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Gonzalo Mejía Córdoba

El hecho de que Gustavo Petro no haya podido cumplir su propósito de no dejar gobernar al presidente Iván Duque después de la derrota que sufrió en las elecciones de 2018 y luego con la ayuda inclusive de la pandemia y del paro a manera de toma guerrillera para colapsar al país, lo tiene vomitando odio como a cualquier frustrado. No obstante todo lo anterior, se empecina cada día con más furia para que Colombia no le cierre la puerta al ingreso del mal llamado Socialismo del Siglo XXI que sin duda es su máxima aspiración, para que de manera ingenua caigamos en manos de una dictadura igual a la de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Para lograr su objetivo se viene desplazando por todo lo ancho del país saltando por sobre las normas sin una autoridad electoral que lo controle, decidido a imponer su ley cueste lo que le cueste. 

A este oscuro propósito le presta valiosa ayuda la alcaldesa de Bogotá que pensando en su futuro presidenciable para dentro de cuatro años, acepta en silencio el desplazamiento de los habitantes del Portal de Las Américas, en Bosa y Suba, como un derecho de los incendiarios. De ahí los atracos, los robos en las residencias, de celulares, de vehículos y la inseguridad en general en las calles, en los barrios y en las avenidas; y no hace uso de las facultades que le competen por ser la primera Autoridad de la Capital en su condición de Comandante de la Policía y que la obligan a garantizar los derechos de los ciudadanos, porque según ella esto de garantizar la seguridad ciudadana sería realizar una “masacre policial”. De igual forma a esta ayuda de la alcaldesa la imitan los alcaldes de Medellín, de Cali y de otras ciudades del país.  Y por si fuera poco, a través de la estrategia de las alianzas que usan como guarida para esconder sus planes se preparan para captar los votos de los indecisos y de los ingenuos que, desengañados por algo o porque actúan dominados por un impulso, por ignorancia política, por desconocimiento de la historia y no por convicción, renunciando a sus principios le entregan su derecho a cualquiera de estos malintencionados “caza-votos”. Ahí tenemos a los de la llamada esperanza, a la de centro izquierda o el pacto histórico, a “los independientes” y quién sabe qué otras más, todos a una convertidos para esta campaña electoral en la mayor insignia del narco acuerdo de La Habana, por ser comandados por el traidor más grande Juan Manuel Santos portador de un premio que cada día que pasa le sirve tanto a él como a Colombia más de vergüenza que de honor. ¿Lograrán el objetivo de imponernos al gritón que se propone acabar con todo, con las empresas, con la electricidad, con nuestras Fuerzas Armadas y de Policía incluida nuestra alegría y quien fue asesor de Chaves y lo es de Maduro?

A todos los colombianos de bien, esto nos obliga a pensar. Empezando por, alejados de todo ego, en forma decidida unirnos para votar por el candidato que surja de una verdadera alianza patriótica que encarne los principios de la libertad, distinta a las anteriores que son sinónimo de dictadura. Dentro de estos y otros tantos retos que tendremos que enfrentar los colombianos de bien, éste, el de derrotar en las urnas las artimañas urdidas por los enemigos del país y su candidato es el mayor reto que nos trae el 2022.

Publicado en Columnistas Regionales

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