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Solo falta que el ajedrez resulte ser diabólico, sexista y racista

Juan David Escobar Valencia                                  

Las corrientes extremistas y políticas de esa religión, los islamistas, han hecho mucho daño pues fueron contrariamente las primeras sociedades musulmanas quienes extendieron este juego en Asia.

En enero de este año, la autoridad religiosa de mayor rango en Arabia Saudita, el Gran Muftí Abdulaziz bin Abdullah al-Sheikh, prohibió al ajedrez porque este juego para él es de “azar”, lo que evidencia que nunca lo ha jugado o siempre ha perdido y le cuesta reconocerlo, que hace perder tiempo, dinero y es una amenaza para la sociedad al ser un “motivo de odio y enemistad entre los jugadores”. Según esto el próximo mundial de futbol es el preludio de la próxima guerra mundial que hará ver a la Guerra Fría como una pataleta regional.

Pero estos desvaríos no son exclusivos de la rama sunita del islam, en este caso el wahabismo saudí, liderado por este clérigo, porque en la rama chiita también hay enemigos del ajedrez. Hace años el Ayatola Ali al-Sistani, suprema autoridad religiosa chiita de Irak, lo prohibió, y en 1979, luego de la Revolución Islámica fue declarado en Irán como “haram”, prohibido. Por eso “harén”, viene de “haram”, porque es el lugar destinado para las mujeres de la casa, “prohibido” para todos los hombres, a excepción del esposo o los ellos que acepten que les arranquen lo que les brota de la entrepierna. Las corrientes extremistas y políticas de esa religión, los islamistas, han hecho mucho daño pues fueron contrariamente las primeras sociedades musulmanas quienes extendieron este juego en Asia.

Pero ¿por qué será que hay tanta gente empeñada a ver lo malo en todo y ponerle pirinola maléfica a las cosas, si la vida de por sí ya es bastante jodida? Si uno se lo propone le encuentra algo malo hasta lo bueno, o ¿es que no ha oído a un vegetariano despotricar del chicharrón?

Hagamos el ejercicio hipotético de encochinar al ajedrez, inventándole o magnificándole problemas, prejuicios y defectos a tan inteligente entretenimiento, así como George Bernard Shaw, a quien le parecía “un recurso tonto para hacer creer a la gente ociosa que están haciendo algo muy inteligente, cuando solo están perdiendo el tiempo”. ¿Será que George era un islamista que no salió del closet?

Una mente podrida y macerada en mala leche diría que el ajedrez es una incitación al racismo, que clasifica a la gente por el color de su superficie, que promueve una visión polarizada del mundo en el que no hay grises porque todo es únicamente blanco o negro, que perpetúa una visión monárquica de la sociedad dividida en clases sociales en donde los peones, que no accidentalmente son más pequeños que los monarcas a quienes sirven y deben sacrificar sus vidas para protegerlos, tienen menos capacidades que un caballo. Además, este depravado jueguito, acepta y patrocina el canibalismo en una orgía donde todos se “comen” a todos, y si lo de “comer” se entiende más libidinosamente, llegamos al extremo de la zoofilia, donde una reina se “come” hasta los caballos, y no estoy haciendo ninguna alusión a Catalina la grande de Rusia.

Mejor ni sigo porque no faltará el Ayatola desocupado que me declare el Salman Rushdie de la zona tórrida.

01 de julio de 2024

Publicado en Columnistas Regionales

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