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Héctor Hoyos Vélez 

Nuestra admiración y gratitud por la institución de las Fuerzas Armadas de Colombia corresponden a su gloriosa trayectoria en defensa de nuestra libertad y de la protección de la vida, honra y bienes de nosotros los ciudadanos. Todavía celebramos con orgullo la Operación Jaque, la impecable hazaña de rescate de los secuestrados por el terrorismo, que selló en la historia reciente la grandeza de Colombia.

Son estos hijos de la patria quienes colocan a nuestro país por lo alto entre las naciones libres del mundo, y  han sido quienes han hecho posible el control del orden público en este país de políticos corruptos, transigentes con el terrorismo, el narcotráfico y la criminalidad. Pero precisamente, esta decadencia política amenaza con destruir la Nación; hasta nuestra historia de la cual ellos han sido protagonistas, es cuestionada y tergiversada para humillarlos como con la noción de justicia impuesta en su contra y en favor de los terroristas.

Pero no bastó con imponerles la persecución institucional de la justicia amañada; este gobierno representa a sus enemigos que son también nuestros enemigos porque son enemigos de la libertad. Comenzó con una purga de los más destacados Generales, para ablandar el ímpetu que da la gloria, el sacrificio por la patria, el cumplimiento del deber y la honra de nuestros soldados, y para cortar el vínculo tradicional de nuestras Fuerzas Armadas con la política de seguridad internacional de los Estados Unidos, y ahora, mediante decretos que muy fácilmente transgreden el Orden Constitucional, impiden su ofensiva contra grupos de delincuentes cuyo propósito es crecer su control territorial, o convierten a delincuentes capturados y procesados, en “gestores de paz” para estregarles en la cara sus ofensas y bofetadas, o gradúan a cuadrillas de grupos armados ilegales de “guardias campesinas” que degüellan policías secuestrados y abandonados por decisión presidencial.

Quien gobierna así contra nuestras tropas es el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Colombia, un exguerrillero del grupo que incineró a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y para mayor ofensa, un hombre que por las numerosas pruebas y denuncias ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara, debe perder su investidura de Presidente por exceder los topes de su campaña presidencial. Así lo dispone la Constitución.

He sostenido que para nosotros los ciudadanos el señor Petro ya no es el Presidente, así como un asesino que mata a su víctima en la calle a la vista de todos ya no es un ciudadano intachable, aunque aún no haya sido juzgado.

Pero el problema aquí es que ejerce el poder con todo y eso, con la misma convicción rebelde de cuando empuñó armas contra el Estado, persigue las empresas y la propiedad privada de la tierra, señala a la prensa libre con amenazas, busca el poder absoluto, la dictadura, enfrentándose a la fiscalía y a la Procuraduría, pretende someter al pueblo a la pobreza y la miseria, a estatizar la salud y las pensiones para usufructuar con sus camaradas el ahorro público y doblegar al pueblo, a destruir la infraestructura energética, y ahora se declara en favor del terrorismo internacional que atacó a Israel, con lo que este energúmeno nos introduce en esta guerra mundial del lado de nuestros enemigos que ejercen terror contra el mundo libre. Es decir, todo un expediente de un enemigo del Estado y del pueblo colombiano y también un enemigo del Estado de Israel y de los Estados Unidos.

Conviene pues aquí preguntarse cuál es el papel de las Fuerzas Armadas que pertenecen al ordenamiento jurídico, en estas circunstancias en las que su comandante en Jefe ejerce el poder como si representara a quienes actúan al margen de la ley, al hampa, y si vale el fundamento de que se deben al pueblo en defensa de la Constitución Nacional, o si esa misión se suplanta por la obediencia a su comandante en Jefe sea la porquería que sea. Entonces resulta que aunque tengamos un individuo, que tiene en su contra un proceso de pérdida de investidura de Presidente y es enemigo del Estado colombiano y de las propias Fuerzas Armadas como institución del Estado libre de Colombia , y tiene ya la mayor parte del pueblo en su contra, nuestra fortaleza contra él es precisamente que nosotros sí defendemos el Estado de Derecho y que como buenos ciudadanos defensores de la ley y el orden, podemos exigir a todas las instituciones incluyendo las mismas Fuerzas Armadas, cumplir con rigor sus funciones constitucionales para cerrarle el paso a sus pretensiones totalitarias y a sus provocaciones a la violencia.

Hasta ahora su familia y él mismo con sus declaraciones, su comportamiento, sus decisiones y omisiones, son sus peores enemigos.

Nuestro camino es la rectitud ante la cual un torcido por daño que haga no prevalecerá.

 
Publicado en Columnistas Regionales

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