De Castro a Chávez
El entonces licenciado en Derecho Civil, dijo que su alegato ante eltribunal había terminado con “la historia me absolverá”, frase que hizo carrera entre los marxistas leninistas latinoamericanos.
Desde 1953, sus fanáticos seguidores publicaron el libro que lleva el mismo título de su “profética” defensa la cual, rápidamente, en medio de la turbulencia continental provocada por el sovietismo, se transformó en el Manifiesto del Movimiento 26 de julio… y el castrismo ha permanecido desde entonces por más de 60 años en el poder.
En 1955, Castro fue amnistiado por Fulgencio Batista, se trasladó a México y regresó a Cuba en el yate Granma, en diciembre de 1956.
28 años después de la intentona castrista, el entonces presidente venezolano Rafael Caldera le concedió el indulto al Teniente Coronel retirado Hugo Chávez Frías, en ese momento -marzo de 1996- detenido en la cárcel de San Francisco de Yare, condenado por la sublevación que intentó derrocar al “gocho” Carlos Andrés Pérez en 1992.
El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), monseñor Ovidio Pérez Morales, firmó una carta dirigida a Caldera, como “una fórmula para buscar la reconciliación, tranquilidad y paz social, y así poder frenar la grave crisis política que hoy atraviesa el país, con el deseo de encaminar hacia la confianza colectiva y la normalidad…”. Entre las ocho firmas que acompañan el escrito está la de Hugo Chávez como comandante del MVR 200. Cualquier coincidencia con la situación colombiana NO es accidental. El modelo fue copiado con base en el odio de clases, tal cual sucede hoy en esta campaña preelectoral a escasos 11 días de sufragar.
De Chávez a Petro
El dirigente del M-19, que nunca fue amnistiado, recordó algo que tiene que ver con los anteriores dos dramáticos casos de seudo profetas embebidos en sus discursos históricos. Dijo Petro cuando recibió la visita del Teniente coronel que el “espíritu del chavismo persistirá por años”. A la muerte del Comandante, en marzo del 2013, el entonces alcalde de Bogotá viajó a Caracas y aseguró que “Han vivido en tiempos de Chávez y tal vez piensen que era un payaso. Están equivocados. Han vivido en los tiempos de un gran líder latinoamericano”.
No pareciera que el espíritu revolucionario de la mamertada criolla se haya desvanecido. Por el contrario, como resultado del tercer fiasco de moción de censura al Mindefensa actual, el pasado de 26 de abril y votada en 4 de mayo, el senador Iván Cepeda tuiteó: “La mermelada salvó al ministro Molano. PERO LA HISTORIA LO CONDENARÁ”. (Mayúsculas mías).
La otra cara de la misma moneda castrista. No he consultado los datos de otros autócratas latinoamericanos, pero imagino que Ortega y su esposa sentirán lo mismo y que Boric en Chile y Castillo en Perú y van por idéntico camino: la historia los absolverá, aunque tal premisa nunca fue pronunciada, y la frase final ante la corte fue: “la historia, definitivamente, lo dirá todo”, según constaba en las desaparecidas actas del tribunal y en testimonios posteriores de los jueces.
Me resisto a creer que el pueblo colombiano, estadísticamente simpatizantes de sus soldados, curas y empresarios, dé un viraje tan dramático y quiera someterse pasivamente al yugo estaliniano, resignado patológicamente en un estado de desmonte emocional, sobreviviendo, adocenado y enajenado, como en la Venezuela actual. Me resisto, definitivamente, a creer que eso pueda pasar, a pesar de la turbulencia, los gritos y el caos que genera el recientemente defenestrado alcalde de Medellín, un muchachito mal educado y lleno de odio visceral, convencido de que “El futuro se parece a nosotros”, como lo tuiteó en los últimos días. Difícil de creer, pero en eso estamos.