Juan David Escobar Valencia
Así como The Economist, el New York Times es una gran casa editorial y de noticias que, como cualquier otra, no está exenta de errores. Pero a lo que uno no se acostumbra de tan respetables y centenarias instituciones es la parcializada visión que tienen sus encargados o corresponsales que cubren Colombia y que parecieran ser eternos funcionarios del gobierno Santos o simpatizantes de la Farc.
Margarita Restrepo
Me duele lo que le ha sucedido a Luis Alfredo Ramos, un político decente, comprometido y con sólidas bases morales.
Juan Lozano
Anima que 914.000 personas hayan salido del desempleo.
Carlos A. Montaner
Es la persona más popular de Alemania. De acuerdo con las encuestas, hubiera podido prorrogar su poder un quinto mandato. No estoy seguro de eso, pero, en todo caso, será difícil calzar los zapatos de Ángela Merkel (2005-2021). Estuvo 16 años como Canciller (Primer Ministro) al frente del CDU, el partido de los democristianos alemanes. Todo joven de menos de 24 años sólo la recuerda a ella al frente del Estado.
Indalecio Dangond
Hace unos años fui a las ciudades de Londrina, Maringá, Foz do Iguazú y Cascavel, en el estado de Paraná, para conocer la revolución productiva en el corazón agrícola de Brasil.
Pedro Aja Castaño
Porque no soy bogotano, además de que en 1948 apenas empezaba a balbucear vida, no estaba en la Atenas Suramericana cuando mataron a Gaitán. En los fríos cafetines del centro, como en diminutas escuelas políticas, se exponía una cierta fe en candidatos y sueños como sucede hoy. La sostenibilidad de una esperanza política era una mezcla muy colombiana de sabihondos, aprendices de valientes, filósofos del destino, poetas crueles, aspirantes a ‘gaitanes’ que embelesados seguían al hombre de voz y tonos de relumbre, qué se yo, una barahúnda de soñadores, supongo. Y estalló un sueño que todavía espera, en medio de desencantos, puñetazos, cuchilladas y tiros de barriada; en resumen, se fundó un país que no se entrega a los cantos de sirenas.
Los Irreverentes (Editorial)
Desde siempre, la sociedad colombiana ha sufrido desengaños y desencuentros que conducen a polarizaciones y confrontaciones sociales que afectan gravemente a la nación.
Néstor H. Martínez
Carlos Caicedo ha preferido consolidarse más como activista de izquierda que como gobernador.
Mauricio Botero C.
El Acuerdo de Paz de La Habana, con solo una parte de uno solo de los actores involucrados en el conflicto, terminó siendo negociado a las barreras (perdón, a las carreras) por un saltimbanqui oportunista, como lo llamaba Antonio Caballero. Los analistas de los conflictos colombianos aceptan que la gasolina que ha alimentado los conflictos en Colombia en los últimos 50 años ha sido el narcotráfico. Hoy, cerca del 40 a 60 % de las Farc se mantienen activas traficando coca y amapola, porque el equipo negociador en La Habana no fue capaz de obligar a la guerrilla a confesar rutas, laboratorios, cómplices y apoyos al narcotráfico desde Venezuela. El gobierno anterior, al contemporizar con el vertiginoso aumento el área sembrada en coca para no incomodar a las Farc, dejó abierta al máximo la llave de la gasolina del conflicto.
Ruby Chagüi
Han pasado cinco años desde que la mayoría de colombianos advertimos que vendría injusticia, que no habría reparación, que seguiría la violencia y que serían premiados los criminales: cinco años han pasado desde el plebiscito en el que más de seis millones de colombianos dijimos no a la impunidad pactada por el gobierno Santos y la guerrilla de las FARC. La mayoría de ciudadanos, quienes anhelamos la paz para Colombia como cualquier persona que quiera a este país, hablamos claro: la injusticia no es el precio que hay que pagar.