Al Gobierno, por negociar con un gremio “de derecha”, y a ambos, Gobierno y Fedegán, por una propuesta populista; y claro, no faltan las narrativas de los “odiadores”, para quienes la tierra de los 600.000 ganaderos, pequeños, medianos y grandes, es despojada y, por tanto, hay que quitársela… y punto.
“Oídos sordos” a tan envenenadas reacciones y, más bien, algunas reflexiones:
- Colombia no es un cuadro en blanco y negro, sino una realidad con matices en los que podemos encontrarnos. Lo opuesto al negro no es blanco solamente, sino, simplemente, NO negro.
- La recuperación del campo y el sueño de convertir a Colombia en potencia agroalimentaria no es populismo, es un reto posible a partir de grandes ventajas comparativas; reto que no es de izquierda ni de derecha. Decía Ortega y Gasset que solo una “aspiración” mantiene unido y vivo a un pueblo. Sí, aspiraciones, sueños alcanzables.
- ¿Quién ha dicho que el campo está condenado al abandono y la violencia, que no podemos tener un modelo de desarrollo equilibrado, en el que lo urbano, que se sirve de lo rural, le retribuya en inversión, desarrollo y bienestar?; una deuda histórica, una recuperación siempre prometida y siempre incumplida.
- No se trata, finalmente, de una compra-venta de tierras para entregarlas a campesinos y abandonarlos con su título de propiedad, como en el pasado. La INTEGRALIDAD hace parte del Acuerdo. Ya la ministra del ramo planteó un programa de vivienda rural, el Gobierno se compromete con vías, quizás la expresión más dramática del abandono; y deberán incorporarse Finagro, el Banco Agrario y el MinTIC con internet, mientras que Fedegán brindará asistencia en ganadería sostenible a partir de Sistemas Silvopastoriles, que capturan CO2 y generan ingresos por servicios ambientales.
Ya acordamos el QUÉ y avanzamos en el CÓMO. Fedegán prepara un documento sobre los procesos de compra y sobre su participación en las comunidades beneficiadas. El Gobierno hace lo propio y nos encontraremos en una Mesa de Trabajo con tres principios claros:
1. Transparencia en los procesos de compra y asignación de tierras.
2. Integralidad, pues su carencia fue la causa de fracasos anteriores.
3. Responsabilidad frente al campo y el país. Esto no puede salir mal.
En un país donde no se presume la buena fe, sino la mala, siempre habrá aves de mal agüero, y carroñeras también, pero a palabras malintencionadas…, oídos sordos.
@jflafaurie