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César Salas Pérez   

Cuando estaba escribiendo estas líneas, la información de último momento era que el terrorista sanguinario apodado “El paisa” había sido ultimado en Venezuela, tras un atentado en su contra por la lucha y el poder del negocio del narcotráfico.

De confirmarse la buena nueva, sería una víctima de su propio actuar delictivo, y de no ser confirmada oficialmente la noticia, hay varias cosas por decir de este temible narcotraficante que tanto daño les hizo a los colombianos durante más de tres décadas plagadas de sangre, llanto, dolor, cocaína y muerte.

Es tan larga su historia criminal que solo podemos acudir al resumen de las principales maldades para contextualizar a nuestros lectores.

Hernán Darío Velásquez Saldarriaga desde muy joven empezó a delinquir en Antioquia como piloto de helicópteros al servicio de las mafias.  Posteriormente, se vinculó a las Farc donde logró consolidarse como el cerebro criminal de esa organización conformando su propia estructura, “La columna Teófilo Forero”, responsable de los hechos criminales de mayor connotación en todos sus niveles.

El delincuente de marras tiene en su prontuario más de 500 acciones terroristas en contra de civiles indefensos, uniformados, poblaciones, autoridades, rencillas entre Farc y contra todo el que se le opuso, le investigó y enfrentó.

Desde los fracasados diálogos de San Vicente del Caguán con Pastrana, “El paisa” ya jugaba a la paz. Mientras la plana mayor de las Farc montaba su plataforma con el gobierno de entonces en la búsqueda de caminos de cese de hostilidades y la firma de un acuerdo de paz, este bandido, al igual que alias “Romaña”, “Gentil Duarte”, el asesinado “Santrich” y una larga lista de peligrosos delincuentes de esa organización criminal seguían secuestrando, extorsionando y traficando cientos de toneladas de clorhidrato de cocaína con rumbo a Estados Unidos y Europa por las rutas que solo él tenía acceso y manejaba a su antojo.

Terminados los diálogos en 2002, volvieron a sus madrigueras a atacar a mansalva a la fuerza pública, a secuestrar políticos, empresarios, candidatos presidenciales, a dinamitar poblaciones y a reactivar las pescas milagrosas. La Teófilo Forero está en la memoria de las víctimas como una de las organizaciones ilegales que más violó y vulneró los derechos Humanos de miles de colombianos indefensos.

Basta con recordar el secuestro de más de 15 personas en el Edificio Miraflores en Neiva, el atentado al club El Nogal de Bogotá en 2003 con un saldo de 35 víctimas y más de 135 heridos. El secuestro de tres ciudadanos norteamericanos en zona rural de Florencia, Caquetá; la muerte de cinco concejales de Puerto Rico, Caquetá en 2005; el homicidio de nueve concejales de Rivera, Huila en 2006; la muerte de la hermana del expresidente César Gaviria, en Pereira en el 2006.

El atentado fatal al Gobernador del Caquetá en 2009. El secuestro de los once diputados del Valle del Cauca y cientos de atentados criminales a miles de compatriotas; las tomas a bases militares y policiales, entre muchas otras.

La seguidilla de maldad de este “demonio” es interminable.

Cuando inició el proceso de Paz de Santos en La Habana, se mostraba escéptico porque lo suyo no era dialogar sino asesinar y traficar.

En esos cinco largos años de diálogos, “El Paisa” se dio el gusto de exportar cientos de toneladas de cocaína hacia el exterior y amasar una fortuna de miles de millones de dólares que el fallido proceso habanero convirtió en la operación de lavado de activos más grande en la historia reciente del mundo entero.

Últimamente, salía en videos con otros delincuentes de alta alcurnia como alias “Iván Márquez'' y “Santrich”, refundadores de la “Narcotalia”, declarándose desertores de la tal paz y nuevamente alzados en armas contra el estado colombiano, tan amenazantes como beligerantes.

Aunque no se conocen mayores detalles de cómo y en qué circunstancia fue ultimado el peligroso delincuente, informaciones muy cercanas a la inteligencia venezolana aseguran que fue ultimado por un grupo armado y narcotraficante que opera en el estado de Apure, Venezuela, fronterizo con Colombia.

La falta de información oficial se da por una simple razón, desde hace seis años nuestro país no tiene relaciones diplomáticas con la dictadura, y por ende, no hay cruce de información.

Sin embargo, en el país se dice que el grupo que habría perpetrado el ataque habría sido el mismo que asesinó a alias “Santrich”. Son mercenarios que estarían atacando los mandos de estas estructuras criminales para cobrar las cuantiosas recompensas que ofrece Estados Unidos. Con un ingrediente muy particular y es que la narcodictadura venezolana está asociada con varios carteles que exportan grandes cargamentos de drogas y las ganancias se han convertido en oxígeno frente a la grave crisis social y económica que el neocomunismo ha propiciado en Venezuela, donde en sus calles abunda la delincuencia, el hambre, el horror y la muerte. Ese dolor se traduce en el fenómeno de la migración que hoy azota al país.

No es bueno mostrar regocijo por la muerte de un ser humano, pero en esta ocasión, el mismo delincuente fue alcanzado por las mismas balas con las que ejecutó a miles de indefensos colombianos. Finalmente, se cumple lo que dice el Evangelio de San mateo “Quien a hierro mata a hierro muere”; “El que mata a espada, perecerá por la espada”.

Una situación es clara, todo aquel que se levante en armas contra el Estado o promueva la violencia, corre el gravísimo riesgo de ser aprehendido por las autoridades o ultimado, tal y como se presume seriamente, le pasó a “El Paisa”.

Publicado en Columnistas Regionales

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