La transformación de los hospitales públicos en Empresas Sociales del Estado (ESE) bajo la Ley 100 prometía un cambio radical en la prestación de servicios de salud, con la esperanza de mejorar la eficiencia y la calidad en la atención médica. Sin embargo, la realidad que hoy estamos viendo puede borrar de manera definitiva los principios de esa reforma si no se toman medidas urgentes y decisivas.
La elección de los gerentes de las ESE se ha convertido en un proceso que requiere atención y vigilancia, mediante la participación activa de los usuarios, porque el mérito y la capacidad no pueden ser inferiores a los aportes económicos a campañas políticas. La salud pública depende de la integridad y capacidad de los gerentes que sean elegidos para administrar las ESE. La experiencia y conocimiento de los candidatos, su capacidad gerencial en términos de eficiencia y transparencia, el compromiso con la calidad de la prestación de los servicios y la habilidad para trabajar en equipo con las juntas directivas, el personal médico y la comunidad, son los pilares que deben sostener este proceso.
Los problemas que están enfrentando los hospitales públicos son enormes, mientras que los recursos son limitados y a menudo insuficientes para las necesidades crecientes de la población. La escasez de personal calificado y demoras en la atención pueden ser cuestiones de vida o muerte para los pacientes que dependen de estos servicios. La gestión ineficiente y la corrupción erosionan la confianza en el sistema y desperdician recursos valiosos, mientras que el acceso desigual a los servicios perpetúa la brecha entre los que tienen y los que ni siquiera pueden.
En este contexto, la capacidad gerencial de los administradores de las ESE es más crucial que nunca y, por consecuencia, tienen que ser seleccionados por su experiencia probada en el sector salud, conocimiento técnico y habilidad para liderar equipos y gestionar recursos con transparencia y eficacia. Deben ser personas con un compromiso demostrado con la calidad y la implementación de las mejores prácticas. El trabajo en colaboración es esencial.
Los gerentes de las ESE deben ser capaces de tender puentes entre las juntas directivas, el personal médico y las comunidades a las que sirven. Deben ser líderes que escuchan, que están dispuestos a aprender y a adaptarse, y que pueden inspirar a otros a trabajar juntos por un objetivo común: mejorar la salud de los usuarios de cualquier condición, sin discriminación de ninguna naturaleza.
Es imperativo que las juntas directivas de los hospitales públicos se mantengan firmes en su compromiso con estos principios. La politiquería no puede tener cabida en la elección de los gerentes de las ESE como moneda de cambio para pagar favores, sino un reflejo de la competencia, integridad y deseo genuino de servir al público.
Las juntas directivas tienen que asumir con seriedad y calidad la elección de estos gerentes, mediante un proceso transparente y basado en el mérito. Un acto de responsabilidad y compromiso porque está en juego la salud de la gente. La sociedad civil, profesionales de la salud y medios de comunicación deben estar atentos y ser voces activas en este proceso, cuestionando, investigando y denunciando cualquier indicio de corrupción o influencia indebida.
Solo así podremos asegurar que los gerentes elegidos sean los más calificados para superar los desafíos que se avecinan, y no podemos permitir que la sombra de la politiquería oscurezca este futuro. Es hora de actuar para asegurar que la elección de los gerentes de las ESE sea un reflejo de nuestro compromiso colectivo con un sistema de salud más sólido, equitativo y eficiente.
PUNTOAPARTE. Es un secreto a voces que en La Guajira ya están compradas varias gerencias de hospitales públicos que fueron negociadas durante la elección de alcaldes y gobernador. ¿Cómo les parece?
Y como dijo el filósofo de La Junta: "Se las dejo ahí..."
@LColmenaresR