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José Félix Lafaurie 

Prudencia, confianza y buena fe, fue mi respuesta a un trino de Humberto de la Calle, pretendiendo buscar intereses ocultos en mis motivaciones. Hoy, en una carta me plantea consideraciones respetables sobre las negociaciones con el ELN, al tiempo que vuelve a cuestionar los motivos de mi rechazo a las sostenidas con las Farc, y sugiere que mi reacción fue una respuesta emotiva y subjetiva a la traición de Santos, que él llama “rectificación”.

Aunque lo he explicado mil veces desde que acepté la invitación del presidente Petro en mi condición de presidente de FEDEGÁN, no tengo reparo en volver, una vez más, sobre mis motivos.

Las Farc, a partir del falso discurso de la tierra como causa de la pobreza y la violencia, exigieron como primer punto la Reforma Rural, con la pretensión de enormes extensiones para repartir y en Zonas de Reserva Campesina.  

El gobierno había garantizado que el modelo de desarrollo era innegociable, pero negoció el desarrollo rural, es decir, el campo abandonado y la producción rural. ¿Algún otro sector iba a ser afectado por el Acuerdo? Ninguno, solo el agropecuario y la ganadería en particular, en peligro junto al derecho a la propiedad privada de la tierra. Era mi deber salir en su defensa. Así de sencillo.

Advertíamos también lo que terminó sucediendo. Desde la perspectiva de los resultados, hay que reconocer que eso salió mal, pese a que Santos proclamó en la ONU: “La guerra en Colombia ha terminado”. Hoy, por el contrario, vivimos una vorágine de violencia en los campos y también en las ciudades.

Se desmovilizaron 13.000 guerrilleros, pero quedaron disidencias y Marquetalias en guerra por el control territorial mafioso en los campos, y la guerra del microtráfico en las ciudades, con las armas que compran 300.000 hectáreas de coca. La Ley de Justicia y Paz de Uribe dejó 42.000 hectáreas y desmovilizó a 54.000 violentos.

Sin embargo, prefiero mirar hacia delante y apostarle a que salgan bien las negociaciones con el ELN; primero; porque hoy nadie divide el país entre amigos y enemigos de la paz; paz utilizada como bandera política en 2014 para ganar la reelección. 

Segundo: las Farc exigieron Reforma Rural como primer punto, mientras el ELN exigió debatir primero la participación de la sociedad en la construcción de paz, porque, al parecer, quieren mostrar resultados tempranos en la vida de la gente, que es el objeto de la paz; de ahí el interés, que comparto, en implementar lo que se vaya acordando.

Y tercero: mientras el proceso con las Farc estuvo marcado por la descalificación y la guerra política, el actual debe convocar a los partidos para lograr primero la paz política, como requisito para el Gran Acuerdo sobre lo fundamental, y lo fundamental es la paz.

Lo invito, doctor De la Calle, a seguir aportando su conocimiento y experiencia. Lo invito a que miremos hacia delante…, porque allá está la paz.

@jflafaurie

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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