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Rafael Arturo Plazas Vega*

Los políticos se aprovecharon de la buena fe de un gran militar.

Colombia ha sido uno de los países más amenazados por el comunismo, pero tras la derrota militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Comunistas FARC, el Gobierno de Juan Manuel Santos Calderón decidió “lanzarle un salvavidas” a ese grupo insurgente.

Para que eso fuera posible, se necesitó de un acuerdo político entre las partes, eso era lo previsto para el fin de este grupo terrorista que tanta sangre derramó por todo el territorio nacional. Es un hecho, los acuerdos de paz son los procesos típicos para acabar ese tipo de conflictos (no guerras como muchos incautos creen), allí se presentan los intereses y exigencias de cada una de las partes, la de los insurgentes y la del Gobierno nacional, es un pulso entre ambiciones políticas de los participantes.

Ahora bien, ¿Qué papel cumplen los militares en dichos acuerdos? Generalmente, son “invitados” a ellos como formalismo internacional sin importar que la tropa tenga o no derechos a participación en las decisiones políticas del país. Para el caso de Colombia, los militares activos no tienen derecho a participar en las manifestaciones ni decisiones políticas y están obligados a cumplir las decisiones del Gobierno nacional. En este caso en particular, para los acuerdos con las FARC, al ser un acto netamente político y no militar, se dio la oportunidad para que asistiera un representante de las Fuerzas Militares para su protección y que hubiera imparcialidad en lo que allí se acordara.

Precisamente, bajo esa imperiosa necesidad el señor General Jorge Enrique Mora Rangel aceptó ir a representar a sus soldados, como gran líder que siempre ha sido, puso al servicio de los militares su prestigio, honra y estabilidad. Hoy, después de 5 años de ese “arreglo funesto y mafioso” entre FARC y el Gobierno de Turno, mi General no aguantó más tanta injusticia que de allí ha salido y optó por mostrar al mundo las realidades e intimidades que se dieron en La Habana, colocando su voz de protesta por ser una de sus funciones como representante de los militares en ese tal acuerdo.

Tristemente, durante las últimas semanas he tenido que ver y escuchar un gran número de manifestaciones abusivas, irreales e ignorantes en contra de mi General, lo han tratado de lo peor sin reconocer que fuimos los mismos militares activos y en retiro los que lo seleccionamos para que “saliera al ruedo” porque él si tenía las agallas para “ponerle el cascabel al gato”, Y LO HIZO con lujo de detalles. Claro, este tipo de críticas contra quien más hizo contra las FARC solo sirven a favor de esos insurgentes y afecta la moral de nuestros soldados, siendo el motivo para pedir por el regreso del verdadero “espíritu de cuerpo” que tanto se necesita en las filas y es el momento de cerrar filas a favor de uno de los Generales más representativos de nuestras FF.MM.

Por esa razón, se hace más que necesario que los colombianos nos preguntemos ¿Qué hubiera pasado si el señor General Jorge Enrique Mora Rangel no nos hubiera representado en La Habana? Para la mayoría de las personas de bien la respuesta es obvia: estaríamos abiertamente en un gobierno socialista (praxis del Comunismo), para otros los militares no estarían en la JEP y para los más extremos, Colombia habría acabado ya con los reductos de ese grupo narco-terrorista.

Sin embargo, hay que tener presente que las suposiciones dan para todo, razón por la cual debemos agradecer a mi General Mora que fue a La Habana y no dejó que acabaran con nuestras fuerzas militares. Ah, que los militares hoy están acobardados, que están por el piso, que están manipulados por la política, etc. Me atrevo a asegurar que no es así, que Colombia hoy cuenta con las mejores fuerzas militares desde su independencia, que siguen defendiendo la democracia y cada día están más unidas al pueblo colombiano.

Existen algunos detalles que se deben arreglar en los próximos dos años como son: devolver el Viceministerio del GSED y la Secretaría del Ministerio de Defensa Nacional a los militares activos o mínimo a retirados, retirar un buen número de misiones de la policía que hoy cumple el Ejército Nacional, y cumplir al detalle el artículo 221 de la constitución Política de Colombia de 1991 para que los militares no sean investigados ni juzgados por las mismas FARC en su organismo judicial conocido como la JEP.

Esos aspectos tan vitales para la vida del militar no se perdieron en La Habana ni fueron obras de mi General Mora Rangel, ha sido culpa de los militares activos que durante los últimos 30 años han entregado a las FF.MM. al capricho de los políticos.

Con el corazón de soldado y como hijo, hermano, sobrino, primo, nieto y oficial en retiro de nuestro glorioso Ejército Nacional solo puedo decir a los cuatro vientos: Mi General Jorge Mora gracias, muchas gracias por defendernos ante la voracidad de los políticos y los narco-terroristas. Dios sabrá reconocerlo y premiarlo. “PATRIA, HONOR, LEALTAD”.       

* Coronel (r). Doctor en Ciencias Económicas y Administrativas.

Publicado en Columnistas Nacionales

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