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Juan Lozano           

La legitimidad del sistema electoral depende de la tranquilidad que generen los resultados.

Esto del Congreso recién elegido solo lo endereza un muy pronto reconteo físico total. Vigilado, auditado, con todos los testigos de todos los partidos y en todas las mesas que se requiera.

Mientras desde una orilla advierten fraude porque le aparecieron medio millón de votos al Pacto Histórico sin que para ellos exista ninguna lógica estadística en relación con el número de votos que les han debido figurar a todos los partidos, en la orilla petrista la aparición de esos votos en el escrutinio que no habían sido contabilizados en el preconteo se lee como el principio de un fraude que estaba por consumarse.

Afortunadamente, el sistema tiene instancias que permiten encender alarmas, atender alertas y enmendar errores, y por eso en el momento del escrutinio aparecieron votos no registrados. Y afortunadamente también, los tarjetones físicos existen para ser recontados. Pero eso no basta para restaurar la confianza perdida.

La legitimidad del sistema electoral y de los próximos gobierno y Congreso depende de la tranquilidad y aceptación que generen los resultados electorales, y eso no es un problema que se pueda reducir solo a ‘softwares’, ingenieros e incisos legales. Se trata de un intangible precioso que se llama confianza.

Es preferible demorarse una semana más si es preciso, y adelantar un reconteo físico exhaustivo, público, total, transparente y vigilado de todos los votos que se requieran. La ley electoral lo permite. Y a Colombia no la pueden mandar a primera y segunda vuelta con esta sombra tenebrosa.

La Registraduría ha cometido muchos errores costosos, empezando por la inadecuada capacitación de los jurados electorales, los diseños de los E14, las presuntas dificultades con el escaneo y la transmisión de los formularios y resultados, la reticencia a reconocer las necesidades de ajustes que les habían señalado oportunamente, la tardanza en la implantación, testeo y auditoría de los ‘softwares’, la falta de planes de contingencia ante el desfase entre preconteo y escrutinios y la demora en salir a poner la cara y a darles explicaciones claras a los colombianos frente a lo que estaba ocurriendo.

Y falta lo más complejo y delicado (sí, esto apenas empieza), y es que aún la polémica Indra no ha salido a bailar con su nuevo ‘software’. Ojo. ¿Ya lo probarían?

Por eso creo que una cosa explicable es no aceptar resultados hasta que se dé un reconteo total, y otras dos muy distintas son asumir desde ya que se van a robar las elecciones presidenciales y que el Registrador debe renunciar ya. Creo que la renuncia del Registrador en este momento y antes del reconteo y de saber qué pasa con el ‘software’ de Indra empeoraría la crisis. Él se debe quedar para reconocer sus errores, enmendar la plana, asegurar la plenitud de garantías para el reconteo y dar la cara todos los días.

Para preparar esta columna he dialogado con prestigiosos exregistradores a quienes agradezco su tiempo, con exmagistrados del Consejo Electoral, académicos y expertos en derecho electoral. La situación indeseable que estamos viviendo se puede empeorar, con efectos catastróficos para Colombia si no se restablece la confianza, es decir, si no se hace ese reconteo solicitado.

El Gobierno ha citado a la comisión de garantías electorales. Buena idea. Ojalá no se queden en el debate burocrático y técnico para poder ir al fondo del asunto. Más allá de careos, reproches y peleas, se deberían ocupar de asegurar todas las condiciones logísticas operativas, de sistemas, de vigilancia y de control para que el reconteo total de los votos en conflicto emitidos el domingo se adelante sin contratiempos y sin sombras para que se conforme el Congreso con los legítimos elegidos y para que en primera y segunda vuelta gane limpia y honradamente quien haya conquistado las mayorías.

Tan peligroso es un fraude electoral como la idea generalizada de que ese fraude existió. Colombia requiere certezas, transparencia y claridad.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 20 de marzo de 2022.

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