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Luis Guillermo Echeverri Vélez*

Es diferente el populismo irresponsable de campaña, a la responsabilidad de entender los problemas y de gobernar a conciencia.

También, la igualdad y la equidad, son dos conceptos muy diferentes, como lo son la desigualdad que no es lo mismo que la inequidad.

De hecho, se trata de conceptos opuestos. 

Igualar a todos los ciudadanos no es algo que se puede lograr sin restricciones a las libertades y garantías sociales y por eso hay que apelar a autocracias o dictaduras para igualar con miseria; porque la abundancia demanda acumulación para luego poderse expandir en una sociedad.

La inequidad, es un concepto social y general, que no así la desigualdad, concepto personal que diferencia a cada individuo durante toda su existencia.

La inequidad solo se supera construyendo y teniendo riqueza para generar oportunidades. No repartiendo con odio y resentimiento el pastel de empobrecimiento.

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Anexo:

Documento Conceptual.

(07/21/22)

Colombia: una gran riqueza natural totalmente incomprendida.

REF: Argumentos que respaldan la necesidad de “Producir Conservando y Conservar Produciendo” como concepto de SosTecnibilidad del desarrollo socio-económico en los sectores minero-energético y agrícola en Colombia; extensible a Ecuador, Perú y Bolivia.

Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez.

Ganadero, Abogado y Economista Agrícola.

Conclusión.

Las siguientes son las principales razones por las cuales todo parece indicar que destruiremos muy pronto a Colombia, uno de los países con más posibilidades futuras en todo el planeta y que representa el corazón de toda la región tropical-andina de la cual depende la Amazonía.

1.            No entendemos los aspectos de fondo relacionados con nuestra naturaleza tropical-andina, propia de la realidad geográfica nacional, ni su relación con la seguridad y estabilidad nacional en todas sus acepciones: humana, física, ciudadana, alimentaria y energética, jurídica y política.

2.            Seguimos deforestando sin reforestar, y sembrando y procesando la droga que mata. No dejamos que la selva tropical húmeda se regenere sola y cumpla su función de preservación, y no entendemos que el desarrollo debe estar cerca de los mercados.

3.            Tenemos una de las regiones del mundo con la mayor abundancia de Agua y Biodiversidad, y no entendemos la importancia del manejo integrado de las aguas ni respetamos las áreas de foresta tropical húmeda que deben estar restringidas al desarrollo y a la colonización.

4.            No entendemos que, sin extracción responsable y tecnificada de minerales e hidrocarburos, compensada con la debida mitigación ambiental y social, no generaremos los ingresos necesarios parra cubrir los altos costos del Estado, del preservacionismo y de la transición energética.

5.            Continuamos permitiendo la producción de cocaína y la minería ilegal que aniquilan el medio ambiente, los ríos y la biodiversidad sin mitigar el daño causado ni generar regalías.

6.            Seguimos manteniendo la economía perversa de la cocaína que supone más deforestación, descerebre de la juventud, violencia, criminalidad y la proliferación de toda suerte de estructuras criminales.

7.            Si seguimos permitiendo que se elijan como servidores públicos, individuos que hacen parte activa de la cultura de mamar del Estado, que conviven con el crimen organizado y el blanqueo dineros mal habidos como formas fáciles de enriquecimiento, seguimos conviviendo con la impunidad y permitiendo que se gobierne fomentando, resentimiento personal y social, la animadversión contra el emprendimiento y la iniciativa privada, el odio por la generación de riqueza, la laboriosidad y la honradez propias de nuestras gentes.

Desarrollo.

Como asunto que nos compete a todos, debemos los colombianos comprender la importancia de la Seguridad Nacional Soberana en materia: física, humana o ciudadana, ambiental, energética, alimentaria, económica, jurídica y política, para lo cual espero que al lector le ayuden las siguientes reflexiones:

1.            Objetividad. La transición energética no tiene dueño político, es asunto y responsabilidad de todos los países y todas las personas.

Poder realizar una transición energética efectiva un asunto factual real y de responsabilidad compartida de todos en el planeta. No debe ser una bandera de propiedad de ningún movimiento ideológico, es una meta que depende de una función cultural y tecnológica.

Ninguna ideología política puede ni debe acreditarse la solución de la complejidad de la mitigación y del balance de la huella ambiental y menos proclamar que inventaron la transición energética y van a salvar el planeta del calentamiento global que acelera el cambio climático.

No se debe tampoco desconocer el liderazgo, el sendero y el gran cambio que en esta materia dejó marcado el sector productivo y el gobierno anterior, con políticas y hechos tangibles.

En el caso de Colombia, muchas empresas públicas y privadas llevan varios años invirtiendo en transición energética, principalmente gracias a las utilidades del negocio de hidrocarburos. Prueba de ello son: la auto generación solar, la captura y reutilización de gases, los desarrollos eólicos en curso, los avances en reutilización del agua (76%) con miras a ser agua neutral en el futuro, y la compra de ISA. S.A. por parte del Ecopetrol S.A.

Además, el Grupo Empresarial Ecopetrol, es hoy líder regional en producción hidrogeno verde, algo que tomará años en consolidarse, pero que puede ser una gran alternativa de energías limpias, y constantemente está mirando cómo evolucionar sin dejar se asumir su responsabilidad en materia de seguridad energética, abastecimiento y confiabilidad de hidrocarburos y GAS competitivos.

2.            Ingresos. Como todo en la vida tiene un costo, la preservación del medio ambiente y la mitigación del cambio climático y el calentamiento global, tienen un costo significativo, y hay que pagarlo.

No pensemos que la transición energética es un milagro como la multiplicación bíblica de los panes y los peces. Es materia costosa que hay que pagar invirtiendo sumas cuantiosas, y eso solo se puede hacer gradualmente y con ingresos suficientes para cubrir su costo.

Es decir, para mantener las demandas de una población creciente, cubrir el costo operativo del Estado y pagar la mitigación ambiental, el país necesita los ingresos que le permitan tener seguridad y sostenibilidad energética e invertir progresivamente en nuevas energías renovables y sus desarrollos tecnológicos.

Por lo tanto, hay que cuidar; la extracción y transformación de hidrocarburos y minerales como la principal riqueza con que premió la evolución de la naturaleza a nuestra nación y al Estado.

3.            Seguridad y Soberanía. Seamos conscientes de la importancia de la Seguridad Energética. Miremos la ruina de Venezuela y la complejidad del caso actual de Alemania.

Algunos hablan de transición energética sin preguntarse como se va a mantener la seguridad energética nacional, ignorando qué les pasa a los costos de una economía que no sea autosuficiente en materia energética.

Hay quienes no se dan cuenta, que aniquilando la autosuficiencia energética de hidrocarburos, GAS y Carbón en el país, en el corto y mediano plazo, se va a encarecer la vida y a disminuir el ingreso real del ciudadano, la movilidad a toda la nación, y se van a reventar el erario y muchos emprendimientos que dejan de ser competitivos cuando hay que importar los combustibles.

Parece que algunos no se dan cuenta de lo que representa la pérdida irresponsable de la SEGURIDAD ENERGÉTICA NACIONAL y la desaparición futura del sistema de regalías como una de las principales fuentes de ingresos del Estado y desarrollo de las regiones y comunidades.

4.            Obrar pensando en el Largo Plazo. Todas las transiciones, más cuando están atadas a realidades globales como el calentamiento global y el cambio climático, necesariamente son un proceso gradual de corresponsabilidad internacional.

En un mundo integrado por la globalización y el conocimiento abierto e intercomunicado, el proceso de transición energética no es algo que se pueda lograr de la noche a la mañana como ya se expresó, ni es algo que pueda lograr una sola nación por desarrollada que sea.

Para que la transición energética pueda ser algo realista, se requiere consolidar varios factores críticos que aún no están resueltos totalmente: la aparición de nuevas tecnologías y la mejoras de las tecnológicas existentes, de modo que los procesos de cambio a fuentes de energías renovables sean económicamente viables y ambientalmente sostenibles.

Esto es, que la mejora tecnológica y las compensaciones de huella ambiental aún no están resueltas en materia: nuclear o atómica, fotovoltaica y eólica, de hidrogeno e hídrica especialmente mareomotriz, y de la oposición que existe a las represas hidroeléctricas.

5.            Desarrollo o Empobrecimiento. Entendamos el GAS como energía verde y componente esencial que complementa el empleo en la superación de la pobreza.

Que no quepa duda que el GAS es el puente que habilitará la transición energética hasta que se de la consolidación de nuevas tecnologías que hagan económicamente viable el reemplazo de las fuentes no renovables por energías renovables.

Sin GAS simplemente la disminución gradual de la dependencia del Petróleo y el Carbón y las energías no convencionales, son aún una utopía impagable e irrealizable.

¿Será que en Colombia podemos dejar de desarrollar nuestros recursos probados de GAS nacional, y cocinar y producir industrialmente dependiendo de una producción venezolana, que ni en las mejores condiciones llegaría en cuestión de uno o dos lustros?

Flaco favor le hacemos a la patria aborreciendo el bajo costo comparativo del GAS soberano e ignorando que el GAS es una de las variables más importantes en la mejora del ingreso real y de la calidad de vida y el sustento de las familias de estratos bajos, y un factor determinante del mejor nivel de vida de los más necesitados y de la competitividad en la producción industrial.

6.            Lógica Elemental. Entendamos las vicisitudes de la naturaleza tropical-andina, de nuestra localización geográfica y de las formaciones tectónicas de Colombia.

A Colombia la naturaleza le dio una gran riqueza que está el subsuelo. Por tanto, en un mundo que requiere energía y minerales, nuestro patrimonio principal es eminentemente minero- energético.

Nuestro suelo es hermoso, verde y variado, único, exuberante, lleno de vegetación y biodiversidad propias de las forestas tropicales húmedas que representan el otro gran tesoro que hay que cuidar en Colombia y en la región.

Pero, pero, pero… empecemos por decir que los productos propios del trópico difieren enormemente del resto de la agricultura y la producción pecuaria de otras latitudes y que nuestros suelos en promedio y comparativamente con las grandes áreas de producción agrícola en el mundo son pobres y ácidos, lo cual demanda altos costos de fertilización.

Es muy complicado cultivar eficientemente en una geografía tan accidentada como nuestras áreas montañosas, de suelos pobres y diversos, de microclimas tan variados, con regímenes de lluvias trimestrales, sin grandes extensiones tractorables y con una razón de propiedad mucho menor de una hectárea, por lo cual no se logran altos rendimientos ni economías de escala en agricultura que no sea de capital intensivo.

Otro tanto ocurre comparativamente en nuestras planicies compuestas de tierras por lo general aisladas, ácidas y de difícil manejo en materia de aguas e inundaciones, lluvias y sequias propias de regímenes semestrales y que adolecen de infraestructura adecuada en todo sentido.

Colombia está llena de paisajes hermosos y vegetaciones exuberantes propias de las condiciones agrestes del trópico donde se da una fotosíntesis ininterrumpida, las pestes están activas de manera constante y la tierra trabaja 365 días al año, factores que desgastan y desmejoran la función de productividad y la calidad de los productos que no sean netamente tropicales.

Ignoran los políticos y funcionarios de oficina que la agricultura tropical no compite con las agricultoras meridionales ni mediterráneas, así que son pocos los cultivos netamente tropicales que cumplen con los volumen y costos requeridos por los mercados globales.

Mientras Colombia no solucione al menos parcialmente, el problema de la carencia de un sistema integrado de manejo de sus aguas y su capacidad de almacenamiento o liberación de flujos hídricos desde sus fuentes, seguirán los graves problemas de calamidades humanitarias y dominancia de la ganadería extensiva con razas Indicas y de cultivos de largo plazo como la palma en las planicies del norte y el oriente.

Colombia no es ni será una potencia mundial en producción de alimentos. Decir lo contrario es una falacia que denota el desconocimiento del trópico, de la geografía agrícola del planeta y de la geopolítica económica global.

Podemos si, manejar una agricultura y una producción pecuaria tropical eficiente que nos garantice un nivel aceptable de seguridad alimentaria; pero ello depende de que tengamos con qué mantener una sostenibilidad agropecuaria rentable al fortalecer nuestra capacidad de invertir y financiar inteligentemente y con tecnologías de punta, para lo cual, de nuevo, necesitamos el case económico de los ingresos y recursos que le genera al Estado el sector minero-energético.

Sin ingresos de regalías del subsuelo y políticas agrícolas de Estado modernas, seguiremos en la árida y anticuada discusión ideológica y racial sobre la tenencia de la tierra, que solo nos remite a la alternativa de seguir fomentando la deforestación y la producción de droga que destruye los valores sociales y la salud física y mental de nuestra juventud y las libertades a lo largo de nuestro territorio.

El desarrollo de una economía de conocimiento y servicios asociados a la conservación, al comercio y al turismo, demanda un alto grado de cultura de su capital humano y una infraestructura física y digital que nos haga competitivos globalmente.

Para llegar a esa meta, necesitamos generar ingresos y caja suficiente para invertir en esos desarrollos, que sin la debida y responsable explotación minero-energética nos dejará como alternativa seguir en la trampa de la ilegalidad que representa una cultura deforestadora, cocalera y narcotraficante.

7.            Rumbo y Visión de País. En Colombia no comprendemos la racionalidad de poder capitalizar el hecho de que somos una potencia mundial en agua, energía y biodiversidad, un costoso proceso cultural que lleva tiempo y no se logra en un sistema político que no es capaz de mantener políticas de Estado desideologizadas en materia de Educación, Legalidad y Emprendimiento.

En Colombia deforestamos para producir lo que nos mata, y eso no se ataca, se ha convertido en un tabú que como toda conducta nociva, se defiende con argumentos inconsistentes y refutables como: la no fumigación, la negación del problema de violencia social que representa bajo la excusa del libre desarrollo de la personalidad, y la existencia de una perniciosa cultura asociada a sistemas ilícitos, que prevalecerán en tanto no reconozcamos que nuestro principal problema es toda la cadena productiva asociada la dramática adicción que representan los alcaloides.

No encuentro la razón para que en Colombia queramos, en lugar de promover la educación, la cultura, la lectura, el deporte y la sana recreación de manera que podamos mejorar cada día más en materia de desarrollo humano, por ejemplo, prohibir la venta de bebidas azucaradas que son fuente de energía a bajo costo para la población que realiza trabajos físicos y para las familias de menor ingreso, mientras se pretende alentar la venta de Marhuana, Bazuco, Cocaína y demás alucinógenos, extendiendo el ya problemático Estado cantinero al Estado Jibaro, ambos directamente relacionados con los altos niveles de violencia intrafamiliar y delictiva en nuestra sociedad.

Aquí ni reforestamos ni dejamos la selva tropical húmeda en paz para que se regenere. No nos damos cuenta que somos también potencia mundial en biodiversidad y en agua, la fuente madre de vida y de energía, y que manejada inteligentemente y reutilizada con racionalidad y tecnología nos permite hacer una extracción de minerales tecnificada, eficiente, mitigable, legal y que genera los ingresos para compensar la huella ambiental propia del desarrollo, preservar la biodiversidad y generar más energía, atendiendo las tendencias imparables de nuestra civilización que demandan al tiempo descarbonización y electrificación.

LGEV. V-2.0 – Agosto, 21 de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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