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José Félix Lafaurie R.

Entre Ipiales y Tulcán solo hay un paso, pero no me refiero a esa cercanía, sino a la cercanía al caos que hoy vive ese país, pues padecemos los mismos síntomas producto de las mismas enfermedades.

Al problema de una justicia con altos niveles de impunidad se suma el de las cárceles bajo el dominio de grupos criminales y epicentros de la delincuencia, un síntoma de una enfermedad también crónica en Colombia: un sistema penitenciario sobrepoblado y permeado por la corrupción, en el que resocialización y “alta seguridad” son un chiste. El detonante en Ecuador fue la fuga, en apenas tres días, de dos peligrosos criminales.

No son problemas sin causa. En 2017, Correa, antes de dejar la presidencia indultó a 3.000 personas convictas por narcotráfico; y en 2018, Santos nos dejó un Acuerdo espurio con las Farc, con impunidad para todo tipo de delitos, y lo más grave: 300.000 hectáreas de coca.

Así llegamos al mal de males en ambos países: EL NARCOTRÁFICO y su poder corruptor para suplantar al Estado, generar violencia y desestabilizar un país al amaño de sus intereses.

La fumigación, que llevó los cultivos a niveles mínimos al final del gobierno Uribe, se movió en la frontera con Venezuela al ritmo de las fricciones con Chávez. Sin embargo, en 2007, Correa llega al poder y los dos socialistas del Siglo XXI hacen causa común contra la fumigación en Colombia, con demanda ecuatoriana ante la Corte de La Haya y amenaza de Correa de derribar aviones de fumigación. Por esas dos fronteras resucitó el narcotráfico, que hoy es poder efectivo, tanto en la nororiental en Catatumbo, y la suroccidental en Putumayo, Nariño y Cauca, una peste que se expandió con la suspensión total de fumigaciones en 2015, bajo la presión de las Farc en las negociaciones.

Hoy asistimos a dos agravantes en ambos países: el desdoblamiento de las mafias en cientos de bandas criminales de enorme impacto desestabilizador en las ciudades a partir del microtráfico, y la presencia comprobada de las violentas mafias mexicanas.

En Colombia 400 municipios están bajo control territorial de grupos criminales que protegen sus rentas ilícitas. De 48.000 hectáreas de coca pasamos a 300.000, y la productividad aumentó de dos a cinco cosechas anuales. La mayor producción, sumada a la competencia de las drogas sintéticas, generó una caída pronunciada de las exportaciones.

Estamos inundados de coca en los campos y de cocaína en ciudades y pueblos, lo que ha multiplicado los “emprendimientos criminales” y sus luchas, disparando una violencia anárquica y diferenciada a nivel regional, según los actores violentos en cada territorio.

Podemos estar a un paso de la desestabilización que hoy sufre Ecuador. La respuesta del presidente Noboa es la correcta: la restauración del orden a partir de la seguridad y el imperio de la ley… Ese es el camino: el orden como condición para la libertad; lemas de nuestro escudo. 

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(2) ¡No repitamos la historia…, no nos dejen otra vez solos!

José Félix Lafaurie Rivera

Quien no aprende de la historia vuelve a sus errores, una amenaza que enfrenta el país por

la crisis de seguridad en campos y ciudades, por cuenta de las mafias del narcotráfico de

todos los pelambres y del microtráfico en las ciudades.

El país, sin embargo, no dimensiona la gravedad de la amenaza, ya sea porque se

acostumbró a la violencia que registran los medios y solo le pasa “a otros”, o distraído por

los escándalos y camorras políticas y por la basura que corre por las redes.

No obstante, la amenaza es real. Según las cifras del Ministerio de Defensa, en 2023 el

secuestro aumentó 72% y, según la Policía Nacional, a octubre se habían presentado 8.551

denuncias de extorsión, un delito que aterroriza a las víctimas y, por ello, es de altísimo

subregistro. Baste decir que, según Global Initiative, que le hace seguimiento a la

criminalidad en 193 países, Colombia ocupó en 2023 el segundo puesto en el Índice

Mundial de Crimen Organizado y el primero en América.

Para la ganadería, víctima de estos delitos por parte de la guerrilla y los llamados

paramilitares en su momento, la extorsión nunca se fue y hoy la practican los herederos

narcotraficantes de unos y otros. La situación es crítica en el Caribe y el Magdalena Medio,

paradójicamente las regiones priorizadas por el Gobierno para compra de tierras con

destino a Reforma Agraria, pero también en Caquetá y en los Llanos, entre otras.

Esa es la amenaza efectiva, pero me preocupa más la amenaza latente. En los 90, ante la

incapacidad del Estado frente a la violencia guerrillera, Gaviria creó las Convivir,

reglamentadas por Samper en 1994, para prestar servicios privados de vigilancia armada en

el sector rural, actos administrativos que tuvieron control de constitucionalidad, pero los

Gobiernos fueron incapaces de controlarlas. El resultado: las Autodefensas Unidas de

Colombia y el escalamiento de la violencia.

Me preocupa que, ante la falta de protección del Estado y la amenaza contra los bienes, la

libertad y la vida de los ganaderos, si no se someten a la extorsión de grupos criminales con

control territorial, el miedo y la necesidad de protección vuelvan al sector rural o resucite la

idea de unirse y armarse.

FEDEGÁN se anticipa a la amenaza con la vinculación del general (r) de la Policía

Nacional, Fernando Murillo, exdirector del Gaula y la DIJIN, para crear mecanismos de

alerta temprana y de articulación con la Fuerza Pública, para prevenir el secuestro, la

 extorsión y el abigeato, y así evitar otra vorágine de violencia rural en la que los ganaderos

vuelvan a ser las primeras víctimas.

La ganadería hace presencia en 1.105 de los 1.122 municipios, como expresión de

soberanía en el territorio y listos para colaborar con la Fuerza Pública. Por ello, que no nos

dejen otra vez solos frente a la delincuencia es nuestro clamor al Gobierno y al país; que

aprendamos de la historia… y no la repitamos.

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(3) 2024: Entre el propósito y el deseo

José Félix Lafaurie Rivera

De cara a un nuevo año es obligatorio referirme a la ganadería con la fuerza del propósito y

al país con la incertidumbre del deseo. Como presidente de FEDEGÁN creo en una

ganadería moderna, rentable y sostenible, como una gran contribución a la recuperación del

campo y a la paz, aunque veo que los problemas del país necesitan mucho más que nuestra

contribución.

Durante 2023, gracias a nuestro esfuerzo por preservar el estatus de país libre de fiebre

aftosa, se abrió el mercado chino para la carne bovina y la meta para 2024 es abrir el de

Estados Unidos y seguir llegando a otros destinos con carne y animales en pie, estos

últimos a pesar de los ataques a una actividad que cumple los protocolos sanitarios y de

bienestar animal.

Durante 2023 avanzamos en la transformación hacia una ganadería sostenible a partir de

Sistemas Silvopastoriles, con programas de Ciencia, Tecnología e Innovación orientados a

ese objetivo, logrando el Sello Ambiental Colombiano ICONTEC para ganadería

sostenible. En 2024 profundizaremos el cambio cultural y avanzaremos en el tecnológico y

en el apoyo del Estado, pues una transformación tan sustancial supera el esfuerzo ganadero.

En 2023 consolidamos nuestras comunicaciones para brindarle al Ganadero información y

asistencia técnica virtual, y para unirnos en temas como la invasión de tierras, a través de

BRIGADAS SOLIDARIAS GANADERAS, como opción de apoyo pacífico entre

ganaderos y a la Fuerza Pública, aunque atacadas por la izquierda y algunas entidades del

Estado. Para 2024 ampliaremos nuestra Comunidad Virtual, con más de 400.000 ganaderos

en más de 5.000 grupos de WhatsApp, y relanzaremos nuestro periódico virtual “Contexto

Ganadero”.

Frente al país, al margen de la necesidad de que el Estado y la sociedad vuelvan los ojos al

campo, como asunto de equidad y condición de paz, no jugaré a la bola de cristal con la

economía, sino que me limito a unos temas específicos.

El primero tiene que ver con el Acuerdo con el Gobierno para la compra de tierras

ganaderas para la Reforma Agraria, que hemos honrado con más de 600.000 hectáreas

ofrecidas a través de FEDEGÁN, y que honraremos, así no esté en nuestras manos la

compra ni el compromiso de acompañamiento a los beneficiarios con proyectos

productivos.

Nos preocupa la inseguridad rural, el regreso del secuestro y la extorsión que nunca se fue,

además del futuro de las negociaciones con el ELN, en las cuales participo como presidente

de FEDEGAN, con aprobación del pleno del Congreso Nacional de Ganaderos de 2022.

No ha sido fácil, sobre todo por la contradicción entre lo acordado en la Mesa y las

declaraciones del jefe del ELN, frente a un país que, por esa vía, no superará el

escepticismo sobre un proceso que tanto apoyo necesita.

Aun así, aunque la meta es importante, lo más importante es no detenerse. El campo y la

paz lo merecen como augurio de un mejor año nuevo.

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(4) El ELN tiene la palabra

José Félix Lafaurie Rivera

Culminó la quinta ronda de negociaciones con el ELN en México; ronda marcada con el

tema del secuestro y cuyos resultados el país recibe con algo de esperanza.

Hace 35 años, en Maguncia, Alemania, el ELN se comprometió, como gran cosa, a no

secuestrar niños ni ancianos, y desde entonces no se había comprometido a nada. A partir

del 30 de enero y durante 180 días inicialmente, el ELN se compromete a no realizar

“retenciones con fines económicos”, compromiso al que no le han faltado reparos.

¿Por qué no se comprometió desde el comienzo del cese al fuego? Sí lo hizo y así se lo

reclamó la delegación gubernamental, porque el secuestro, un delito tipificado en nuestro

Derecho Penal, está prohibido en el Derecho Internacional Humanitario y su jurisprudencia,

y el DIH fue acogido como referente del Acuerdo de Cese al Fuego que el ELN firmó.

“Las interpretaciones” ha sido un escollo en las negociaciones y, por esa vía, el ELN no

aceptó que del acogimiento al DIH se derivaba un compromiso frente al secuestro,

dificultad superada en esta ronda -y su principal resultado-, al quedar explícito el

compromiso de suspender el secuestro extorsivo.

¿Por qué no se comprometió a renunciar a todo tipo de secuestro? Desde afuera no parece

lógico, pero en la Mesa las cosas son a otro precio. De hecho, el DIH proscribe, en general,

la toma de rehenes, y los prisioneros de guerra -secuestrados de la Fuerza Pública-, son

también proscritos por el DIH y el Estatuto de Roma en los conflictos internos. Así pues,

solo queda decir que comienzo tienen las cosas, que el fin del secuestro como

hostigamiento a la sociedad y como condición para la PARTICIPACIÓN es, sin duda, un

gran avance, y que todo secuestro, de producirse, tendrá que ser explicado por el ELN ante

la Mesa y su Mecanismo de Verificación.

También es un gran avance que, a partir del 30 de enero, todo secuestrado deberá quedar

libre, pues el secuestro es un delito de tracto sucesivo, es “continuo”; no se limita al día en

que se secuestra sino al periodo durante el cual se está secuestrado, luego nadie puede

seguir estándolo a partir del 30 de enero del 2024.

La sabiduría popular, precisamente por su origen, siempre es contundente. “Obras son

amores y no buenas razones”, es el mensaje claro al ELN por parte de una sociedad que ya

no pide ni anhela, sino que les exige no volver a secuestrar; les exige pasar de las palabras

del compromiso a las realidades del cumplimiento, para permitir estas negociaciones que

necesitan un hondo respaldo popular.

Por ello, el ELN tiene la palabra; si desoye el clamor de la sociedad la paz seguirá siendo

Un anhelo apenas y las negociaciones otra frustración; si lo escucha, la paz se asomará como

estrella de Navidad. “Amanecerá el 2024… y veremos”.

Mi deseo de Navidad para todos los colombianos: Paz en sus corazones y en sus hogares…,

es el comienzo para la paz de Colombia.

@jflafaurie

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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