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Jorge Eduardo Cock 

Es no menos que horroroso, increíble e irresponsable el daño que, según informa el diario EL COLOMBIANO en su edición del domingo 14 del corriente mes, en sus páginas 6 y 7, le están haciendo a las Empresas Públicas de Medellín (EPM), como ya en toda Colombia y en muchos países la conocemos y muchos la queremos. Y es por eso y a eso que tenemos que buscarle y encontrarle verdadera salida y solución eficaz.

Hace ya unos cuantos años que no toco el tema de su propiedad y su estructura institucional, sobre el cual escribí bastante en este mismo periódico. No es que me sienta salvador, pero considero que todo lo que se ha hecho en los períodos de los alcaldes anteriores, la mayoría de ellos con muy buena intención, ha tenido sus puntos muy débiles y tornillos muy flojos, que le dan poca capacidad de resistencia a los embates que de cuando en cuando le lanzan alcaldes interesados en beneficios personales, económicos o de aspiraciones políticas —lo que pudiera llamarse prepago de favores políticos— como los que publica EL COLOMBIANO en la edición ya mencionada. Veamos un apretado resumen.

La información se refiere a la contratación de personal, que habría sido de 733 personas nuevas entre el 1 de enero de 2020, cuando empezó el actual gobierno municipal, y el 31 de octubre pasado, lo que ha subido en $ 5.300 millones la nómina mensual. “Solo el mes pasado contrataron 90.” Y para poner en contexto la apreciación, se inició el 2020 con 7.566 empleados y a final de octubre del corriente año se tenía ya a 8.299. Y más grave el asunto: “el mayor crecimiento se ha dado en este año (en 10 meses) y no en 2020, según los datos entregados por EPM y Sinpro (sindicato mayoritario de la Empresa)”.

A propósito de Sinpro, es algo muy particular: su nombre es la sigla de Sindicato de Profesionales de EPM, organismo que, según se dijo en sus comienzos en algunos círculos de o cercanos a la Empresa, fue creado para defenderla de las intentonas de altas autoridades del momento, para realizar proyectos de manera muy discutible, como basarse en que una empresa contratista que también era Estatal haría más fácil una contratación directa.

El hecho es que, con o sin amenazas evidentes, EPM es un grandísimo y muy atractivo botín para quienes lleguen a la Alcaldía de Medellín con ánimos de beneficiarse de alguna manera. ¡Peligrosísimo! Ese riesgo es resultado de no tener “doliente”. Todo por el empeño, el aferramiento a la idea de que la Empresa tiene que ser siempre cien por ciento estatal, lo que casi siempre se envuelve en “principios ideológicos”. Pero no, la solución no es privatizarla, sino vincular una porción de capitales privados con límites de participación muy bajos y reglas muy claras. En especial, los fondos de pensiones pueden jugar un papel muy importante. Y ya el esquema ha sido plena y muy exitosamente comprobado, en casos tan dicientes y variados como los de la Empresa de Energía de Bogotá, ISA o Ecopetrol.

No nos quedemos dormidos al calor de ideas y esquemas ineficaces.

https://www.elcolombiano.com/, Bogotá, 27 de noviembre de 2021.

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