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Andrés Candela      

¡Ninguna persona que se jacte de “ser periodista” tiene que ponerse rodilleras ante Quintero!

Él ya había desfilado, en esta tribuna, como “el dios tomate”. También como “un rarísimo y politiquero camaleón populista de todos los colores y pelambres”; además como “un narcisista ataviado de todas las arengas populistas” para llegar al poder con el credo que fuera. Pero el susodicho sabe transformarse, “reinventarse”; por cierto, definición que nos deja la pandemia y a la cual le tomé inmensurable fastidio. Las cosas solo se inventan una vez, nada se reinventa, simplemente se mejora, se desarrolla. Mejor, sigamos…

El último Nobel de la Paz se le acaba de entregar al periodismo que no calla, que incomoda a los ególatras que se embriagan con el poder y llegan a creerse inmortales.

¡Lo celebré! ¡Es el periodismo que respiro! Aplaudí el galardón de este año porque es un mazazo de autoridad ética que necesitan como ejemplo algunos anestesiados periodistas en Medellín para despertar de una vez por todas del letargo: ¡nadie se tiene que arrodillar para hacer buen periodismo! ¡Ninguna persona que se jacte de “ser periodista” tiene que ponerse rodilleras ante Quintero! Para eso el señor alcalde tiene su muy nutrido séquito de limacos aduladores y una robusta nómina de focas en el activo comité de aplausos que celebran sus salomónicos trinos en profundas discusiones de reguetoneros. Asunto primordial para una ciudad como Medellín, en la cual ya todo está hecho y al señor alcalde, parece ser, lo mata el tedio por no saber qué hacer.

El nuevo gerente de Telemedellín, Deninson Mendoza, parece ser, da un exacto ejemplo de cómo debe ser el guion del obediente camaleón y pregonero del comité de glorificaciones para el ya desmantelado narcisismo de Daniel Quintero: “Lo que a mi jefe le gusta a mí me encanta”, “soy hincha del Cali a morir, pero hoy me gusta mucho el Nacional porque el jefe es hincha de Nacional”. Pero faltaba la cereza final del postre: “¡El canal (Telemedellín) es del alcalde!”, afirmó el señor Mendoza.

En entrevista para la revista Semana de Vicky Dávila con el desvinculado director de noticias de Telemedellín, Hernán Muñoz, el asunto adquirió una dimensión que supera toda nuestra realidad y ficción macondiana: el mencionado accionista e hincha del Cali, pero ahora ungido discípulo de Nacional, no quiso –como es debido– aceptar la entrevista en vivo con Vicky Dávila; por el contrario, el señor Mendoza envió un video que más bien parece un homenaje al célebre Cantinflas con un memorizado calambur de 1’ 02” que, supuestamente, debía ser la respuesta y argumentos del gerente por el despido del director Hernán Muñoz. Vi cuatro veces el video enviado por el señor Mendoza a Vicky Dávila, ¡no le entendí absolutamente nada!

Con denuncias y pruebas muy contundentes –aunque les ofenda la comparación y los aduladores del alcalde Quintero se rasguen las vestiduras–, en Medellín se viene despilfarrando el erario en propaganda de la alcaldía al mejor estilo de Joseph Goebbels. Denuncia que publicó El Colombiano el pasado 29 de septiembre: “Si bien los contratos de pauta desde la Alcaldía son habituales, y en muchas ocasiones millonarios, es extraño que ahora crezcan en cantidad y valor los que se hacen con portales que tienen poco tiempo al aire y que, incluso, están aún en construcción y en algunas ocasiones no cuentan con contenido propio. Los entes de control están llamados a vigilar el dinero de todos”.

Con el ya mencionado perfil del alcalde Quintero, sus clásicas actitudes psiquiátricas de un ególatra con poder y un ejército de inquisidores a su favor, es imposible que algo bueno pueda surgir de todo esto; además, pierde la ciudad, se esfuma una vital posibilidad para que el periodismo haga ver y comprender su labor social en beneficio de las personas. Lamentablemente, desde el comienzo de internet, el spam siempre ha estado presente entre nosotros.

P. S.: No es malo que una gobernación o alcaldía tenga un canal, es la mejor brújula para el gobernante. Lo patético es cuando lo convierte en cajas de resonancia del orgullo y la vanidad.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 13 de octubre de 2021.

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