Apenas horas después de las elecciones, Petro ya ubicaba todas y cada una de las mesas en las que dizque no le habían contado sus votos. Inmediatamente, la Registraduría se creyó ese cuento chino y le adicionó cerca de medio millón de votos en el “preconteo”, inflando la representación parlamentaria del tal Pacto Histórico. No le preocupó algo tan imposible como aceptar que en millares de mesas hubiera habido votos solo por ese movimiento político.
Con el fin de hacerle tragar al país tan extraña e increíble aberración estadística, ahora aparece otro medio millón de votos para sumarle al “preconteo”. Con esta nueva canastada, imposible estadísticamente hablando, se compensa la primera, pero estos recientes y milagrosos votos se reparten entre varias listas para no afectar el inflado número de congresistas de Petro.
Gobierno, Procuraduría y Fiscalía siguen cruzados de brazos. Si algún día llegan los nombres de los jurados de las veintitrés y pico de mesas, es posible que algún día ellos sean llamados a declarar… cuando ya todo esté consumado.
El CNE, en vez de ordenar un escrutinio verdadero de todos y cada uno de los votos depositados en las urnas —como puede hacerlo si prefiere actuar dentro del Artículo 265 de la Carta—, insiste en prevaricar negando el fraude, y sus abogados así lo manifiestan ante la tutela interpuesta por algún ciudadano aterrado, ¡de los que todavía creen en la justicia!
¡Los partidos son citados por el CNE a una reunión, y todos ellos —incluyendo el CD y el conservatismo— aceptan que no se realice el correcto recuento de la votación!
Como si todo esto fuera poco el constitucionalista Sergio Alzate, en nombre de “Colombia Transparente” denuncia ante las autoridades, con abundante acervo probatorio, cómo unos 300.000 jurados votaron dos veces el 13 de marzo. ¡La respuesta del registrador consiste en amenazar al valeroso jurista con denunciarlo penalmente!
Es imposible desconocer que la aplanadora del tándem Registraduría-CNE sigue avanzando a través de Disproel- Indra, hacia otro “preconteo” el próximo 29 de mayo.
Como si no bastara con lo anterior ahora aparece la “cereza del pastel”: ¡Un ejecutivo de Indra pasa a ser jefe de Informática de la Registraduría!, como si nada…, como si Indra no fuera una empresa cuestionada en varios países, controlada por el gobierno social-comunista español, beneficiaria a última hora de un jugoso contrato a dedo, y que recibe en su sede a un candidato colombiano, seguramente para tomarse apenas un café…
La democracia exige un mecanismo electoral confiable, imparcial, respetable, íntegro y por tanto incorruptible. Mientras en Colombia no lo tengamos, los resultados que de él salgan a nadie van a convencer.
En cambio, el país parece haber aceptado aquello de que “quien escruta elige”.
El registrador —aceptado de manera pusilánime por Gobierno, Procuraduría, Fiscalía y partidos políticos— no se va a caer. Se ha convertido, entonces, en el hombre más poderoso de Colombia, porque dispone del poder de facto de escoger al presidente. Por su pasmosa habilidad, su cinismo, su audacia y sombrías relaciones, Vega es el King maker.
Sea en primera o en segunda vuelta, la decisión del registrador será inapelable. Si declara ganador a Petro, para nada servirá la fundamentada duda de las gentes, porque la revolución arrasará con todo. Pero si se reconoce el triunfo, por escaso margen, de Federico, las bien entrenadas primeras y sucesivas filas incendiarán el país.
Faltan 43 días para la primera vuelta. Ese tiempo es muy corto, pero si el CNE, en vez de prevaricar ordenase el recuento —como está facultado para hacerlo—, se destituye al taimado y manipulador registrador y se depura el software para garantizar su transparencia, aún quedarían esperanzas para la democracia colombiana. De lo contrario…
***
¡EL QUE ESCRUTA ELECTRÓNICAMENTE, ELIGE DEFINITIVAMENTE!