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Juan Gómez Martínez 

Sin duda ninguna, los grupos violentos, la subversión, las guerrillas, los paramilitares y todos aquellos que atentan contra el pueblo colombiano y su democracia lo pueden hacer gracias a sus capacidades económicas. No nos imaginamos unos grupos pobres, sin recursos y con capacidad de atentar contra el estado y los ciudadanos. Para hacerlo, necesitan organización, grupos fuertes y, para ello, importantes recursos económicos.

Con la premisa anterior, tenemos que entrar a descubrir de qué dineros y de dónde provienen para lograr mantener esos grupos subversivos con vida y poder de acción. Cortados los caminos de acceso a esos dineros, se da un gran paso para combatirlos con eficacia.

No hay duda alguna de que el tráfico de drogas y la minería ilegal son las fuentes más poderosas para la subsistencia de todos los grupos subversivos, llámense Farc, Eln, Clan del Golfo o como se quieran llamar. Si se acabara con esas fuentes, la subversión entraría en decadencia.

Para atacar esas fuentes, habría que empezar por lo primero: los cultivos ilícitos y, antes, ir al principio de esos cultivos: la quema de los bosques tan de moda ahora. Es que, para sembrar una hectárea de coca, tienen que quemar y despejar tres hectáreas de bosques. En estos días hemos visto cómo, en los Llanos Orientales, están acabando con la selva nativa. Si se controlan esas quemas no habrá dónde cultivar coca.

Pero ya en el sur del país hay grandes extensiones de cultivos de coca, gracias a la absurda entrega de Santos a las Farc y a la teoría de su ministro de Salud, Alejandro Gaviria, que afirmaba que el glifosato es cancerígeno. Pero, curiosamente, no lo es cuando se asperja con ese químico los cultivos de banano, de arroz, de maíz, de papa o cualquier otro comestible. Es otra de las falacias del acuerdo de paz.

Si se controlan las quemas de los bosques y se atacan los cultivos de coca, no habrá materia prima para la producción de cocaína. Hay que volver por el glifosato. Hay que buscar la manera de tumbar el punto del acuerdo con las Farc sobre la prohibición del químico, tan eficiente como para prohibirlo en un acuerdo llamado histórico.

Si no es posible el uso del glifosato, hay que bombardear los laboratorios para el procesamiento de la droga y evitar su producción y, a la vez, la contaminación que causan en los ríos, donde botan los químicos después del proceso.

Otra de las fuentes de ingresos de los grupos ilegales es la minería ilegal. Con ella viene la contaminación de los ríos con el mercurio utilizado en la separación del oro y, a consecuencia de esto, la pérdida de la riqueza piscícola, por el mismo mercurio, y la pérdida de las aguas puras para convertirla en aguas pantanosas que también impiden la vida de los peces.

En resumen, hay que controlar las fuentes de riqueza de los grupos subversivos, volviendo por el control que se ejercía antes de la entrega de Colombia a las Farc.

Ojo: el responsable del no uso del glifosato está de candidato a la presidencia

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 13 de enero de 2022.

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