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Luis Guillermo Echeverri V.

Se habla mucho de que no está funcionando “La tal Paz total”.

o nos hagamos los inocentes ni los pendejos, miremos bien los antecedentes.

Cómo va a funcionar La Paz total como acuerdo entre toda suerte de delincuentes si eso es como conectar el radio en el enchufe de 220 de la lavadora, un corto circuito que resulta quemando el radio y de paso puede incendiar el rancho.

Empecemos por aclarar que hoy quienes escriben al respecto, pasan por alto o no reconocen varias cosas fundamentales para entender en qué estamos y por qué llegamos a este desmadre tan hijuemadre.

Se deben recordar los fallidos intentos de paz durante 50 años y que aquí la esencia guerrillera degeneró en narcoterrorismo.   

No se pueden pasar por alto las ilusas estupideces de la época Belisaria; el pifio ético de Gaviria que negoció con la mafia; la gaminería de Samper que se abrió de patas ante el narcotráfico desde la campaña; las ambigüedades de Pastrana que quiso mamar y silbar a la vez; ni las palabras que dijo Timochenco al empezar en Cuba: “Nosotros seguimos con todas las formas de lucha. No hemos renunciado a ninguna y el objetivo es el poder.” Algo que los negociadores del gobierno Santos desconocieron públicamente disculpando a las FARC. 

Se debe recordar que Uribe llegó a la presidencia porque le ofreció al país cumplir la ley y así garantizar la seguridad y NO negoció con los narcoterroristas enmascarados ideológicamente.

Así es Colombia: A Uribe le dicen paraco, pero no reconocen que él fue quien los encanó y los extraditó. A Petro nada le dicen de su responsabilidad como senador después de haber incendiado el país durante cuatro años tratando de derrocar a Duque, porque le arrebató el triunfo en 2018 por casi dos millones y medio de votos.

Recordemos que Uribe fue reelegido y a Santos lo eligieron porque su oferta era continuar en la lucha contra el crimen organizado. Uno cumplió y el otro se mamó y vendió la constitución en Cuba y de paso dejó herida la democracia al comprar las cortes y el congreso.

Recordemos que Santos no fue reelegido de forma transparente y que en el 2014 su obra fue dividir totalmente la sociedad colombiana en procura de un Nobel ficticio a cualquier costo.

Se debe recordar que Santos a quien traicionó fue al electorado y a la patria al convertir en legal todo lo que antes era ilegal.

Se debe recordar que Duque, criticado por ambas extremas, NO negoció nunca nada con nadie. 

Se debe recordar que Duque tuvo que cumplir la ley que juró cumplir como obligación constitucional y que quienes no fuimos capaces de hacer valer el triunfo del “NO” en 2016, tenemos una responsabilidad por obrar con ingenuidad ante un congreso y unas cortes vendidas.

Se debe recordar que Duque nunca negoció nada con la ilegalidad.

Y se debe tener presente el récord de operaciones contra todo tipo de cabecillas delincuentes de Duque, que no lo pueden ocultar sus contradictores.

Hay que recordar que Duque fue el único que fue a la corte a argumentar contra el fast track y el único que denunció internacionalmente la dictadura de maduro.

Eso son hechos.

Se le critica a Duque que no repartió bala durante los disturbios del Cauca en 2019, ni en el intento de desestabilización y toma del poder del 2021 liderado por Petro y Bolívar, en pacto asociado con toda suerte de organizaciones narcoterroristas, cuando precisamente esa era la trampa: querían provocar una matanza y culpar al Estado para derrocarlo.

Se debe recordar que a Duque le tocó solo aguantar y defender la patria porque ningún líder ni expresidente quiso ayudarlo, ni ayudar al país; por el contrario, se aprovecharon del momento para hacer exigencias clientelistas, empezando por muchos en la coalición que lo acompañó a llegar al poder y terminando por quienes hicieron coalición en el congreso para ayudarlo a pasar las leyes, lógicamente no sin exigencias burocráticas.

Importante que se sepa y se recuerde que el problema del país es la coca que deforesta y mata la biodiversidad y el medio ambiente, y la cocaína que mata los cerebros jóvenes y viejos y extermina la ética media de la sociedad.

Y se debe tener presente que el problema es elegir mentirosos, mediocres o degenerados, y para la prueba, en esta anarquía que llamamos democracia llevamos ya varios presidentes viciosos, adictos, degenerados y embusteros.

Ahí están los números de la coca y el narcotráfico, los resultados en materia de desarrollo y empobrecimiento y los muertos que lo confirman.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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