Lo que queda claro de estos pronunciamientos es la inconformidad de nuestro Líder Galáctico con los controles constitucionales y su propósito de movilizar sus hordas para alterar por las buenas o por las malas nuestro ordenamiento superior.
Como la solución regular de una asamblea constituyente para reformar la Constitución no le queda fácil, su proyecto consiste en promover asambleas supuestamente populares en todos los municipios que exijan por medio de la intimidación los cambios que pretende que le den licencia para mandar a su antojo. Según cree, las manifestaciones tumultuarias de lo que considera que es el pueblo están por encima de la institucionalidad vigente. Una concepción muy rudimentaria de la entidad popular y el poder constituyente primario le sirven de apoyo ideológico para emprender esta ominosa tarea de demolición institucional.
Recuerdo que en sus años de activismo político en el MRL Alfonso López Michelsen prometía que los mejores años estaban por venir. Lo que ahora se nos ofrece es todo lo contrario: los peores tiempos están por venir.
El energúmeno que habita la Casa de Nariño les ha declarado la guerra a todos los poderes constituidos e incluso a los que obran en los escenarios de la sociedad civil. El tumulto que está promoviendo en alianza con los facciosos del ELN irá contra el Congreso, la Administración de Justicia, los órganos de control, las autoridades regionales y locales, el sistema electoral, el empresariado, la prensa libre y, si lo del padre "Chucho" se repite, la Iglesia Católica.
Él ha gritado a los cuatro vientos que hace parte de la Primera Línea y es militante revolucionario que quiere implantar el socialismo entre nosotros. Cree que la votación que lo llevó a la jefatura del Estado comulga con esos propósitos, cuando bien se sabe que ella fue víctima de sus promesas engañosas, es decir, de la más vulgar estafa política que se ha cometido en nuestra historia. Las encuestas muestran que cerca de dos terceras partes de la opinión que en ellas se registra están en desacuerdo con su gobierno.
Pero es un individuo que exhibe una mente caótica que, desde luego, si se le presenta la oportunidad, nos sumirá también en el caos social. La agitación que dice que ya comenzó en el sur del país y en Urabá no tardará en producir sus funestos resultados.
Los ciudadanos de a pie tendremos, pues, que prepararnos para sufrir los acontecimientos venideros, que a todos de alguna manera nos afectarán. El escenario de la guerra civil no es improbable, como tampoco lo es el de la dictadura. Los odios clasistas, racistas y regionales que se atizan desde el desgobierno reinante no tardarán en hacer su obra destructiva. Y no contamos con fuerza pública capaz de asegurar el orden en las comunidades, que ya han venido sufriendo el asalto de estructuras criminales de distinto signo que se sienten legitimadas por la etérea paz total, léase impunidad, que les ofrece el desgobierno.
La anarquía es un resultado posible del desorden conceptual reinante. Y bien se sabe que ella es la matriz de todo el infortunio colectivo.
¡Ay de nuestra amada patria!