Pues eso es lo que hoy vive Colombia: un pánico ante la posibilidad de que Gustavo Petro llegue a la presidencia. Un aterrador sentimiento de tristeza al ver que existe la amenaza de expropiación del dinero de las pensiones que le pertenecen a mas de 18 millones de trabajadores. Un temor fundado de que las manos inescrupulosas de un megalómano y narcisista candidato, lleguen a apoderarse de los ahorros honestos de los colombianos.
Porque esas son las claras intenciones petristas y quedaron develadas en su nefasta intervención en el debate presidencial de esta semana, donde lo acribillaron con argumentos y lo sometieron al escarnio por sus posiciones absurdas en todos los aspectos de la vida nacional. Solo decir que los ahorros pensionales son dineros del Estado es un gran despropósito; pero además pretender apoderarse de ellos para desviarlos en gastos absurdos, es ya una locura sobre la cual ni sus ciegos seguidores se manifiestan porque saben que son salidas en falso, producto del desespero ante su previsible derrota. Y es que el país (incluidos aquellos mamertos que aspiran a que el Estado los sostenga, los mantenga y los soporte) reconoce que los delirios de Petro son perversos y que, llegando a acceder al poder, el país quedará desolado, quebrado y a merced de la pobreza y la delincuencia.
Petro es derrotable votando con conciencia. Es derrotable votando por quien hoy se presenta como alternativa con grandes posibilidades de gobernarnos dentro de los límites de la cordura y sensatez. Es derrotable en las urnas con la unión de todos los partidos que saben que la dictadura es lo peor que le podría pasar a Colombia. Es derrotable uniéndonos a Fico, el personaje que tiene acorralado al exterrorista que se quiere apoderar de este hermoso país. En buena hora salió airoso Fico en las consultas pasadas, pues entra a ser un bálsamo refrescante ante la amenaza de que el poder quede en manos del terrorismo, la primera línea, las Farc y el ELN.
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En Manizales y Caldas quedaron dos grandes perdedores de la jornada electoral del 13 de marzo: el Centro Democrático y el alcalde verde. En el Centro Democrático predominaron sus debilidades, la falta de liderazgo, la necesidad de renovación en sus directivas y la inoperancia de un director que solo actúa en beneficio propio y de sus amigos, y creyó que las masas iban a soportar la iniquidad, la ingratitud, la felonía y el irrespeto constante. El partido y sus dirigentes se estrellaron con la realidad, y quedó en evidencia la necesidad de renovar las cabezas si se quiere seguir con algo de vigencia en el tiempo. ¡Difícil!
En cuanto al alcalde verde, a pesar de obtener una curul para su primo utilizando el constreñimiento y los métodos más aberrantes de coacción en sus electores, quedó claro que de los 65 mil votos que ostentó cuando obtuvo la alcaldía, solo quedan lánguidos 15 mil, muchos de ellos llevados a la fuerza a las urnas y obligados a votar en contra de su voluntad. Es decir, lo salvó únicamente la unión con el terrorismo petrista que encontró al aliado ideal: una persona sin escrúpulos, sin reatos, sin vergüenza y sin capacidad de sonrojarse ante la mentira y el embuste. Perdió entonces 50 mil votantes que ya se arrepienten de haber contribuido a acabar con Manizales de esta manera. ¡No sé qué celebran entonces, si la tristeza y el asombro abundan en la ciudad!