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Beatriz De Majo      

Los exportadores chinos y sus clientes en muchos lugares del planeta sintieron pánico cuando el más grande puerto del noreste de China tuvo que detener sus actividades en la semana pasada por la escasez de electricidad en buena parte de la geografía nacional, lo que produjo un inesperado contingentamiento del suministro de energía al puerto. Las grúas que se utilizan para carga y descarga de contenedores y mercancía simplemente se quedaron inmóviles en medio de la jornada de trabajo.

Estos fenómenos de corte del fluido eléctrico se han estado produciendo en las últimas semanas. Una muy grande proporción del sector industrial ha estado recibiendo el impacto de la falta de suministro, un fenómeno ocasionado por un conjunto de distorsiones: controles ambientales en China, el incremento de los precios de la electricidad y el racionamiento han afectado el aprovisionamiento de plantas y de hogares hasta el punto de que son numerosas las industrias que han debido reducir su producción o que literalmente han debido detenerla por periodos de tiempo cortos pero significativos.

La falta de electricidad se está sintiendo igualmente en los hogares, en las ciudades, y está provocando estragos en una gran cantidad de actividades que dependen de su suministro constante. Imaginemos por un instante lo que puede ser el invierno sin calefacción para las familias o en los negocios de cualquier índole.

Es claro que la manufactura está siendo alcanzada por la escasez energética justo en el momento en que no solo el mundo se esfuerza por alcanzar los niveles de actividad existentes antes del 2020, sino cuando la propia china, con sus mil cuatrocientos millones de consumidores, está alentando a la ciudadanía a consumir más.

Ocurre que China es un país altamente dependiente del carbón como fuente de suministro para un número importante de industrias: 60 % de su economía es impulsada por este combustible altamente contaminante. La gran paradoja es que, mientras en suelo chino actualmente están construyéndose 46 grandes plantas alimentadas con carbón, desde Pekín se ha asumido un compromiso formal en los organismos competentes internacionales de no financiar más plantas de carbón en otros países, ya que el mundo entero está comprometido en la batalla por abandonar esta fuente energética de manera que se constriña el calentamiento global a apenas 1,5 grados centígrados.

Es así como China, según los expertos del sector energético mundial, pudiera estar impulsando el fin de la era del carbón como fuente primaria de energía —la segunda, en realidad, después del petróleo— por fuera de sus propias fronteras. Pero la batalla por despegar el mundo de su dependencia no se da de la mano con su propia batalla.

China se encuentra en un verdadero disparadero. El impacto que la escasez de electricidad está teniendo en la economía del gigante que surte de productos intermedios y materias primas a la industria global es enorme y puede ya medirse en números nada halagadores para Pekín. La firma Goldman Sachs ha rebajado la expectativa de crecimiento del país de 8,2 %, que era su predicción anterior, a 7,8 % y la razón no es otra que la situación energética del país. Otro tanto han hecho calificadoras de riesgo como Nomura, el gigante japonés, Morgan Stanley y China International Capital Corporation.

Lo anterior plantea un problema estratégico de envergadura para las autoridades, porque este talón de Aquiles coloca a Pekín frente a la necesidad de reorientar sus prioridades internas. Ya los jerarcas calificaron al suministro energético de “primer objetivo político del momento”. El costo de no lograrlo puede ser inmanejable en el terreno industrial, tanto como en el social

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 05 de octubre de 2021.

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