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Luis Guillermo Vélez.

La larga guerra de independencia, con sus terribles arbitrariedades y saqueos, dio lugar a la fuga y al ocultamiento de capitales, empezando así lo que sería el principal problema monetario del siglo XIX: la escasez de numerario.

Entre los miembros del Congreso de Cúcuta de 1821, principio de nuestra vida republicana, había hombres muy versados en cuestiones económicas, como el caraqueño Pedro Gual y el cartagenero José María Castillo y Rada. Por ello no es sorprendente que ese Congreso Admirable haya sido muy prolífico en disposiciones pertinentes sobre asuntos fiscales y monetarios, incluida la asignación al poder legislativo de la función constitucional de crear un banco nacional.

Habrían de pasar más de cien años para que la aspiración de los fundadores se convirtiera en realidad con el inicio de operaciones, hasta hoy ininterrumpidas, del Banco de la República, el 23 de julio de 1923. Varios fueron los intentos fallidos de tener un banco emisor cuya importancia comprendían cabalmente los ilustres constituyentes de Cúcuta.

La larga guerra de independencia, con sus terribles arbitrariedades y saqueos, dio lugar a la fuga y al ocultamiento de capitales, empezando así lo que sería el principal problema monetario del siglo XIX: la desaparición, por la inexorable fuerza de la Ley de Gresham, de la moneda metálica de buena calidad o “escasez de numerario”, como lo denominaron un secretario tras otro en sus Memorias de Hacienda.

En 1861, el General Mosquera, con su característica rudeza militar, quiso ponerle remedio implantando un papel moneda de curso forzoso emitido por la Tesorería, el cual tuvo una efímera existencia pues el General quería que fuera aceptado como dinero al tiempo que un empréstito obligatorio que decretó debía ser pagado en pesos de plata. Nadie podía confiar en una moneda cuyo propio emisor no reconocía como tal.

Fundamental en esta historia es la ley 35 de 1865, gobierno de Murillo Toro, que facultaba al ejecutivo para conceder “al banco establecido en esta ciudad, o a los que en adelante se establezcan (...) hasta por veinte años (...) el derecho de emitir billetes admisibles como dinero en el pago de los impuestos y derechos nacionales, y en general en todos los negocios...”. El banco en cuestión era el Banco de Londres y Sur América, establecido a instancias del gobierno en 1864.

Los banqueros londinenses pronto tomaron las de Villadiego pues, a pesar de esa y otras grandes concesiones, no encontraron muy atractivo permanecer en un pueblo de 40.000 habitantes, capital de un país de dos millones y medio, la misma población de Londres, desparramados en un inmenso territorio sin vías de comunicación.

En 1869 Aníbal Galindo, el más destacado economista colombiano del Siglo XIX, publica su opúsculo “Estudio sobre la organización del Banco de Inglaterra”, que sería fundamental para el diseño del primer banco del País, el Banco de Bogotá, constituido en 1871, al amparo de la mentada ley 35. Se da así inicio al llamado período de Banca Libre con derecho de emisión, durante el cual se fundaron una treintena de bancos en distintas localidades del País.

En 1880, en el primer gobierno de Rafael Núñez Modelo, se crea el Banco Nacional, al que se le entrega el monopolio de emisión.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 26 de junio de 2023.

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Los cien años del Emisor (2/3)

Su vida fue efímera pues los billetes que ponía en circulación, aunque bellamente impresos en Inglaterra, volvían a su caja el mismo día porque la gente dudaba que al siguiente se garantizara su convertibilidad.

En su discurso de posesión a su primera presidencia, el 8 de abril de 1880, Rafael Núñez anunció su intención de fundar un establecimiento de crédito público que, “sin vulnerar los derechos adquiridos” y “de consuno con los bancos particulares”, fuera instrumento para el desarrollo de su plan económico. Dos meses después, el 16 de junio, sancionó la ley 35 que autorizaba al ejecutivo para establecer un Banco Nacional, que tendría el derecho exclusivo de emitir billetes “pagaderos al portador de cualquier forma”.

Núñez se distanciaba de los líderes del Partido Liberal - defensores del libre cambio, el patrón oro y la banca libre – y afectaba sus intereses, pues, algunos de ellos, Miguel Samper y Camacho Roldán, eran fundadores y accionistas del Banco de Bogotá, entidad privada creada en 1871, que disfrutaba de algunos privilegios que se entregaban a la nueva entidad; la cual, en palabras de Carlos Martínez Silva, estaba destinada a “derribar de un golpe a los bancos existentes”.

El Banco Nacional nació en medio de la hostilidad de los comerciantes y los banqueros privados que no quisieron suscribir las acciones por un monto equivalente a la quinta parte del capital inicial que les ofreciera el gobierno, el cual tampoco pudo completar su propio aporte patrimonial. No obstante, el banco empezó a funcionar y pudo mantener la convertibilidad de su billete hasta el 19 de febrero de 1886, fecha en la que se decretó el curso forzoso.

La ley 124 de 1887 fijó en 12 millones el monto máximo de billetes que podían emitirse, pero no había forma de impedir las emisiones clandestinas a las que recurrían los gobiernos para financiar el déficit fiscal. En 1893, el monto de los billetes en circulación se estimaba en 26 millones de pesos, 14 más que lo autorizado. En 1894, la ley 70 ordenó la liquidación del banco.

Cuando estaba en proceso de liquidación, estalló la revolución de 1895 y el banco continúo emitiendo para financiar los gastos ocasionados por esa nueva guerra civil, llevando la masa monetaria a 31 millones, en enero de 1896. Las emisiones continuaron y se aceleraron en medio de la Guerra de los Mil Días. En 1903, los billetes emitidos por el Banco Nacional alcanzaron la increíble cifra de 910 millones de pesos.

Banco Central de Colombia, cuya creación fue autorizada por la Asamblea Nacional Constituyente de 1905, fue el nombre del segundo intento de banco emisor en la historia nacional. Su vida fue efímera pues los billetes que ponía en circulación, aunque bellamente impresos en Inglaterra, volvían a su caja el mismo día porque la gente dudaba que al siguiente se garantizara su convertibilidad.

En 1909, el Banco Central perdió condición de emisor y fue transformado en un banco comercial igual que los demás existentes; los cuales habían recuperado, en 1905, su antigua facultad de emitir sus propios billetes, que conservaron hasta 1923, año de la tercera vencida con la fundación del Banco de la República.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 10 de junio de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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