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Alfonso Monsalve Solórzano

Las elecciones son el mayor certamen de una democracia; la expresión de su pluralismo y la definición de la composición de los mecanismos de poder, que es la que define la conducción política de una sociedad.

Un proceso eleccionario debe ser transparente y garantista. No puede favorecer a nadie. De esas características depende la paz social. Más en Colombia, donde hemos visto intentos de desconocer los resultados electorales ya en las anteriores elecciones presidenciales por parte del señor Petro, quien, además, junto con sus aliados articuló, para llegar a la presidencia, una estrategia de desestabilización que lleva cuatro años, montando su campaña a caballo de movilizaciones violentas, bloqueos, en caso de que les fallara, como ocurrió, su intento de derribar el gobierno de Duque. Y la cereza del pastel es la amenaza de no reconocer el resultado de las elecciones de este mayo si no ganare, argumentando que se está preparando un fraude. La típica táctica del ladrón que para despistar grita “cojan a ladrón”.

En efecto, lo que ha sucedido en el proceso eleccionario es alarmante. ¿Cómo explicar un desfase tan grande entre los resultados del preconteo del domingo y los de los arrojados en el escrutinio?

¿Cómo hacer entender a los colombianos que el Pacto Histórico recuperó, hasta el momento, nada menos que 390.000 votos (Petro dice que son 500.000) y ganó 3 curules adicionales, mientras que las otras fuerzas perdieron sufragios, y el Partido Conservador, el Centro Democrático y la Alianza Verde–Centro Esperanza, no sólo no rescataron ninguna papeleta, sino que perdieron escaños?

La Registraduría debe explicar a los colombianos semejante diferencia. Y El Pacto histórico debe decir por qué había advertido antes del evento del domingo que habría fraude y en el momento mismo del cierre de las urnas señalaban que se había cometido uno. Y el registrador y el ahora candidato deben aclarar por qué fueron a visitar la firma INDRA, en España, encargada de las etapas digitales de las elecciones.

Lo ocurrido sienta las bases para que, si en mayo o junio no gana las elecciones, el señor Petro desconozca el resultado de las mismas. Como quien dice, o gana en las urnas o sobrevendrá el caos. Estamos notificados.

Hay que apelar a todos los mecanismos que existen en Colombia y en los países democráticos para garantizar unos comicios transparentes que no puedan ser desconocidos por nadie. Y el señor registrador debería renunciar porque ya hay sectores del electorado colombiano que no confían en él, que es el garante de la limpieza del certamen.  El hecho es que algo huele a feo en Colombia y nos estamos jugando el futuro de nuestra democracia. Ni más, ni menos.

Publicado en Columnistas Nacionales

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