos; será con la experiencia como lo superarán hasta hacerse lobos de mar. Hace poco lo hizo Caracol TV, con el ARC Bolívar, en misión de tres meses a la Antártica, ahora RCN hace lo propio con el ARC Gloría en su crucero anual.

Un buque es como una ciudad y debe ser autónomo; en la inmensidad del océano debe proveerse de todos los servicios básicos como potencia eléctrica, agua potable, calefacción, aire acondicionado, refrigeración de alimentos y su preparación, servicios de sanidad, culto y bienestar. De manera que en cada marino hay un experto en su área de especialización y trabajando en equipo, la única forma de subsistir en el mar, se complementan para poder hacer largas travesías, como la actual donde cruzarán el Atlántico, de ida y venida, en derrotas de hasta 35 días sin tocar tierra. Toda esa vivencia, soportada en jerarquías, no asignadas por amiguismo sino ganadas con estudio, experiencia y conocimiento, marcan una organización cercana a la perfección; cada uno tiene una tarea como parte del equipo y este liderado por su experimentado capitán, los convierte en una unidad donde la suma del aporte individual da como resultado mucho más que las matemáticas convencionales y se llama conocimiento colectivo, que además da identidad y sentido de pertenencia.

Los buques son propiedad del Estado y al marino se le enseña, desde las escuelas de formación, que su cuidado es primordial; son los dineros de los colombianos los que lo adquirieron y lo mantienen. Una unidad naval – la máquina y la tripulación que le da vida- representan el éxito de una marina de guerra; allí confluye todo el esfuerzo institucional en los procesos de incorporación, formación y capacitación de los hombres y mujeres de mar, también las capacidades técnicas y de apoyo logístico de las bases, los departamentos técnicos y los astilleros navales; mandar un buque al viejo continente o a la Antártica, además de las múltiples operaciones en los mares de Colombia, solo es posible cuando todos los procesos institucionales confluyen en un mismo fin: ser exitosos.

Gracias a los medios de comunicación que se han interesado en mostrar la vida abordo, un régimen definitivamente especial, donde los marinos trabajan sin descanso, las horas que sean necesarias, para garantizar el éxito de las operaciones. “Buen viento y buena mar” al embajador de los colombianos, esta vez acompañado, en tiempo real y gracias a la tecnología, por toda la Nación. 

* Vicealmirante (r.). Ph.D.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

Compartir

Opinión

Nuestras Redes