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Rafael Nieto Navia  

La nueva Minambiente, Susana Muhamad, es una politóloga cuya única experiencia en esta materia fue la de ser secretaria de Ambiente durante el período de Petro quien terminó con un 36% de aprobación. Muhamad es parte de los autodenominados ambientalistas, que quieren controlar cualquier obra que signifique progreso con el argumento de que perjudica el medio ambiente y nos quieren clavar el Acuerdo de Escazú que será un freno para el desarrollo nacional.

Siguiendo instrucciones de su jefe, Muhamad ha anunciado que suspenderá los pilotos de fracking y revisará las licencias ambientales de la minería a cielo abierto (carbón).  Se dice que el fracking produce terremotos y envenena las aguas.

El fracking ha permitido a los Estados Unidos pasar de importador a exportador de petróleo y ahora de gas. Está, por supuesto, regulado en su técnica y salvaguardas pero, que se sepa, no ha producido terremotos y cuando ha habido contaminación de aguas se ha corregido.

Ecopetrol, atendiendo las recomendaciones de la Corte Constitucional que legisla como el Congreso, inició dos pilotos en Puerto Wilches para verificar en el campo los efectos del fracking, “cuestión técnica compleja” según el Consejo de Estado. Aún no se conocen los resultados. Pero resulta curioso, por decir lo menos, que la nueva ministra dictamine que no se pueden continuar esos experimentos antes de que culminen. Es como suspender la investigación en una vacuna sin haberla ensayado. 

El petróleo representó en 2020 el 3.6% del valor agregado del PIB, contribuye con el 80% de las regalías que luego se distribuyen a los pueblos, y constituye más del 30% de las exportaciones. Las reservas están calculadas para 6.3 años (7.7 años para el gas) y, si no se aumentan, nos veremos abocados a tener que importar. Y no va a ser con aguacates como resolvamos el problema.

En cuanto al carbón es claro que la ministra no ha visitado las zonas carboníferas ni verificado cómo se explota el carbón. Y no ha visto cómo quedan las zonas explotadas luego de que se recuperan y se siembran con vegetación que antes no existía. Hoy hay técnicas muy sofisticadas como añadir cal para neutralizar la acidez, estabilizar el suelo y evitar la erosión y la filtración de aguas.

Creer que de la noche a la mañana se puede hacer el milagro de sustituir el petróleo y el carbón por energías alternativas es pensar con el deseo. Y en estas materias es muy peligroso improvisar.

El 90% del carbón en Colombia, que es el que se exporta y alcanza hoy precios muy altos, proviene de la costa. Se estima que ya está vendida la producción de 2022 y 2023 y que el precio por tonelada está por encima de USD 150. No podemos echar para atrás en esa materia.

El resto del carbón, en su mayoría coquizable, se produce en Boyacá y Cundinamarca. Y en el interior se producen también las antracitas y semiantracitas para usos industriales. Petro prometió a los mineros artesanales que el gobierno compraría y acumularía (?) esos carbones. ¿Será que también vamos a afectar la producción del acero?

La ministra no dijo una palabra sobre la minería ilegal, especialmente oro y coltán. La primera, especialmente, produce un altísimo daño ecológico por los daños que causa a los lechos de las quebradas y el uso de mercurio, que contamina las aguas.

Me pregunto: ¿y el Ministerio de Minas qué?

***

Coda: Los mamertos quieren mucho a los pobres y por eso quieren que haya más cada vez. O, si no, pregúntenles a Maduro y a Ortega.

https://www.elnuevosiglo.com.co/, Bogotá, 11 de julio de 2022.

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