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Alexander Cambero   

La comitiva presidencial atraviesa La Habana con rumbo al aeropuerto José Martí. Una gran cantidad de valijas son trasladadas en un vehículo que avanza detrás del anillo de seguridad. El mandatario antillano, Miguel Díaz Canel, desciende del cuarto coche ataviado de un finísimo traje Dolce Gabanna de color azul; corbata roja con zapatos Gucci. Se destaca en su muñeca izquierda un costosísimo Rolex dorado. ¡Oh, desgraciado elixir del capitalismo que fermenta la conciencia para convertirla en súbdita del consumismo…! Da órdenes precisas para que se aligeren los trámites aduanales para sus muchos acompañantes. Un largo periplo lo llevará a Moscú y Beijing en una travesía fundamental para buscar auxilio financiero que destrabe un poco su maltrecha economía.

Un Avión venezolano de Conviasa con las siglas YV3535 y que lleva el nombre del prócer General Rafael Urdaneta, aguarda en la pista. Había llegado dos días antes procedentes de Caracas, con suficiente combustible y alimentos para el extenuante itinerario interoceánico. Once días de viaje de catorce mil kilómetros con un costo de tres millones de dólares. Cálculo hecho por el departamento estadístico de la Organización de Aviación Civil (OACI) con sede en Montreal, Canadá. Este prototipo comprado a la aerolínea iraní Mahan Air es el más moderno de la flota perteneciente al estado venezolano. El confort se manifiesta en espacios amplios en donde todo está previsto. Desde hace cinco años es utilizado periódicamente por el mandatario antillano. Es más, en el aeropuerto habanero ubicado en Rancho Boyeros, tiene asignado el exclusivo puesto cuatro del terminal cinco por donde únicamente viajan las autoridades cubanas.

16 de noviembre del 2022. El reloj marca la dos de la tarde. El avión de Conviasa llegó con retraso desde Caracas, lo que molestó a las autoridades cubanas. Un irascible Miguel Díaz Canel se queja con la cancillería venezolana por la impuntualidad. Prácticamente, regañó al embajador de Venezuela en La Habana, Adán Chávez, por la dilación del avión. El periplo se iniciaba con el arribo al aeropuerto Houari Boumedienne de Argel. Una reunión clave con el presidente de la República Democrática y Popular de Argelia, Abdelmagjid Tebboune para buscar acuerdos energéticos. La fatigosa travesía para volver nuevamente a Rusia y China. Miles de kilómetros utilizando un bien del estado venezolano. ¡Qué mantequilla… ¡  

El último viaje fue hasta Europa. Miguel Díaz Canel llegó a Roma para entrevistarse con el Papa Francisco. El avión de Conviasa lo aguardaba en el aeropuerto Leonardo da Vinci. Luego a París y Belgrado. Vida de esplendor nada revolucionaria. En el avión exquisiteces vienesas y helados italianos, ni hablar de los platillos preparados por un chef internacional. En Europa los mejores restaurantes con el rocío de vinos de los principales espumantes de la campiña francesa. Mientras los cubanos se mueren de hambre. Cuánta hipocresía en estos esperpentos revolucionarios. Vividores de la ilusión de un pueblo.    

Nos preguntamos: ¿Por qué un dictador extranjero maneja a su antojo un avión que pertenece al estado venezolano? ¿Quién lo autorizó? ¿Es prestado o cancelan la tarifa internacional por ello? ¿Dónde queda la soberanía de la cual tanto pregonan? ¿Qué dice: la ´´honorable´´ Contraloría General de la República, tan sabuesa para enlodar opositores?  ¿Por qué ningún parlamentario se hace eco de algo que lesiona nuestro patrimonio? ¿Por qué se guarda silencio por un episodio gravísimo que, así como entregan un avión, ceden nuestros recursos de todo tipo para favorecer a sus amigos ideológicos? Son preguntas sin respuestas. Estamos hablando de peculado de uso. De muy posiblemente de un caso de corrupción tan evidente. Una prueba palpable de la sumisión obscena del gobierno venezolano, siempre a los pies de su amo cubano. Tanto que propagan su discurso nacionalista, para dejarse ver las costuras de falsos con este caso. Alguno indicará que Hugo Chávez utilizaba un Boeing de Cubana de Aviación. Eso es verdad, pero se olvidan que Venezuela pagaba 250 mil dólares diarios por su alquiler. Además de regalarle cien mil barriles diarios de petróleo hasta la fecha.

Este caso muestra la entrega de Venezuela al totalitarismo internacional. Una depredación total de un proceso revolucionario que ha hecho de nuestra nación un verdadero escenario de lo que significa un brutal saqueo.

@alecambero

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