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Jorge Enrique Pava  

Después de 37 meses de inactividad, desidia, negligencia y ceguera institucional, empezaron los trabajos de reparcheo vial en algunos sectores de Manizales que, si bien tienen la ciudad colapsada, nos genera la esperanza de que el nuevo secretario de obras, Javier Mauricio García Chiquito, haya entrado a corregir un problema estructural en la administración Marín.

Y aunque nunca estaremos en contra de que se solucionen los problemas que aquejan a nuestra ciudad, sí es por lo menos grotesco ver al alcalde vanagloriarse por empezar a cumplir sus funciones (después de dos años y medio de gobierno) y anunciar, como si se tratara de un espectáculo circense, que por fin va a destinar unos pocos recursos para tapar algunos huecos que su desidia ha dejado formar o engrandecer.

Al alcalde hay que repetirle que nadie puede reclamar loas y estímulos por cumplir sus funciones y realizar el trabajo que le obliga. Porque a él cumplidamente se le ha pagado su salario, mientras sistemáticamente nos ha fallado a los manizaleños; a él se le han respetado sus privilegios y prestaciones de ley, mientras nos tiene sumidos en el abandono; a él se le han soportado sus ausencias, ineficiencias e incapacidades, mientras la ciudad se destruye y espera silenciosa y con paciencia; a él se le ha protegido por sus faltas y posibles delitos, mientras nos sumimos en una eterna espera viendo la ciudad despedazarse.

No es entonces digno de alabanza lo que hoy reclama el alcalde como un triunfo porque, al contrario de lo que vivimos, si los trabajos de mantenimiento vial se hubieran hecho oportunamente, no sería necesario paralizar la ciudad de esta forma y porque, a medida que pasa el tiempo sin prestar la atención adecuada, todos los puntos desatendidos se convierten en desastre y se vuelven urgentes, neurálgicos y definitivos. Es decir, el caos de movilidad que estamos sufriendo por los trabajos paralelos que se hacen en toda la ciudad, no es más que la consecuencia de una ausencia gubernamental prolongada, corrupta y descarada.

Pero, ¿qué puede aducir el alcalde para justificar el estado en el que se encuentra Manizales? ¿Herencia de la administración anterior? ¡No! Esa disculpa no cala ya, pues 37 meses son suficientes para corregir las falencias, terminar lo iniciado, o componer los defectos. ¿Falta de presupuesto? ¡Menos! Este inepto alcalde ha estado rodeado de la complacencia y servilismo de unos concejales conniventes, que le han puesto en bandeja de plata millonarias cifras presupuestales para que gaste a dos manos, incluyendo el pago de favores, la burocracia inútil, el nepotismo descarado y el enriquecimiento personal. ¿La pandemia? ¡Ja! Si ese fuera un asidero lógico tendríamos un universo destruido, caótico y en ruinas, y el desarrollo que vemos en ciudades vecinas nos evidencia que no hay razón para la miseria que presenta Manizales. Todo se reduce a ineptitud, corrupción, desidia e incapacidad administrativa. Y estas no son acusaciones infundadas ni viscerales: son documentadas y denunciadas legalmente, solo que las denuncias han caído en unos órganos de control y de justicia más podridos aún que la propia administración denunciada.

Bienvenido pues un secretario activo, despierto y ágil; bienvenida la reacción que nos permite pensar que los inmensos vacíos de infraestructura y vías al fin van a ser atendidos; bienvenidas las acciones para solucionar los problemas que la mala planeación, y la incapacidad administrativa del alcalde han generado; bienvenidas las obras que, aunque tardías, entrarán a solucionar una parte de la problemática vial de nuestra hermosa Manizales.

Recibimos con esperanza la presencia del nuevo secretario de obras (advierto que es mi amigo personal, pero no por ello objeto de mi silencio), porque en lo poco que lleva en su cargo ha demostrado que quiere jugársela toda para recomponer una secretaría que le dejan llena de desastres, caos, improvisación y corrupción. Este nuevo secretario enfrenta un reto inmenso al asumir la responsabilidad del desarrollo de una ciudad gobernada por la ineptitud, y en la que muy seguramente sus obras serán mostradas como acciones del alcalde cuando, repito, lleva 37 meses de inactividad, mediocridad y abandono. Solo esperamos que estas obras que hoy colapsan la ciudad, sean remedio definitivo y no otro paño de agua tibia.

www.titepava.com

Publicado en Columnistas Regionales

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