Entendiendo que el sistema debe diseñarse para soportar no solo demandas promedio diarias (hoy 220 Gwh/día-Gd), sino los picos (238 Gd 05/06/2023). Supongamos que la demanda crezca al 3,5 % anual en cada uno de los tres años que le faltan a Petro (el crecimiento entre 2022 y 2023 fue de 5,2 %). Esto quiere decir que, al final de su gobierno, debemos abastecer al menos picos de 264 Gd sin contar que en un niño la demanda por aire acondicionado, ventiladores, etc., puede aumentar en aproximadamente 4 % (10 Gd adicionales). Separando otras fuentes que no dependen de El Niño, están las térmicas a carbón 32,7 Gd, a gas incluyendo el importado 77,8 Gd, biomasa más solar más cogeneración más eólicas aproximadamente 17 Gd, y líquidos 24, para un total de 151,5 Gd, quedando por generar por hidroeléctricas y desembalses 112,5 Gd. Para facilitar el entendimiento separemos “aportes”, que son caudales expresados en Gd que llegan a las plantas de generación y embalses. Estos oscilan entre 285 Gd en Niña extrema y 50 Gd en Niño extremo. Suponiendo que en un Niño extremo los “aportes” sean de 80 Gd, quedarían 32,5 Gd por abastecer de los embalses.
Hoy hay 12.360 Gwh almacenados, que dividido por 32,5 Gd significa que tenemos embalses para un año. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense, desde 1950, tiene información de eventos Niña (10) con duración promedio de 24,5 meses y de Niño (15) con duración promedio de 15,3 meses. Es claro que, frente a una oferta tan estrecha, si el Gobierno no quiere tener un racionamiento, debe lanzar una convocatoria de CXC de al menos 70 a 80 Gd, ya que la experiencia muestra que hay proyectos que no cierran, porque no logran licencias etc., sumado al desastre que está construyendo el nuevo Gobierno, imponiendo impuestos a energías renovables y demorando licencias, más un discurso antiempresa que amenaza la cancelación de proyectos y salida de jugadores estratégicos como ENGIE. Lo anterior sin contar los retrasos en transmisión (algunos de ocho años), la probable escasez de gas para térmicas en el año 25 o 26 y el brutal impacto tarifario de generar con líquidos y gas importado que marcan precio.
En un sector donde la ministra de Minas no sabe lo que no sabe, sumado a un franco descuido por el Ministerio del Interior en temas de consultas previas y un Ministerio de Ambiente con exigencias absurdas a las energías limpias, estamos cocinando un coctel explosivo. El excelente legado de transición del gobierno anterior (ministros Suárez y Mesa) está siendo destruido por el actual, con un gran riesgo para el país.
El Espectador, Bogotá, junio 13 de 2023.