La experimentación y la observación conducen al conocimiento exacto que se da por medio del estudio, llegando de esa manera a la ciencia, cuyos resultados conducen a solucionarle problemas y dificultades a las personas o a las comunidades; por ejemplo, ello se podría demostrar con la penicilina descubierta por el británico Alexander Fleming (1881-1955), que como antibiótico combate las infecciones, o el doctor Luis Pasteur (1822-1895), quien desarrolló la vacuna antirrábica, la que ha salvado a millones de vidas en el mundo; pero para el caso del marxismo que ha sido una tragedia en la humanidad, y que le ha traído al planeta las peores desgracias y sufrimientos, es un aberración calificarlo de científico.
Decir que el marxismo es científico es como asegurar que dentro de la química, el cianuro es una vitamina que sirve para rejuvenecer; porque los males que ha hecho el enredo del comunismo totalitario, no tienen limite, debido a que es responsable desde que apareció de millones de asesinatos, los cuales se incrementaron con la llamada “revolución de octubre” que cumple 104 años y que celebran los comunistas, siendo el comienzo del mayor genocidio en la tierra, con el agregado del Covid-19 o peste china, cuya responsabilidad absoluta es del régimen comunista del país asiático por su origen y propagación en el mundo.
Los seguidores del marxismo leninismo como cualquier secta que se respete, han dicho que es “todopoderoso” porque es exacto, lo cual es una falacia, pues el bodrio en mención usa la bestialidad como arma principal para someter a los demás seres humanos. Y Antonio Gramsci, comunista italiano muerto en 1937, hace una simbiosis perversa entre el maquiavelismo y el marxismo, en donde la razón desaparece, dando lugar al “todo vale” para alcanzar la dirección del Estado, convirtiendo a las personas en simples herramientas para que la élite comunista logre el poder y permanecer eternamente en el manejo del Estado, avasallando y aguijoneando a las masas.
La exactitud que proclaman los seguidores del comunismo totalitario, está a contrapelo de lo que se conoce en la filosofía de la ciencia y en el método científico, como la refutabilidad, demostrándose que no hay teorías absolutas; además se ha evidenciado en la práctica que los sistemas comunistas han fracasado en diferentes partes del mundo, siendo el caso más emblemático la caída del muro de Berlín con la debacle de la Unión Soviética y sus satélites; constatándose que las proclamas “científicas” del marxismo son un pegote, pues dentro del mismo método científico no se cumple lo que se conoce como reproducibilidad, puesto que el comunismo al fracasar en el Viejo Continente, solo con la violencia, la ignorancia y la mentira ha mutado especialmente en Latinoamérica con los disfraces del socialismo del siglo XXI y el progresismo, advirtiendo que el marxismo utiliza diferentes máscaras para engañar a los cándidos.
Al ser desastrosas para la humanidad las aventuras comunistas durante sus 173 años de existencia, sería un exabrupto calificar al marxismo de científico, porque fundamentalmente dentro de las diferentes pandillas totalitarias, se mueven los apetitos de personajes que están encabezando esos movimientos y partidos, para conquistar el poder del Estado, ignorando que la ciencia se vale de la lógica y la racionalidad, lo cual es inversamente proporcional a los gustos de los que dirigen el comunismo en sus diferentes pelambres, sabiendo que la ciencia es un estudio sistemático, ordenado y lógico.
Al no ser científico el marxismo, necesariamente hay que ubicarlo en la superstición, resaltando que dos de los fundamentos de ese pegote, son el materialismo histórico y la inevitablidad, en donde se cree que fuerzas sobrenaturales llevarán indefectiblemente a la humanidad al socialismo, recalcado que dirigentes de la Segunda Internacional de los trabajadores en el siglo XIX, como Eduardo Bernstein, se mofaban de semejante invento, advirtiendo que para que esos sucesos mágicos ocurrieran, desde luego que no se contaba para nada con voluntad del hombre.
Causa risa que en dos concursos, realizados por la cadena británica BBC en 1999 y en 2005, el señor Karl Marx sea considerado como el pensador más grande de la humanidad en el ultimo milenio, y que además sea tenido como el filósofo más importante de todos los tiempos, revelándose posteriormente que dichos concursos fueron manipulados por los comunistas que votaron en masa, y el tirano de Fidel Castro especialmente había ordenado a los miembros de su camarilla apoyar en Cuba y en otras naciones el nombre de Marx, lo que demuestra que el comunismo en su bestialidad va en contra de la lógica y la razón, y busca ganar con la mentira y la fuerza bruta, porque lo único que se le puede reconocer al padre del comunismo totalitario es que su doctrina constituyó la organización genocida, que más crímenes ha cometido en la historia.
Con el fetiche marxista queda demostrado que ese lastre es anticientífico, irracional y antihistórico, dado que su práctica se ha basado en la bestialidad, en donde la razón no tiene cabida, pues como aparato burocrático lo que le importa a sus correligionarios es el poder, para que mediante sus perversas formas de actuar puedan dominar y degradar a los pueblos; entonces el repudio al marxismo debe de ser una consigna de la civilización, puesto que la destrucción de la democracia y la libertad es el objetivo estratégico de ese engendro, que en Colombia se ha expresado con diferentes presentaciones, caso de las narcoguerrillas de las Farc (armadas y desarmadas) y el Eln, además de otros rótulos.
Si el marxismo hubiera tenido algo de científico se había experimentado primero con ratas y no con seres humanos, como ha sucede en países como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Corea del Norte. Destacándose que los principales dirigentes obreros que rechazaron el totalitarismo en la Primera Internacional, le vaticinaron a Marx, que la única manera para que un régimen comunista sobreviviera era envileciendo y llevando a la miseria a las masas, y ahí están los ejemplos en los países mencionados, lo que denota que esa monstruosidad es una involución en el planeta, que está en contravía del desarrollo social y humano de las naciones.