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John Marulanda*      

Dos nombramientos han sido aclarados por el presidente electo. El primero, el del Mayor General en retiro de la Policía Nacional William René Salamanca como articulador de la Policía Nacional y fundador del nuevo Ministerio de la Seguridad Ciudadana, si no le ponen a un civil como jefe.

Por otra parte, nombró como canciller al “conservador” Álvaro Leyva. “Un prófugo con privilegios” que se pasea por Costa Rica, España y Cuba, en permanente comunicación con los jefes de las farc, según un editorial de El Tiempo, que señala al recién nombrado canciller, como un delincuente con protección, gracias a sus empeños para lograr el encuentro del expresidente Pastrana y Manuel Marulanda, alias Tirofijo, en enero de 1999. “Recuperar con dignidad el sitio que nos corresponde” dijo el designado canciller; un “operativo de las farc” como lo rotuló la senadora María Fernanda Cabal.

El General en retiro de la Policía, Salamanca Ramírez, ex inspector de su institución, ex director de seguridad ciudadana, agregado policial en Washington y ex edecán presidencial, dio un paso al costado argumentando serios riesgos contra su seguridad personal y la de su familia, luego de un duro rifirrafe con el destituido director de la Policía Oscar Atehortúa por una eventual corrupción en unas casas fiscales en San Luis, Tolima.

Con esos dos nombramientos anteriores, ya sabemos a qué atenernos. Los impulsos autoritarios, su mentalidad estalinista, su convicción socialista, no dejan de ser una seria amenaza para el futuro de Colombia, ahora que hasta los migrantes venezolanos están pensando seriamente en irse del país.

El caso crítico del nombramiento del nuevo ministro de Hacienda, nos deja en vilo, sabiendo que la reforma tributaria debe ser del orden de los 70-80 billones que se deberán recolectar entre los aportes impositivos a todos los colombianos que ganen más de 3 millones de pesos, según el economista Ricardo Bonilla, ex secretario de hacienda en la Bogotá Humana del elegido presidente.

Mientras los empresarios y comerciantes especulan con el de las finanzas, los militares en retiro fantasean con la de la fuerza pública, que pronto perderá un componente, nuestra apreciada policía, que, como dijimos, junto con el Inpec, migraciones y la DNI, formarán un nuevo ministerio de seguridad ciudadana. Petro ha hablado de una reestructuración policial, que comprendería desde el cambio de doctrina, la salida de esa fuerza del Ministerio de Defensa y la eliminación del Esmad.

32 años después de haberse desmovilizado, Petro recibirá honores militares, reconocimiento oficial de la FFMM a su comandante supremo. Este Mando militar actual no enfrentó al m-19 en el campo de batalla, no tiene resentimientos contra la banda que originó el holocausto del Palacio de Justicia y nunca han tenido como comandante a un narcoterrorista. La inquietud que produce Petro en los cuarteles, no se queda en la alta oficialidad: llega a todos los niveles pues en la simplicidad de la guerra, todos ven al mandatario electo como un exguerrillero. “Espero que el General que me rinda honores lo haga de corazón” dijo en una reciente entrevista, justo ahora que el General Zapateiro ha anunciado su retiro.

Hace un par de semanas, el entonces candidato envió una carta a los soldados y policías prometiendo vivienda, salud y educación dignas y aseguró que no tocará los regímenes especiales pensionales de los miembros de la Fuerza Pública: parece estar entendiéndose con la jerarquía, los soldados y los policías. Conciliadores: así son al comienzo de su gestión, que esperamos no dure más de 4 años.

Publicado en Columnistas Nacionales

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