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Alfonso Monsalve Solórzano

El candidato Petro del Pacto Histórico dijo, en entrevista que concedió a El Colombiano el día de ayer, que en Colombia no hay democracia. Discrepo de esa afirmación. Sería importante que el candidato explicara qué entiende por tal sistema se refiere a una democracia “popular” o “socialista”, vinculada a los regímenes marxistas–leninistas y a sus caricaturas populistas en nuestro continente, y no a la que obedece a los criterios liberales (doctrinariamente hablando), que es la que lleva décadas construyéndose y fortaleciéndose en el país hasta convertirse en la democracia más antigua de Latinoamérica, a pesar de las dificultades generadas por sus enemigos.

Una democracia liberal opera sobre el trio de valores heredados de la Revolución Francesa y de la Revolución Americana, libertad, igualdad y fraternidad (o solidaridad) en el orden que acabo de exponer. Es decir, la libertad tiene primacía sobre la igualdad, y esta sobre la solidaridad.

Esto no significa que las dos últimas no sean esenciales, sino que ellas se consiguen a partir de la primera, porque de lo contrario, es imposible obtenerlas realmente.

La libertad es el núcleo de las sociedades complejas en las que los grupos y los individuos tienen diferentes opciones de vida que coexisten y tienen la posibilidad de desarrollar plenamente mientras no busquen imponerlas por la fuerza a los demás. Una sociedad en la que se reconozca a todos y a cada uno el derecho a  la vida, pero con la garantía de que puedan pensar, escribir y creer lo que quieran; organizarse en partidos que agrupen a quienes tienen intereses o creencias similares, incluso y principalmente si son dispares o antagónicas entre ellas; tener libertad económica, lo que implica el respeto a  la propiedad privada; ser iguales ante la ley para que no sean perseguidos por sus creencias religiosas, políticas o  su origen étnico,  preferencias sexuales o adscripción al grupo en que se sientan identificados.

Todo dentro del marco de leyes fundamentales que reconozcan esos derechos y sus alcances para asegurar la paz social que significa la resolución pacífica de los conflictos que se presenten y el progreso, para asegurar la posibilidad de una relativa distribución que estipule un mínimo de beneficios en lo económico y social para que todo ciudadano tenga acceso a una vida digna, es decir, que sea libre, pueda tener educación, salud y recreación ,trabajo, seguridad social  y participación en política, si lo desea.

Una sociedad liberal es entonces, plural, no hay concepciones que prevalezcan sobre otras, valores particulares que estén por encima de los de los demás grupos e individuos. La política debe ser una competencia entre distintos y disímiles partidos en busca del bien común y la mejora de los intereses particulares legítimos-es decir, en el marco de las reglas de juego establecidas, de quienes representan. Es el modelo de Estados Unidos, la Unión Europea, Suiza, Japón, Canadá, Israel y Corea del Sur, entre otros, que constituyen las sociedades más ricas y con altos estándares de vida para sus ciudadanos, cuyos pueblos han conseguido elevados niveles de bienestar y libertad.

La democracia “popular”, por su parte, cree que la libertad debe sacrificarse para hacer prevalecer la igualdad, que tiene que ver con distribuir la riqueza para que los pobres tengan derecho ella. La premisa es que la riqueza individual se obtiene por la explotación de los trabajadores, por lo que es injusta e ilegítima. Para repartirla es necesario quitársela a los propietarios individuales. El estado toma el papel de distribuidor y proclama que el objetivo supremo de toda sociedad es propiciar la igualdad económica.  Hay una concepción del mundo que prima sobre las demás y una única organización política que la materializa -el partido del proletariado, el frente único, el pacto histórico-, que gana todas las elecciones con un único candidato y una púnica plancha, con más del 95% de los votos. Todas las demás organizaciones son prohibidas y reprimidas y se instaura la sociedad de partido único, que establece la única verdad, la oficial. Es una sociedad monista.

Los dos modelos han sido sometidos a prueba y el segundo ha fracasado estruendosamente, en la antigua Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental; y hoy en Cuba, Nicaragua y Venezuela: Allí se suprimieron las libertades y la única igualdad que se consiguió es la del pueblo avocado a la miseria, a la dictadura y a la represión, dominado por una camarilla que se enriquece mientras oprime a sus ciudadanos. Todos son igualmente miserables, excepto sus salvadores.

Hablaré ahora de Colombia. Un modelo de democracia liberal no se obtiene por generación espontánea, sino que se construye a través de la historia de cada sociedad, con avances y a veces retrocesos, pero en una tendencia de progreso social e individual.  Nuestro país ha sufrido muchas veces condiciones desventajosas para acceder a la generación de riqueza de una sociedad desarrollada. Pero ha podido ir superando esos obstáculos para llegar a ser un país de desarrollo medio con grandes posibilidades de llegar al primer nivel.

Dentro de las desventajas se cuentan ciertos niveles de dependencia, e incluso, de atropello, en determinados momentos de la historia, como la pérdida de Panamá. Pero también de dependencia de la ideología marxista leninista en un sector de colombianos que han prohijado la lucha armada, después de que el país vivió la terrible Violencia entre liberales y conservadores.

La lucha armada de estos grupos ha producido horrores como el asalto al Palacio de Justicia que provocó la muerte de eximios magistrados por parte del M-19 en el que militaba Petro. Ha llevado a la muerte de centenares de miles de colombianos, practicado el terrorismo, secuestrado a parte de nuestra sociedad, causado el paramilitarismo, la otra cara de la moneda en la espiral de la brutalidad sin sentido que nos ha recorrido. Estos grupos de izquierda armada radical se han aliado y en ocasiones contienden, generando violencia demencial con el otro mal social mayor, el narcotráfico, hasta convertirse ellos mismos en narcotraficantes. Guerrillas, paramilitares y narcotraficantes son los responsables de los mayores ataques a la democracia colombiana: Las primeras, además, establecen vínculos ideológicos y de riqueza ilícita y criminal con el régimen de Venezuela, sustentado por China, Rusia e Irán y principal enemigo de nuestro estado liberal; y con Cuba, que oficia como valedora de la dictadura y de las guerrillas colombianas.

En semejantes circunstancias, ha habido siempre regímenes constitucionales -salvo el período de Rojas Pinilla – en los que se mejoraron los mecanismo de participación; como la elección popular de alcaldes y gobernadores; se estableció en 1991 una nueva Carta Magna con participación del M-19, al cual pertenecía Petro; funciona -a veces aviesamente, pero funciona, la independencia de los poderes; hay garantías de participación para todos los partidos y grupos, hasta el punto de que opositores como Petro han sido alcaldes, concejales, diputados, parlamentarios y candidatos a la presidencia con posibilidades de ganar, como las ha tenido y tiene Petro; hay infinita libertad de expresión y movilización, solo afectadas por las manifestaciones y paros violentos, bloqueos criminales y todo tipo de tropelías.

Y sí, como lo denuncia Petro en la entrevista con el Colombiano,  hay niveles preocupantes de corrupción, que hay que eliminar, pero que además han practicado representantes de la izquierda en gobiernos locales a punta de contratos clientelares de Bogotá o Medellín y Cali, o actos impresionantes de corrupción como los que realizó Tapias en el carrusel de la contratación en la alcaldía de Samuel Moreno, del Polo Democrático Alternativo, del que era miembro de la dirección Petro, quien a pesar de pedir la expulsión de aquel, según Jorge Robledo, buscó acordar  con ese sector el control del Polo.  también es conocido el uso de los recursos públicos por parte de la izquierda para hacerse propaganda.  Y sí, ha habido compra de votos, uno de cuyos casos más sonoros es el de la Merlano, huésped de Maduro en Caracas; y aunque fue exonerado judicialmente, aún queda en la retina de los colombianos la imagen del candidato recibiendo bolsas de dinero, como un acto obscuro.

También es cínico y falso decir que en Colombia no hay democracia porque la policía le saca los ojos a los jóvenes que protestan, sabiendo que esa no es la política del estado colombiano y que los abusos aislados ocurridos en las protestas han sido castigados rigurosamente y otros están en investigación en manos de la fiscalía, mientras que Petro calla los destrozos y el terrorismo de miembros de las primeras líneas, a quienes su amigo Bolívar compró cascos y gafas “para defenderse”.

Lo que en verdad ocurre es que Petro está utilizando las garantías de la democracia para destruir la democracia misma, para construir una democracia “popular” aliada de Maduro, que perpetuará el narcotráfico. Esos son los riesgos que se corren al defender la libertad como valor fundamental. Pero estoy seguro de que Colombia no caerá en esa trampa, No lo ha hecho en ocasiones muy complicadas, no lo hará en esta, que es definitiva porque se está jugando la libertad misma.

Publicado en Columnistas Nacionales

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