De acuerdo con cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas, la tasa de inflación correspondiente a diciembre de 2021 se situó en 6,0 % y la tasa anualizada en 660 %, observándose una importante desaceleración del ritmo de aumento de los precios, toda vez que estos pasaron de 3.713 % en 2020 a 660 % en 2021. Según el Observatorio, tres factores explican este resultado: en primer lugar, la capacidad adquisitiva de los salarios de los empleados públicos ha sido reducida a menos del mínimo vital. En segundo lugar, la política agresiva de intervenciones del Banco Central de Venezuela en el mercado cambiario ha sido en detrimento del bolívar, y en tercer lugar, las medidas de elevados encajes bancarios (85 %) han convertido en inviables los créditos en moneda local. Dicho de una forma más sencilla, lo que Maduro ha hecho es dolarizar la economía venezolana. Es decir, Nicolás ladinamente ha aceptado que en cuanto a su moneda, Venezuela es un Estado “fallido”. Maduro, que le ha tocado aceptar la moneda del “imperio”, su más encarnado enemigo, se debería hincar de rodillas y exclamar: “Gracias, tío Sam… infinitas gracias…”.
Pero también Maduro debería agradecer a los iraníes que han logrado, aunque solo de forma parcial y temporal, morigerar la profunda crisis de la industria petrolera venezolana. Según reciente informe de la BBC, “luego de que la producción de crudo de ese país sufrió en los últimos dos años un retroceso histórico hasta niveles propios de mediados del siglo XX, en los últimos meses se ha registrado un repunte que la llevó en noviembre pasado hasta unos 824.000 barriles, casi el doble de los 434.000 extraídos en el mismo mes de 2020”. Según el economista petrolero José Toro Hardy, lo que ocurre no es que Venezuela esté incrementando su producción de crudo, sino que está importando diluyentes de Irán -nafta, condensados, crudos livianos- que están siendo mezclados con el crudo extra pesado venezolano de la Faja del Orinoco para así aumentar la producción. Tampoco se puede olvidar que Irán está lejos de ser una potencia petrolera. De los seis millones de barriles diarios que llegó a bombear en su día, Irán hoy solo saca dos millones de barriles.
La tercera noticia, bastante deplorable, que recibe Maduro es que le va tocar pagar muchos millones de dólares en compensación a las víctimas de los narcoterroristas colombianos que acoge en su país, principalmente de las Farc y el Eln. Según informes de prensa, el hijo menor de la candidata presidencial Íngrid Betancourt, Lawrence Delloye Betancourt, ganó una millonaria demanda contra las extintas Farc por haber planeado y ejecutado el secuestro de su madre. La corte estadounidense “exigió que a Delloye se le paguen 36 millones más los honorarios de los abogados, cuyo valor se determinará en los próximos días”. El juzgado responsabilizó del secuestro de Íngrid a varios narcoterroristas, entre ellos a Iván Márquez (huésped ilustre de Venezuela, como el mismo Maduro afirmó en 2019). La ruta legal para forzar a Venezuela a pagar a los ciudadanos no estadounidenses no está del todo definida, pero la Corte Suprema de EE. UU. ya estableció qué recursos de Petróleos de Venezuela se pueden usar para resarcir a víctimas del narcoterrorismo. ¡El precio de albergar narcoterroristas va a ser alto, Nico!
https://www.elespectador.com/, Bogotá, 23 de enero de 2021.