Estimado Sergio:
En nuestro reciente encuentro, el 14 de marzo en la sede de El Colombiano, después de saludarme amablemente, le dijiste a la doctora María Ángela Holguín, quien te acompañaba al debate de candidatos presidenciales: “este es Luis Guillermo Vélez, que me regaña en los artículos que escribe, pero lo sigo queriendo”. Un reproche similar, también en tono amable, me habías hecho en nuestro anterior encuentro en el atrio de la iglesia de El Poblado, en donde, con otros amigos, nos dimos cita con ocasión de las exequias de Juan Felipe Gaviria. Eso significa que lees lo que escribo y que, al parecer, no me guardas rencor por mis duras críticas a tu accionar político.
Al igual que muchos amigos comunes del ámbito académico, apoyé tu candidatura a la alcaldía de Medellín y contribuí con documentos a la formulación de tu programa de gobierno a cuya implementación ayudé también. Hiciste una buena gestión, especialmente en lo relacionado con EPM, a la que sacaste de la crisis en la que la había sumido el alcalde anterior, Luis Pérez Gutiérrez, con la descarada violación a su autonomía. Lograste la adopción de un Código de Buen Gobierno que, durante quince años y tres alcaldías, permitió un buen manejo de la Empresa con relativa autonomía administrativa frente al Municipio, hasta la llegada de Quintero Calle.
No te acompañé en las presidenciales de 2010 ni en la elección de gobernador de Antioquia en 2012. Ya en esas campañas empezaste a mostrar una acusada inclinación antisistema, algo sorprendente en un vástago de la burguesía antioqueña que había llegado a la alcaldía con el apoyo del establecimiento empresarial paisa. Pero tus más graves equivocaciones políticas llegaron más tarde.
Me resultó completamente incomprensible tu aparente conversión al socialismo del siglo XXI en las elecciones presidenciales de 2018, en las que fuiste el candidato de los partidos Alianza Verde y Polo Democrático, miembros del Foro de Sao Paulo, organización creada por Fidel Castro y Lula da Silva en 1990 con el objetivo de transformar las relaciones de producción capitalistas, acabar con la propiedad privada, implantar la propiedad estatal e imponer desde el estado la ideología y los valores socialistas.
Aún hoy no entiendo si ignorabas las orientaciones ideológicas de tus socios políticos, si no las ignorabas y no te importó con tal de conseguir los votos que te hicieran elegir o si las compartías plenamente. Mayor perplejidad me causó tu decisión de irte a observar ballenas cuando saliste derrotado en la primera vuelta al tiempo que tus aliados políticos del Foro de Sao Paulo – Mockus, López, etc. - le daban a Petro el apoyo que tú aparentabas negarle. En cualquier caso, tu proceso de polarización hacia la extrema izquierda continuó durante todo el mandato de Iván Duque y alcanzó su clímax cuando apoyaste la toma armada de las principales capitales del país por las fuerzas de choque de los partidos y movimientos del Foro de Sao Paulo.
Tampoco son para enorgullecerse algunas de tus amistadas en la Coalición de la Esperanza. Allí está Jorge Enrique Robledo, un marxista-leninista-maoísta confeso, y en política no se puede ser nada peor que seguidor de Mao, culpable del asesinato de millones chinos y quien propuso a Stalin lanzar un ataque nuclear masivo sobre Occidente para acabar el capitalismo. Para ti, que te has declarado el acérrimo enemigo de los corruptos, no es muy enaltecedora la compañía del señor Juan Fernando Cristo de cuyas andanzas, al lado de un personaje conocido como El Magnate, has debido informarte en Cúcuta y Norte de Santander.
Una nueva equivocación es tu estrategia para disputarle a Federico Gutiérrez el paso a la segunda vuelta. Lo has convertido en el candidato del Gobierno y “el de Uribe”. Tus ataques al presidente Duque son infames pues tu bien sabes que no puede responsabilizarse a su gobierno de la pobreza, el desempleo o la inflación y que, por el contrario, hizo un gran manejo médico y social de la pandemia, adelantó un exitoso programa de vacunación e impulsó de manera exitosa la recuperación de la economía.
También es epidérmico tu antiuribismo pues sabes muy bien que los dos gobiernos de Uribe fueron la aplicación a escala nacional de la visión y las acciones adelantadas durante su gestión como Gobernador de Antioquía, que tu reconociste y alabaste públicamente. El gobierno de Uribe frenó en seco a las Farc en su avance hacia el poder, permitió la recuperación de la inversión y el crecimiento económico, protegió exitosamente a los líderes de la oposición legal que hoy son sus peores enemigos y desmovilizó a los paramilitares, sin hacerles las vergonzosas concesiones que Santos le hizo a las Farc, y los extraditó cuando siguieron delinquiendo desde la prisión.
Iba de decirte que me sorprende que tu inteligencia de matemático no te permita entender lo nefasto que puede ser un gobierno socialista, pero recordé que Bertrand Russell expresó simpatía por los bolcheviques, después de visitar a Rusia a los pocos meses de la Revolución de octubre de 1917, y durante muchos años mantuvo sus ilusiones socialistas. Pero Russell tiene a su favor una escusa de la que tu careces: no supo de los millones de muertos en las hambrunas provocada por la colectivización de la agricultura de Stalin y el Gran salto hacia delante de Mao, ni de los campos de concentración del Gulag soviético, ni los campos de reeducación de China durante la Revolución Cultural, ni de los fusilamientos del Che Guevara en la Cuba de los Castro o, para no ir muy lejos, ni de la hambruna, los desplazamientos masivos y los asesinatos provocados por el régimen chavista de Venezuela.
Porque resulta muy preocupante que tus aliados Galán de la Coalición de la Esperanza estén anunciando desde ya su intención de votar por Gustavo Petro, en el caso de que sea Federico Gutiérrez y no tú quien lo enfrente en segunda vuelta. Sorprende que hayas guardado silencio frente a esto, como sorprende también la dureza con la que tratas a Fico y la actitud indulgente que exhibes frente a Petro, porta estandarte máximo de las propuestas del socialismo del siglo XXI.
Lo inquietante con Gustavo Petro no son las propuestas delirantes con las que distrae la atención de los medios y alimenta las ilusiones de sus ignorantes votantes, sino las propuestas totalmente serias que ha formulado en su autobiografía. Allí plantea la supresión del capital, la reducción del consumo a lo que él llama lo necesario y la sustitución de la economía de mercado por la economía de los derechos. Eso es comunismo puro y duro tal como está planteado en el folleto de Marx Crítica del programa de Gotha, que Petro, como marxista acucioso, conoce bien.
Si no lo has hecho, deberías leer esa autobiografía, en especial el epílogo, donde Petro enuncia sin ambages su proyecto político que se aplica a cabalidad en Cuba y Venezuela donde ya se suprimió el capital, la economía de mercado está casi desaparecida y el consumo está reducido a menos de lo necesario.
Otra vez te estás equivocando en grande, Sergio. El problema es que con tu bancarrota política pones al País en riesgo de ver destruida su economía y su democracia como ocurrió en Venezuela, al entregarlo al delirio comunista de Gustavo Petro y a la voracidad de la banda de corruptos que lo acompañan.
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