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Mauricio Perfetti     

Inician, ahora sí, las campañas presidenciales y es crucial tener presente temas relacionados con el descontento: mayor pobreza por la pandemia; desempleo, especialmente de mujeres y jóvenes; educación maltrecha también por la pandemia; finanzas públicas, endeudamiento externo y una inflación en aumento. Estos tópicos son para debatir propuestas.

No se pueden desconocer los avances que tiene el país en varios frentes y usarlos con propósitos populistas para sumar votos de sectores que perdieron privilegios a cambio de importantes logros para una gran mayoría de colombianos, especialmente los más pobres. Me refiero a la salud y a las propuestas que ha hecho Petro.

Parece increíble que quiera desconocer la ley 100 de 1993, que trajo tantos beneficios, para regresar el país al viejo y obsoleto sistema de salud. Muchos de los jóvenes de hoy que con entusiasmo apoyan a dicho candidato desconocen varios aspectos centrales del sistema de salud antes de la reforma.

Según Iván Jaramillo y varias entidades, la cobertura al inicio de los noventa escasamente alcanzaba el 28,9 % de la población; ella era aún más deficiente para los más pobres, pues solo el 9,2 % estaba afiliado. Tal como afirman “el 71,1 % de la población adulta (90 % de los estratos uno y dos) y el 92 % de adolescentes no tenían seguridad social; de ese porcentaje, el 54,3 % estaba en manos de la asistencia pública, que no cubría ni la mitad de esta población”. Es decir, el 35 % de la población en condiciones de pobreza no recibía ningún tipo de atención antes de la ley 100 y, según otros expertos, los hogares pobres pagaban de su propio bolsillo por salud más del doble que los más ricos.

Las bondades de la ley 100 son evidentes, tal y como señalan diversos estudios: la cobertura hoy es casi universal (97 % de la población total); el gasto de bolsillo que los hogares hacen en salud no solo es uno de los más bajos en América Latina, sino, incluso, con respecto a varios países desarrollados, pues ha disminuido cerca de 140 % desde los noventa. Además, la ley 100 ha favorecido mejoras en indicadores importantes de salud, como menor tasa de mortalidad de menores de cinco años y de razón de mortalidad materna, aumento en los partos atendidos por personal calificado y la cobertura de atención prenatal (Acemi, 2012), entre muchos otros. Obvio, hay que mejorar en financiación, diferencias regionales, regulación y, especialmente, calidad.

En conclusión, Petro miente para ganar votos, devolviéndonos a lo que expertos calificaban como uno de los países más atrasados en materia de seguridad social, con un sistema marcadamente desigual y de baja cobertura. Ese es el gran engaño, hacer aparecer como si la reforma que propone favoreciera a los pobres. Tristemente, después de la pandemia y, por lo tanto, con mayor pobreza y desempleo, serían estas poblaciones las grandes perdedoras con semejante propuesta.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 24 de marzo de 2022.

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