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Camilo Guzman                       

En un país hiper politizado y con un altísimo grado de polarización como Colombia, se ha vuelto muy normal que los políticos sean quienes más ocupen la agenda pública y los titulares en los medios de comunicación. No importa si lo que dicen es inteligente o no, si hace sentido, o peor aún si es verdad o mentira, lo que dicen entra en la agenda. Los empresarios, por exceso de prudencia y falta de valentía para defender lo que hacen, escasamente influyen en la agenda pública del país.

Un escenario que debería ser el natural para que los empresarios alcen su voz, influyan en la agenda pública y guíen hacia dónde debe ir el país, son los congresos empresariales de los gremios económicos. Sin embargo, en esos espacios los protagonistas son los políticos. Hace pocos días terminó el Congreso de Asobancaria y los protagonistas fueron los políticos y miembros del gobierno. Esta tendencia no es exclusiva de Asobancaria; me puse en la tarea de analizar el promedio de participación en los recientes cuatro más importantes congresos empresariales del país (Andi, Fenalco, Asofondos, Asobancaria). De un promedio de 65 participantes u oradores en estos congresos, los políticos y miembros del gobierno constituyen 39%, mientras que los empresarios representan 31%, los periodistas 17%, y los académicos 13%.

Estos datos reflejan que en aquellos espacios que deberían ser predominantes para discutir temas empresariales y económicos están siendo copados por agendas políticas. Esta situación revela la falta de voz y de narrativa de los empresarios en los asuntos que afectan directamente al sector privado y, por ende, a la economía del país.

La prudencia y la falta de valentía de los empresarios para defender las virtudes de la empresa privada se convierten en un lastre para el desarrollo económico y social. Mientras los políticos llenan los titulares con declaraciones y promesas que muchas veces carecen de fundamento, los verdaderos actores de la economía permanecen en segundo plano, sin capacidad de influir en la agenda pública.

Cuando las decisiones económicas están dominadas por criterios políticos, se corre el riesgo de que se implementen políticas que no solo no beneficien, sino que incluso perjudiquen a los empresarios y al desarrollo económico del país, como ocurre con el gobierno actual. La falta de entendimiento de las verdaderas necesidades del motor económico de Colombia resulta en decisiones que, lejos de promover la prosperidad, la obstaculizan.

Los empresarios tienen que asumir con una voz mucho más fuerte la defensa de la empresa privada y de la libertad como el único motor del desarrollo y el progreso. Deben aprender a comunicar eficazmente sus ideas y a defender sus posiciones con firmeza. Deben estar dispuestos a confrontar a los políticos cuando sea necesario y a participar en la conversación pública con la misma energía y determinación que ponen en sus negocios.

Mientras los políticos sigan dominando la agenda pública, los empresarios seguirán teniendo un papel secundario en las decisiones que afectan la economía. Es hora de que los empresarios reclamen su lugar, ellos son los verdaderos héroes que construyen prosperidad, los que crean la riqueza que los políticos después reparten a su antojo. El país los necesita más altivos y valientes.

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