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José Félix Lafaurie 

“La cuestión es con dinero”, algo que tiene claro el “pacto histórico”, esa costosa farsa que ya gastó oficialmente 7.000 millones, más del doble del segundo en lista, y mucho más extraoficialmente, si contamos la trampa a la agenda electoral, que representó el lanzamiento fastuoso de la campaña Petro en Barranquilla, mucho antes de lo permitido.

Semejante derroche de dinero sin origen conocido, no es solo para asegurar con grandes escenarios, buses, lechona y “regalitos” la campaña del Chávez colombiano, sino para consolidar su posición en el Congreso. Hoy, con el partido liberal agitando su trapo rojo de la internacional socialista, la izquierda tendría un 47%; mañana, cuando reciba en curules el retorno de su inmensa inversión, estaríamos ante una “toma del Congreso”, apoyada por el centro-santismo, sinónimo de centro-izquierda. 

No resultó sana la decisión del CNE, de unir la elección del Congreso con las consultas de las coaliciones, que anticipó la campaña presidencial, facilitó al pacto su costosa estrategia y opacó a los candidatos al Congreso sin abultadas billeteras.

Salvo algunos aspirantes muy reconocidos, el ciudadano se enfrenta a tarjetones con partidos y números que corresponden a candidatos que no ha visto ni oído, para terminar votando por el que le dijo un amigo -voto regalado-, el que “le sugirió” el jefe -voto presionado-, el que promete alguna cosa -voto perdido-, o el que regaló tejas o “pasó un billetico” -voto vendido-

Debemos quebrar este 13 de marzo esa dinámica de indiferencia, porque el Congreso del que nos quejamos es el que elegimos con nuestros votos. El país está harto de uno vendido al Ejecutivo, como el de la mermelada, o corrupto y entregado a intereses particulares, y cambiarlo es nuestra responsabilidad en las urnas, pero ese mismo país debe contener al progresismo comunista, que busca llenar con dinero y promesas los espacios de la democracia, abriendo la puerta a la autocracia y la pérdida de la libertad.

La Asamblea de Venezuela después de Guaidó, quedó al servicio del régimen corrupto de Maduro y de la opresión al pueblo que debería defender. La imponente Duma rusa es la pantalla comunista para mostrarse al mundo como una democracia, hoy cómplice muda de la barbarie de Putin.

Así pues, elijamos responsablemente a quienes puedan contener al progresismo comunista en el Congreso, y no me siento impedido para mencionar a María Fernanda Cabal o a Paloma Valencia y muchos candidatos en otros partidos, comprometidos con el orden y la libertad como fundamento de la sociedad.

Es sencillo. Si el pacto se toma el Congreso y Petro no es presidente, le impedirá gobernar al elegido; y si obtiene mayoría y es presidente -Dios no lo quiera-, vamos hacia la dictadura de quien, ayer nomás, soltó un anticipo: ¿Quién les dijo que la democracia es que haya elecciones?

@jflafaurie

Publicado en Columnistas Nacionales

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