Maritza Aristizábal Quintero
Maritza Aristizábal*
Sí, salimos a la calle invadidos de terror. Caminamos hacia adelante pero mirando hacia atrás, sospechamos del que va al lado, nos atemoriza que se acerque una moto y ya no es opción ir solo por la calle después de las 10 de la noche. Lo peor de todo es que nuestras sospechas, con más frecuencia, se hacen realidad: la moto que se acerca es un ladrón, el que va caminando al lado nos roba y con dificultad salimos ilesos cuando salimos después de la 10 de la noche. Las ciudades son invivibles, solo la paranoia puede comprarnos algo de tranquilidad ¡Gran paradoja!
Maritza Aristizábal*
Quedó reseñado con el número 06855. Ya había perdido esa sonrisa insolente con la que se le vio durante las primeras horas tras su captura. Tenía los ojos rojos y en la mirada una carga de rabia y muerte; la cara fatigada y las líneas de expresión con la huella del sanguinario que no duda a la hora de ordenar un asesinato, una masacre o un secuestro. Es como si todos los fantasmas de los cadáveres que lleva en sus hombros flotaran en esa imagen.
Maritza Aristizábal*
¿Cuántas generaciones se perdieron por cuenta de las Farc? ¿Cuántos niños tuvieron que renunciar a sus juegos para perder su inocencia en un campo de batalla? ¿A cuántos obligaron a empuñar un arma, a apuntarla contra sus propios amiguitos, y luego a disparar para convertirse en señores de la guerra? ¿A cuantos les arrebataron su sueño de ser médicos, ingenieros, profesores, futbolistas o científicos para graduarlos de asesinos?
Maritza Aristizábal*
Ya son 5 años del acuerdo; 5 años después de que se presentara la hoja de ruta que supuestamente reconciliaría a todos los colombianos; 5 años tras suscribir un acuerdo que apuntaba poner fin al conflicto; 5 años de la promesa de que las víctimas estarían el centro; 5 años de un documento que centrado y con negrita anunciaba el “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición”.