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Eduardo Mackenzie   

El 28 de noviembre pasado, la revista Semana publicó una entrevista con Carlos Lemoine, presidente del Centro Nacional de Consultoría (1). Este señor trató de explicar que las dos encuestas realizadas por su empresa y por Yanhaas, para el partido Centro Democrático, habían sido “transparentes” y que los colombianos, en general, y los que denuncian la inconsistencia de ese proceso, deben hacer dos cosas: “creer” y “confiar”, en lo que él dice pues creer y confiar “es propio de las sociedades ordenadas”.

Desafortunadamente, las arrogantes declaraciones de Carlos Lemoine fueron poco comentadas. Sin embargo, esa entrevista confirma, de manera elocuente, que ese sondeo de opinión fue una comedia, un acto confuso y un fracaso, porque sus resultados están lejos de ser convincentes. El mismo Lemoine se enredó al abordar, como veremos, el asunto de quiénes y cómo fueron consultados y cuantas personas respondieron.

Antes de ver eso diré que la revelación más importante de esa entrevista es esta: la dirección del Centro Democrático le entregó, a las dos encuestadoras, el listado de los miembros de ese partido. Lemoine lo dijo así: “Para la opinión de los militantes nos dieron unas bases de datos”.  Y reiteró: “Cada empresa consultó 1.050 afiliados al partido, de la base de datos del partido”.

No queda duda: el CD entregó a terceros, en este caso a dos oficinas de sondeos de opinión, la lista de sus miembros y esas dos encuestadoras seleccionaron 1.050 nombres cada una para interrogarlos por teléfono. Lemoine no precisó cuántos nombres había en las listas o “bases de datos” que recibieron de manos del CD.

Esa entrega de listados violó la confidencialidad que la dirección de ese partido debe ofrecer a sus adherentes, afiliados y militantes. Dar a conocer esos datos, estrictamente privados, que pueden contener no solo los nombres completos sino las direcciones y actividades profesionales de los afiliados, puede acarrear problemas de seguridad a quienes aparecen en esas listas o “bases de datos”. La dirección del CD debe aclarar ese punto y pedir excusas a sus adherentes por haber hecho eso.

Las cifras

 ¿Fueron mil o 5.000 los encuestados? Lemoine dice: “De las 4 mil personas del público en general que manejó cada casa encuestadora, 3 mil no compartían la ideología y no se les hizo la entrevista de selección del candidato”.  La afirmación es extraña. Por eso Semana insistió: “¿Mil personas no es una muestra muy pequeña para escoger un candidato presidencial?”. Lemoine respondió: “No son mil. Cada una de las dos empresas encuestadoras entrevistó 4 mil personas del público en general, y excluyó tres mil porque no compartían la ideología. Además, cada empresa consultó 1.050 afiliados al partido, de la base de datos del partido”.

Es decir, 5.000 personas ajenas al CD más 2 100 del CD. El total fue pues de 7.100 personas consultadas. De manera que la tarea realizada por las dos empresas fue de 7.100 respuestas válidas en total.   Tres mil quinientos cincuenta por cada una.

Sin embargo, el 27 de noviembre pasado las dos encuestadoras dijeron que ellas habían interrogado a 2.100 personas. ¿Por qué un día después Lemoine habla de 7.100 consultados, es decir de 5.000 encuestados más?

Esos datos no son coincidentes y explican el malestar que se apoderó de las bases del Centro Democrático ante la elección tan poco clara de Oscar Iván Zuluaga y la derrota de la candidata más popular del CD: la senadora María Fernanda Cabal. Otro detalle curioso: en lugar de dar cifras netas, las encuestadoras dieron solo porcentajes por cada precandidato. Repito: nada es más incierto que un porcentaje cuando no hay indicación de la cifra-base para obtener ese porcentaje.

Pero las cifras enteras, dadas días después, tampoco coinciden. 

El Grupo Kriterion dijo, el 26 de noviembre, que solo 2.825 personas habían sido consultadas por las dos empresas.  Ese informe reparte los votos así: Zuluaga habría obtenido 875 votos; María Fernanda Cabal 744 votos; Paloma Valencia 541; Rafael Nieto Loaiza 532 y Edward Rodríguez 133 votos.

Si los sondeados fueron, en realidad, como dice Lemoine, 7.100 consultados, ¿qué pasó con los votos de las otras 4.275 personas consultadas?

El documento de Kriterion no indica qué filiación política defienden las 2.825 personas que fueron consultadas. Tampoco Lemoine explica qué filiación tenían las 7.100 personas que hacen parte de sus cuentas. Recordemos que se trataba de una operación para consultar las bases del CD, no la ciudadanía en general. 

Los filtros

Lemoine le dijo a Semana: “El Centro Democrático nos escogió para captar la voz de sus afiliados y de los que comparten su ideología, para que fueran ellos los que escogieran el candidato presidencial”. Esa misión tampoco fue cumplida. La consulta estuvo abierta a otras personas.

Lemoine: “Se les daba la oportunidad de votar a las personas o que eran militantes o que compartían la ideología del partido”.  Eso fue imposible de determinar con los llamados “filtros”. Los “filtros” eran tres preguntas ambiguas que todo aquel que quisiera influir en esa elección podía votar respondiendo sí, aunque pensara lo contrario. Es el problema de toda consulta abierta: la consulta termina por caer en manos de otra gente.

Según Lemoine, las tres preguntas fueron cuatro. Textual: “si compartía la ideología del CD”; “si votaría en la segunda vuelta por un candidato de derecha”;  “si defendían la seguridad democrática”; “si estaba en desacuerdo con que personas que hubieran cometido delitos de lesa humanidad estuvieran en el Congreso”.

Ninguna de esas preguntas es realmente un filtro: hay varios partidos de derecha en Colombia, varios partidos apoyaron la seguridad democrática y mucha gente, no solo los afiliados al CD, detesta ver a unos terroristas no arrepentidos ni sancionados haciendo el papel de “congresistas”. Resultado, consultaron a personas que podían ser de otros partidos. Zuluaga fue elegido por gente que era y no era del CD.

Controles no independientes

Lemoine pretende que “fue un proceso muy transparente”. La verdad es que esa consulta es muy opaca, confusa e inexacta. “Los resultados se sometieron a tres controles”, dice Lemoine.  Pero esos “controles” no son independientes. Veamos. Lemoine revela que éstos fueron hechos por: 1.-“cada una de las empresas encuestadoras”; 2.- por “la auditoría” y 3.- por “el cruce de los resultados de las dos encuestadoras”.

De esos tres pasos, dos fueron hechos por las encuestadoras. El tercero, “la auditoria”, no se sabe en qué consistió eso.

Datos sin soporte material

De esa operación nadie ha podido probar cuales fueron los resultados reales. Lo que llaman “resultados”, son cifras que dieron las encuestadoras. Sus voceros llegaron a la reunión final con unas cifras en unos sobres. El CD aceptó esas cifras, creyó lo que decían los sobres. Nadie llevó la contabilidad de esos sondeos, ni el material utilizado para verificar esas cifras. Por eso ahora Lemoine dice que quien tiene dudas debe irse con su música a otra parte pues su deber es “creer” y “confiar”. Pues creer y confiar, dice, “es propio de las sociedades ordenadas”. Error: lo propio de las sociedades democráticas y garantistas es ofrecer pruebas irrefutables antes de pedir a los ciudadanos que acaten y crean.  “Creer” y “confiar” a secas, sin permitir ver las pruebas, es lo que exigen los tiranos a sus víctimas.

Tres lecciones salen de esto: 1.- La consulta del CD está lejos de ser vinculante; 2.- La encuesta no es un método seguro para las elecciones internas en un partido. 2.- ¿Las encuestas sobre la campaña presidencial en general son tan inciertas como lo visto en el CD?

(1).- https://www.semana.com/nacion/articulo/no-hubo-trampa-para-elegir-el-candidato-uribista/202145/

Publicado en Columnistas Nacionales

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