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Ángela María Vélez 

Es indudable que una de las estrategias para la toma del poder del socialismo en Colombia, ha sido a través del adoctrinamiento político y el accionar de la población civil, especialmente de nuestros jóvenes, que se han convertido en caldo de cultivo de caudillos congresistas y líderes del movimiento político de izquierda, pretendiendo llegar a ser gobiernos dictatoriales. 

Los máximos exponentes en las ideas totalitarias de socialismo y comunismo y su adoctrinamiento se remontan a la mitad del siglo XX.

Según Philipp Lersch, psicólogo y filósofo alemán, perteneciente a la corriente moderada de la filosofía de la vida, que dedicó gran parte de su vida y estudios, al análisis de la personalidad humana, definió la psicología del adoctrinamiento así: “es aquella que tiene por objeto el procedimiento de manipulación psíquica puesto en práctica en las acciones de limpieza de la era estalinista y en los primeros años de la era de Mao Tse Tung que en China se definió coloquial y metafóricamente como ‘lavado de cerebro’ (Mehnert, 1962, p. 227), y que, bajo esta denominación, ha alcanzado posteriormente celebridad internacional.” … “El concepto de ‘adoctrinamiento’, común en la literatura norteamericana, es el que mejor designa aquello de lo que en realidad se trata en el ‘lavado de cerebro’, esto es, de un método diseñado para desmantelar los valores, las convicciones, las opiniones y las conductas arraigadas por medio de la educación, la costumbre o el desarrollo de su propia individualidad, convirtiendo su conciencia en una especie de tabula rasa que es infiltrada y fijada luego con valores, convicciones y opiniones diferentes o incluso opuestas”.

Este adoctrinamiento es una herramienta perversa que solo busca persuadir, imponer y controlar opiniones y decisiones. Cercena la capacidad de análisis, razonamiento y sentido crítico. Esclaviza. Va contra el libre desarrollo de la personalidad y del propio juicio, de la objetividad, autonomía, hasta la pérdida del nivel de tolerancia y aceptación de las diferencias. Las personas adoctrinadas terminan como personas dependientes. Pierden su libertad. Contrario a la educación que tiene por objeto aportar los conocimientos necesarios para ser autónomos, independientes, a partir del desarrollo de las habilidades y del propio juicio. No han faltado irresponsables caudillos que han utilizado aulas de clase y otros espacios sociales para el adoctrinamiento de niños y jóvenes.

Los jóvenes son la población más vulnerable para el adoctrinamiento por las condiciones especiales que reúnen: los retos que enfrentan, las características bio-psicosociales propias de la edad y sus necesidades.

Entre los retos que enfrentan los jóvenes en Colombia están el alto índice de muertes violentas y baja expectativa de vida, el consumo y comercialización de las drogas, la dependencia y subordinación al mundo digital y surgimiento del ciber acoso, bullying y matoneo, la “moda” biopsicosocial (modelo de salud que incorpora factores biológicos, psicológicos y sociales) y las comunicaciones.

Entre las necesidades que padecen muchos de nuestros jóvenes está la inclusión, la participación, las pocas oportunidades sociales, educativas y laborales para su desarrollo integral y la no reproducción de la pobreza.

A estos retos y necesidades se suman los comportamientos propios de la juventud en la búsqueda de una identidad, del apoyo de personas de su edad con quienes comparten su tiempo, intereses, y sueños para aumentar su estima, en la búsqueda de un reconocimiento. Y otros factores como la irritabilidad, el aumento de la agresividad, la sexualidad desinhibida, la falta de madurez emocional, el descontento, la rebeldía, el rechazo a los límites, a la autoridad, imposiciones y normas, al control, el poco bagaje e interés en la investigación y conocimiento histórico de transformaciones sociales, económicas y culturales del país, entre otros.

En muchísimos jóvenes, entre los retos, necesidades y comportamientos propios de la edad, existe un denominador común: el descontento. Una inconformidad que puede dar origen al desarrollo de una identidad negativa. Y es aquí donde los caudillos del socialismo encuentran un coctel perfecto para el adoctrinamiento con el falso ideario del socialismo, de la igualdad social, repartición “justa” de la riqueza, extinción de clases sociales, “democratización” de la propiedad privada, mayor control del Estado, nacionalización de los medios de producción. El socialismo promueve el odio de las clases sociales, la desinformación, la destrucción y desestabilización, adoctrinamiento recibido por los jóvenes de la “Primera Línea” en Colombia para causar daños sistemáticos y colaterales utilizando el terrorismo. Modelo importado de las protestas en Chile.

En Abril de 2021 vimos por primera vez en Colombia las actuaciones de los jóvenes de la “Primera Línea”, camuflados en las movilizaciones y protestas sociales de jóvenes en el territorio nacional. Actuaciones vinculadas a delitos de vandalismo y terrorismo. Atentaron contra la vida de civiles y de la fuerza pública; bloquearon; destruyeron y afectaron las vías y medios de transporte; afectaron los bienes públicos y privados. Una “Primera Línea” financiada por las disidencias de las FARC, la Segunda Marquetalia, el ELN, grupos narcotraficantes, otras bandas criminales y hasta por ciudadanos rusos, según investigaciones de la Fiscalía y de la Fuerza Pública.

Hoy, tienen medida de aseguramiento en establecimiento carcelario, y otros detención domiciliaria. Arruinaron sus vidas y las de sus familias. Perdieron su libertad. Los caudillos cumplieron sus planes de adoctrinamiento para convertirlos en los Kamikazes del socialismo. En vísperas de las elecciones presidenciales, los jóvenes mercenarios de la “Primera Línea” son aves de mal agüero que anuncian lo que sucede en un gobierno socialista.

Esa “Primera Línea” está integrada por un grupo minoritario de jóvenes violentos, sin respeto ni tolerancia por la diferencia. Sólo quieren el caos. El resto de jóvenes, que son la gran mayoría, tienen afianzados sus principios, valores y propio juicio. Son fuerza mayoritaria para lograr la transformación social hacia el avance y potencialización de nuestro país. Debemos apostarle a la juventud. Atender sus necesidades de inclusión, educación de calidad y formación, empleo digno, vivienda accesible, posibilidad de ascender en la escala social. En definitiva, plenitud de sus desarrollos como seres integrales. Los debemos acompañar y apoyar. Ese sería el verdadero cambio generacional. Es un reto que se debe asumir oportunamente para blindarlos contra el adoctrinamiento y evitar que sean cooptados por los radicales socialistas que nos quieren gobernar.                            

Publicado en Columnistas Regionales

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