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Luis Guillermo Echeverri Vélez*

- El socialismo del siglo XXI y su afectación a los medios de producción regionales.

- Riesgos para el sistema de libertades y garantías democráticas, y para el mercado económico colombiano en el contexto Ibero y Latinoamericano del socialismo del siglo XXI.

Documento Conceptual (7/7/22)

Resumen ejecutivo.

Vive la región una ola de manipulación mediática y digital de la verdad, fundamentada en una dialéctica demagógica populista que atiende la inconformidad popular para conseguir resultados electorales, pero que luego revierte en más compromisos y mayores niveles de asistencialismo y corrupción relacionados con el incremento del clientelismo burocrático y la contratación estatal.

En este documento analizamos y comparamos e inferimos algunas conclusiones, sobre siete fundamentos transformacionales críticos de las naciones que han alcanzado el desarrollo en las últimas décadas a la luz de la era del conocimiento en que vivimos, y los contrastamos con la pérdida de ideales y valores influenciada por la ideología denominada Socialismo del Siglo XXI, promovida por el “Foro de Sao Paulo” y reforzada recientemente por el grupo de Puebla a lo largo y ancho de toda Iberoamérica; entendida esta como forma de acceder y controlar el poder político, judicial y administrativo, apelando al discurso y la propaganda que engendra odio de clases como forma de atacar y castigar la actividad privada y las falencias desatendidas por los gobiernos de los partidos tradicionales.

Nos referimos en particular a: 1- La interpretación positiva o inversa del concepto de cambio constante; 2- El manejo de las fuentes de ingreso de las economías en función de su capacidad de agregar o destruir valor; 3- El papel de la inversión privada en la mejora de la calidad de vida de nuestras naciones mediante la generación de empleo y la constante capacitación y educación de todos los ciudadanos, como únicos mecanismos de reducción de pobreza; 4- El debido manejo de los costos y la generación de ingresos estatales; 5- La importancia del Estado facilitador de la expansión del emprendimiento y el sector privado en comparación al Estado que espanta capitales inversionistas; 6- El Estado trabajador que adiciona valor al erario; y 7- El papel de la Justicia como garantía de legalidad y estabilidad jurídica en la democracia.

Conclusiones.

El Socialismo del Siglo XXI es un factor multiplicador de una nueva forma de Absolutismo.

Sin duda alguna el Socialismo del siglo XXI es una forma disfrazada de expansión de un Absolutismo contemporáneo controlado por la extrema izquierda entreverada con los recursos de la ilegalidad, provenga ella del ejercicio político corrupto o de la proliferación de organizaciones criminales que se financian con todo tipo de actividades ilegales, como el narcotráfico, el blanqueo de dineros, la minería ilegal y el comercio de armas.

La satanización mediática del Progreso socio-económico democrático alcanzado en Colombia en el período 2002 – 2010.

Mientas la paz es un ideal que demanda un nivel cultural promedio opuesto a la violencia en todas sus manifestaciones, la seguridad en toda la amplitud de la acepción, empezando por la nutrición infantil, la alimentaria, la nacional, la individual física y personal en campos y ciudades, la jurídica, la económica y ambiental, ha sido y será siempre el factor fundamental de generación de confianza y atracción de inversión, factores necesarios para el funcionamiento estable y sostenible de las economías.

En búsqueda de una paz en Colombia, fundamentada en la imposibilidad de negociar con el terrorismo, se le abrió la puerta al Socialismo del Siglo XXI y a un discurso populista generador de odios operado por resentimientos revolucionarios que solo destruyen y nada construyen, a dialécticas demagógicas mediáticas que han satanizado el concepto de Seguridad Democrática cuyos cinco componentes con profundo contenido social es importante recordar: 1. Seguridad Física y en sentido amplio para todos los ciudadanos. 2. Transparencia en la gestión del Estado.

Cohesión Social. 4. Garantías y Libertades Sociales. 5. Independencia de poderes e institucional.

 

Los graves problemas y falencias de las democracias representativas actuales demandan la búsqueda de nuevos modelos de Estado, económicos y de selección de sus líderes, compatibles con la era actual del conocimiento y la convergencia digital, científica y tecnológica.

En materia de modelos de desarrollo, Colombia debe pensar en el mediano y largo plazo y mirar y emular las fórmulas de los modelos de las naciones que más se han transformado en las últimas siete décadas, en general las de las naciones que salieron de la pobreza y después de la segunda guerra mundial.

Colombia no puede ignorar los avances transformacionales establecidos por el gobierno saliente.

El gobierno saliente en Colombia sentó unas bases transformacionales de largo plazo sobre una ecuación lineal simple y efectiva: Legalidad + Emprendimiento = a más Equidad.

Los líderes del futuro y la clase dirigente empresarial e institucional debe hacer a un lado las consideraciones inmediatistas e individuales de la lucha por el poder y entender los resultados positivos que le reportó al país esta política de funcionamiento del Estado a pesar de la oposición violenta y la virulencia de la pandemia y de la corrupción institucionalizada arraigada en nuestra cultura politiquera y clientelista.

Las naciones de la región deben salir de la ilusión facilista del Estado proveedor y educar las nuevas generaciones bajo la premisa de que el trabajo y la laboriosidad dignifican las personas, generan conocimiento y riqueza interna, y agregan valor a la sociedad.

La sabiduría de nuestras gentes está en poder entender en los próximos cuatro años, la importancia de continuidad en esta fusión transformacional y saber contrastar a tiempo y de manera objetiva los resultados que entrega el gobierno saliente con los resultados que produzca el cambio proclive a las teorías erráticas y caducas del socialismo del siglo XXI, cimentadas en los procesos revolucionarios fallidos Europeos de la primera parte del siglo pasado y Latinoamericanos y Caribeños del fin del milenio anterior y las primeras dos décadas del presente.

La gran oportunidad de diferenciarnos que tiene Colombia y la región en una globalización mutante.

El potencial regional y en particular de nuestro país, a mi humilde manera de ver, consiste en formar una visión transformacional del país con un liderazgo orientado a la mejora de la calidad de vida de todos los ciudadanos, que tenga continuidad, lo cual demanda es una secuencia que debe empezar por un proceso de profesionalización del Estado mediante la digitalización de sus servicios y sus procesos por meritocracia, en la formación, capacitación, selección y contratación del capital humano; optimizando la función burocrática y promoviendo la inversión en el emprendimiento y las actividades privadas y público privadas; debe luego garantizar la seguridad en el campo y en las ciudades y el cumplimiento de la ley sin discriminación y castigar al crimen organizado e individual en lugar de premiarlo; incentivar la formación sana de la juventud y desligar la formación educativa de la politización; garantizar la seguridad alimentaria incentivando la agricultura tropical tecnificada; penalizar el cultivo de coca y producción de la cocaína considerándolos un crimen ambiental y contra la salud; proteger la selva y los bosques tropicales y terminar la deforestación, la colonización y explotación ilegal e indebida en esas zonas; al mismo tiempo crear un sistema integrado de manejo de aguas desde las fuentes que nos permita evitar continuas catástrofes humanas y económicas, y mejorar la eficiencia de nuestras actividades agropecuarias; abordar gradual e inteligentemente la transición energética y atender la creciente demanda de electrificación al incrementar rápidamente la producción de energías limpias con los recursos que genere la explotación de los inmensos recursos naturales minero energéticos que tenemos; para finalmente poder avanzar y convertirnos en una economía de conocimientos y servicios que con la debida infraestructura y el capital humano especializado, pueda atraer inversión para la preservación de nuestra diversidad geográfica, climática y biológica, de la cual depende en gran parte la preservación de nuestro planeta.

La necesidad de conformar una nueva visión colectiva de país, moderna, eficiente y efectiva.

La llegada de nuestra civilización a la era del conocimiento trae grandes retos éticos, culturales, educativos y económicos, al tiempo que ofrece a las naciones de nuestra región y en particular a Colombia, la posibilidad de diferenciarse y progresar abordando nuevos modelos y no imitando los que ya han destruido varias sociedades y economías en nuestros países vecinos.

La efectividad de los resultados depende del trabajo en equipo por una visión de país ordenada, positiva, sensata, realista, moderna y diferente, innovadora, unificada y no dividida, donde no prevalezcan los individualismos ni la retórica del entendimiento entre la diversidad pregonado por quien ejerza temporalmente un poder populista o absolutista.

Una región llena de talento y riqueza, no puede seguir condenándose al fracaso y la pérdida de más décadas, sin un crecimiento exponencial, a cuenta del control demagógico de la ingenuidad colectiva en favor del individualismo y la ingenuidad controlados por la mediocridad de la clase política.

Si Colombia en estos cuatro años, no se organiza y hace cambios liderados por personas preparadas y de conocimientos frescos, y no encuentra unidad en el propósito de jugarse por la profesionalización del conocimiento y la transformación digital de las formas y procesos políticos y de administración del Estado y la Justicia, si no se enfoca en una sola visión de país sobre unas metas de largo plazo, y si sigue jugando al juego de sillas musicales entre los mismos líderes y abogados que controlan la politiquería institucionalizada en los diversos poderes públicos y los gremios del sector productivo, en cuatro años el ensayo de cambio asociado al discurso populista de la última elección, nos llevará por el mismo camino por el que el socialismo del Siglo XXI ha arruinado sociedades, economías, capitales productivos y las clases medias que en algún momento se empezaron a solidificar en países como Cuba, Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Perú, Chile y Ecuador.

Contexto General

Las democracias representativas y especialmente en Latinoamérica, presentan graves problemas estructurales. – “Hoy resulta más difícil creer en la democracia que creer en Dios”. – Afirmación de un grande de las Américas.

Lo que dice la canción de Celia Cruz: “Pa afuera. Pa la calle. No hay cama pa tanta gente”, se traduce desafortunadamente en que la región a cuenta de un mal manejo del inconformismo por medio de discursos y gobiernos populistas, está pagando un costo innecesario y una pérdida irrecuperable de tiempo y valor, pues al festín de los políticos regionales proclives a lo que se conoce como socialismo del siglo XXI, en algún momento les va a pasar lo mismo que pasó a los partidos tradicionales, que se dedicaron a la expansión burocrática, dejaron crecer los niveles de corrupción y no manejaron con juicio el crecimiento del ingreso real de las personas.

La institucionalidad democrática de toda la región está mal y no es solo un problema de cada nación, hoy en la política democrática regional parecen inexistentes los procesos de debida selección y precalificación de los aspirantes a las posiciones más importantes en cualquiera de los tres poderes del Estado.

De igual manera, al liderazgo y representación gremial de la región ya no lo conducen los dueños de los sectores productivos bajo su entendimiento del riesgo, sino una nueva casta de burócratas a sueldo y de cabilderos profesionales que rotan constantemente.

De otro lado hay dinámicas muy anómalas y complejas en el panorama mundial que también se suman a una inconsciencia colectiva del costo de oportunidad que está pagando la región a cuenta del poder ejercido en manos del populismo.

La velocidad de cambio tecnológico está siendo acompañada por mutaciones profundas en nuestro comportamiento individual y como sociedad.

Entramos en una recesión grande que representa el costo de la depresión que generó la pandemia y quedó pendiente como cuenta de pago después del impulso y apalancamiento que le dio la vacuna a la recuperación de algunas economías y en general de la movilidad global.

Son tan grandes los problemas como las oportunidades presentes y futuras de nuestra región. Pero sin duda las transformaciones demandan liderazgo asertivo, conocimiento, experiencia, juicio e inteligencia para generación de valor, mientras los procesos revolucionarios parten la destrucción de todos los valores fundacionales e institucionales que soportan los pactos sociales.

Se perdió el valor de la continuidad a partir de los buenos resultados de las gestiones, el ejercicio político pasó de lo conceptual a estar determinado por el inmediatismo del impacto mediático, lo que nos llevó a la pérdida de la noción de políticas de Estado, reemplazada por la ambición de los ególatras legados individuales, y de ahí nace la necesidad volátil e insensata de realizar constantemente reformas constitucionales.

Lo que realmente quieren los pueblos, es poder convivir y trabajar de manera segura, ordenada, y estable, contar con un Estado eficiente y facilitador, y no con un ejercicio opresor del poder, quieren mejorar con su esfuerzo y trabajo individual o asociativo su ingreso real y su calidad de vida y el de sus familias. Conceptos que están más relacionados con la equidad a partir de un Estado forjado sobre la riqueza colectiva, entendida como la sumatoria de generación de valor privado, público y publico privado, y no como el control de unos u otros del poder del Estado acomodados a su propia interpretación del mandato popular.

Los movimientos políticos unipersonales o asociados a un apellido, proliferan en la región perdiendo fuerza institucional las colectividades o partidos tradicionales, habida cuenta de que estos se han convertido en agencias de empleo y contratación estatal y sus actividades casi se suscriben al brutal ejercicio del clientelismo.

Los partidos tradicionales y los nuevos partidos, no cuentan con estructuras éticas o filosóficas, se olvidaron de realizar ningún tipo de trabajo social, no presentan una oferta de valor real que le dé a sus bases sentido de pertenecía alguno. Por ello no es errático expresar que hoy el 90% de los ciudadanos, no cree ni se identifica con un partido ni con un político, a pesar de que votan las elecciones presidenciales como si estuvieran en un juego o un “reality show” digital.

Hoy solo se habla de izquierdas y derechas, de movimientos inspirados en causas que deberían ser comunes y no estar apropiadas y representadas por nombres y apellidos, por fami-empresas políticas o subgrupos que controlan el manejo de entes del Estado como resultado de transacciones clientelistas, y resulta que ya no existen siquiera lealtades políticas informadas ni filiaciones que emulen el sentido de pertenencia que aún tienen los hinchas del futbol.

La región ante la aparición y la dominancia del socialismo del siglo XXI parece haber olvidado por completo, que no es lo mismo enriquecerse a cuenta del Estado y de los impuestos de todos, que generar empresa y construir con esfuerzo riqueza sólida que aporte a la sociedad.

Ahí es donde se equivoca el manejo actual de la política regional y sus líderes nacionales, operando por fuera de parámetros meritocráticos y dependiendo de personajes que ven la figuración continua en lo público como su única profesión y forma de ganarse la vida.

Parte de la razón por la cual los procesos populistas degeneran en totalitarismos y dictaduras opresivas consiste en que, tarde o temprano los procesos de inconformismo son reversivos para quienes estén en el poder cuando no se presenta un crecimiento dinámico del sector privado que agregue de manera estable y constante valor real a sus economías.

Las oportunidades de Colombia en el mundo actual son infinitas, las de toda Latinoamérica también, por ello, poder alcanzar el desarrollo dependerá de cómo nos diferenciemos frente al mundo en la próxima década, de cómo manejemos nuestra política y de qué modelo adoptemos.

Tenemos la oportunidad de seguir el ejemplo transformista de las sociedades que hoy más avanzan, o podemos seguir el ejemplo regional que ya le ha costado dos décadas a Latinoamérica bajo expansión de las ideas del socialismo del siglo XXI.

Todo depende de cómo enfrentemos ética e inteligentemente dos temas fundamentales: La transición energética, sabiendo que el progreso del mundo entero requiere de la explotación responsable de los recursos naturales; y que la transformación a una sociedad del conocimiento demanda una inversión que hace que cada vez cobre más actualidad el planteamiento de que se puede y se debe, “Producir conservando y Conservar Produciendo”, de autoría del Presidente Colombiano Iván Duque Márquez.

El éxito de todo proceso de transformación es un tema cultural que tenemos que abordar con seriedad, sensatez e inteligencia, o simplemente seguiremos la ola populista regional.

Desarrollo.

Cambio constante, pero no en reversa.

Estamos en pleno desarrollo de la era del conocimiento y la interpretación del cambio como constante solo puede estar circunscrita a una función transformacional positiva. Hay una gran diferencia entre cambiar para bien y cambiar para mal engañando políticamente una nación.

En medio de las dificultades globales que implica hacerse participe de las relaciones entre los Estados Unidos como el poder establecido, China como el poder emergente, y Rusia queriendo tener un lugar en ese grupo por medio de la dominancia energética sobre Europa y de una amenaza nuclear, hoy hay modelos de atracción de inversión y talento en Centros Regionales Globalizados que pueden conformar una tercera Ruta de la Seda global. Nuestra región debe sumarse a algunas de las dinámicas que caracterizan modelos de desarrollo como los que implantaron Japón, Israel, Corea del Sur, Singapur, E.A.U., apostándole más al crecimiento de las economías que al control ideológico del poder político.

Justo en un mundo convergente digital, científica y tecnológicamente, donde las eficiencias son cuantificables con métricas que se reportan en tiempo real, y la capacidad de procesar datos supera exponencialmente las certezas estadísticas que regían el mundo hasta finales del siglo pasado, hay que entender que los modelos transformacionales son precisamente conceptos opuestos y contrarios a los revolucionarios socialistas o comunistas, que históricamente han demostrado ser un desastre.

Por tanto, si observamos la región y la comparamos con el Asia y con algunos Estados del oriente medio, resulta increíble y casi que un tema de ficción, ver como por arte de magia los anuncios de las demagogias populistas y los Estados donde el poder lo ejercen grupos terroristas, parecen remitir sus poblaciones a velocidad supersónica a épocas pretéritas y resultan viviendo como Venezuela o Cuba y otros regímenes totalitarios, en la era de “Los Picapiedras”.

Hay problemas de liderazgo y de selección de líderes en las democracias y pseudodemocracias de la región. Los hay también en la conducción de las instituciones privadas y en la politización de los organismos no gubernamentales que viven del actuar negativo sobre causas activistas, en lugar de dedicar sus recursos a la formación, la investigación y adopción de nuevas tecnologías.

En naciones como Venezuela y Nicaragua quienes llegaron al poder son más unos dictadores perpetuos que siguen el modelo y la cartilla cubana y tienen al pueblo sumido en la miseria mientras mantienen una careta democrática para evitar ser derrocados o intervenidos. En toda la región desaparece el concepto de formación de clase media. Bolivia, son dos naciones, una inspirada en el fracaso venezolano y otra a la que como le expropien un metro cuadrado de tierra productiva, de inmediato entra en un proceso separatista. Chile baila en la cuerda floja en medio de una tormenta de enfrentamientos sociales difíciles de explicar con un populismo apalancado en heridas de resentimientos sociales y raciales aún no superados. Las políticas populistas en México y Argentina lideran la institucionalización de la corrupción como forma impositiva paraestatal, que se suma a cargas legales asfixiantes por lo que no pueden ser sistemas sostenibles. Brasil siendo un mundo socialmente apartado, aunque con una vocación socialista mucho más moderada, parece estar abocado a una volatilidad entre gobiernos de derecha y gobiernos de izquierda también éticamente cuestionados. Perú resalta por todo tipo de escándalos y ciclos de corrupción que se refieren a sus diferencias sociales, étnicas y ancestrales no superadas desde la colonia. Paraguay también pasa por una marcada volatilidad en su conducción política. Uruguay supo llevar con cautela un socialismo tipo europeo y hoy está gobernada por una derecha también moderada. Ecuador cansado de 15 años de castro- chavismo corrupto, pero relativamente moderado, dio un giro a la derecha y está teniendo que soportar una oposición socialista corrupta que quiere regresar al poder. Y ahora Colombia representa el gran interrogante pues se suma al socialismo del siglo XXI, pero no se sabe aún cuál será el rumbo y la volatilidad de la alianza de una izquierda compuesta por múltiples compromisos entre la corruptela tradicional, la narco-política y el narcoterrorismo comunista, unidos bajo la propuesta de una paz altamente cuestionado y constitucionalmente forzado después de haber rechazado por más de la mitad de los ciudadanos.

La definición elemental del manejo de una Economía, se refiere a la creación y conservación de valor y riqueza, no a la destrucción de la misma.

La gran pregunta que nunca explica la teoría socialista y menos el comunismo, es: ¿Cómo puede toda una nación vivir y progresar a cuenta del Estado una vez que se agote la riqueza de los particulares, que son los que mueven la economía y pagan los impuestos?

¿Hasta cuándo y cuánto, pueden aguantar las arcas del Estado en las manos de quienes habiendo obrado toda una vida violentamente por encima de la legalidad, hoy quieren cambiar la institucionalidad y el sistema libertades enmarcado en los equilibrios de poder republicano y democrático sobre el cual, no sin dificultades, toda la nación ha construido sus reglas y ha funcionado por más de 200 años? Ojo que ya ocurrió en Venezuela, donde el socialismo del siglo XXI destruyó todos los activos privados y también los estratégicos de la nación.

¿Cómo se puede manejar la economía de cualquier negocio o del Estado como corporación, cuando el dueño de la empresa o aquellos a quienes se les confiere el mandato de manejo, son los que invitan y entran a los ladrones a la casa por la puerta de la cocina?

No debe pasarse por alto que recientemente, en Colombia y en toda la región, durante los periodos reiterativos de violencia social inducidos y disfrazados de protestas legítimas, quienes reventaron los vidrios de la vitrina democrática, ya están manoteando todo lo que estaba ordenado en los armarios de las economías, y que esos mismos activistas hoy están acompañados de quienes más gozan de larga y gruesa experiencia en raqueteo político clientelista y contractual a cuenta del erario.

La enseñanza administrativa que siempre recibí de mi padre consiste en que independientemente de consideraciones ideológicas, en todos los encargos de manejo responsable de lo público, lo ajeno o lo privado “Hay que ser conservador con la economía, pues no hay nada más fungible y perecedero que el dinero, y hay que ser liberal con la familia y los amigos.”

Cuanto valor enmarca un concepto tan simple como el anterior, pero que difícil es aplicarlo cuando quienes toman las decisiones quieren traer a valor presente todas las frustraciones y resentimientos de sus pasados y congraciarse con una ambientalismo radical y mal planteado para el cual no cuentan los costos ni la gradualidad entre la explotación de los recursos naturales y la debida mitigación de su huella ambiental.

Aplicar el enunciado simple de “producir y conservando y conservar y produciendo”, demanda juicio y disciplina, rigurosidad técnica, racionalidad y seriedad, algo que no mezcla con la payasada demagógica de la nómina pública que anuncia el populismo, y que parece que algunas medios e instituciones reciben con lambón beneplácito o ilusa ignorancia.

Nada bueno resulta si se reemplaza la ortodoxia en el manejo económico, fiscal y monetario, por los caprichos ególatras engendrados en la ambición y el resentimiento sumados a la negación que supone la incompetencia en que se fundamentan los pregones populistas.

Los trabajadores todos entienden el valor de la asociatividad sindical, pero desafortunadamente en todo el hemisferio su representación también ha degenerado en un sistema politiquero y clientelista asociado al populismo y que parece no comprender, que sin empresas tampoco pueden existir sindicatos.

El costo de la pandemia y de la depresión global asociada, y de la recesión cíclica en que entra la economía global, hace que todas las monedas pierdan valor adquisitivo pues todos tenemos que pagar ese costo con carestía.

Hoy la clave está en la digitalización del Estado y de las economías, en la utilización de la tecnología para ganar eficiencias y poder tomar decisiones macroeconómicas informadas en tiempo real y con simulaciones estadísticamente fuertes que incluyan la confianza inversionista, la estabilidad política y jurídica y los incentivos al crecimiento económico de la actividad privada y la público-privada como supuestos necesarios, no sobre la base de teorías de manejo económico propias de inferencias académicas relativas al análisis de datos históricos.

Por tanto un manejo juicioso de las economías en el mundo actual y futuro, no admite modelos análogos ni teorías disuasivas del valor real comparativo de las cosas, como la eliminación de la libre competencia dentro de parámetros justos y equitativos, como la emisión irresponsable de moneda, como la dualidad libre de circulación de monedas, como la dolarización de las economías o como devolvernos a sistemas donde el ejecutivo interviene directamente en la política monetaria sin respetar la independencia del banco central.

Los Estados que quieran generar mejores niveles de vida para sus sociedades, tienen que apalancarse en el cambio convergente para ser tecnológicamente modernos, facilitadores, apolíticos, colaboradores y no intervencionistas, y tienen que aplicar el concepto de SosTecnibilidad o los estándares tecnológicos más elevados a los aspectos Ambientales, Sociales, de Gobernanza y Ciberseguridad, bajo una inversión muy constante e importante en la capacitación y profesionalización del recurso humano (TESG). Y definitivamente esto no parece ser el común denominador ni aparecer en las teorías y prácticas de administración Judicial, Legislativa y Administrativa de los modelos populistas emergentes en toda la región.

El papel de la inversión privada en la mejora de la calidad de vida de nuestras naciones mediante la generación de empleo y la constante capacitación y educación de todos los ciudadanos, como únicos mecanismos de reducción de pobreza.

Solo hay dos formas universales de combatir la pobreza: La Educación y la generación de Empleo.

La forma de riqueza más importante de las naciones es la cultural y la intelectual, pero eso vale dinero, para llegar a ella una nación tienen que conseguir riqueza suficiente con qué pagar las cuentas, de lo contrario la cosa del desarrollo se torna inviable e imposible.

La pobreza de las naciones solo se combate con dos tipos de vacunas, una de corto y otra de largo plazo: La generación de Empleo y la mejora continua en la Educación y la capacitación del capital humano. Y nada de ello es posible sin el concurso activo del sector privado como motor de la economía.

La función primordial del Estado es generar confianza para que los particulares puedan desempeñar de manera segura y estable todas las actividades que mueven y generan crecimiento económico. Esto es algo que ignora y evita tratar la teoría socialista y el ensayo narco-comunista del siglo XXI, el cual pretende terminar con los capitales y los patrimonios privados que generan inversión y empleo demandando cada día más capital humano especializado.

En la era del conocimiento el aspecto más crítico en materia de desarrollo es la nutrición infantil. Necesitamos desde la concepción empezar a cultivar los cerebros que van a manejar toda la información transformacional que el mundo está generando. Este aspecto debe ser la prioridad de cualquier propuesta de política de Estado que realmente le apunte a la superación de pobreza.

Hoy más que nunca en la era digital es crítico que el Estado, sobre todo en economías en desarrollo, genere las oportunidades de nivelación de conocimiento entre toda la población joven y adulta, mediante la gratuidad de la educación técnica y universitaria para los estratos de menor ingreso. Eso generó la clase media Argentina que hizo de esa una gran nación a principios del siglo pasado y es precisamente lo más importante que le deja el gobierno Duque al futuro del pueblo colombiano.

La pobreza no se combate cuando el Estado les quita a los ciudadanos para que sean los políticos y no los mercados, la propia economía privada y los mecanismos e incentivos regulatorios, los que realicen la redistribución de los recursos.

Hoy más que nunca en la historia de la civilización, sin inversión privada no hay generación de emprendimiento ni producción, sin producción no se generan puestos de trabajo, y si educación no hay quienes puedan ocupar empleos dignos y contribuir a la movilidad y la velocidad de las economías.

La economía de una nación no es otra cosa que la sumatoria de las economías personales, familiares y empresariales acompañadas de una economía estatal que tiene que ser manejada con juicio y cautela, propendiendo por el cumplimiento de metas estables de largo plazo que conduzcan al Estado, las empresas y las personas a acrecentar su principal, de manera que esos patrimonios contribuyan a la creación constante de empleos y a la formación y capacitación de quienes los ocupen.

Las políticas macroeconómicas y la administración de los activos deben siempre apuntar a un crecimiento que por lo menos guarde proporción con los costos y obligaciones de la hacienda, de tal manera que se garantice la adición continua por construcción de nuevos activos rentables, cuyo valor equivalga a la mayor cantidad posible de años presupuestados.

Solo así, ahorrando, invirtiendo y cuidando los ingresos, generando más emprendimientos prósperos, más valor y riqueza, habrá de donde redistribuir, y solo así se desarrollan las naciones, los patrimonios empresariales y familiares.

Se trata de una función lineal simple, exacta, y la historia no da cuenta de que haya otra forma equilibrada de desarrollar social, económica y culturalmente un pueblo siguiendo otro tipo de ideologías que no explican con qué se podrá cubrir el costo de lo que políticamente se comprometa.

Ni el socialismo ni el comunismo han explicado nunca cómo es que todos podemos vivir del Estado, y menos de una manera igualitaria, ni siquiera nivelados en la miseria, pues los líderes en las naciones comunistas y socialistas siempre terminan convertidos en una nueva oligarquía rica, inconsciente y opresora.

4- El debido manejo de los costos y la necesidad de la continua generación de ingresos estatales.

Todo en la vida tiene un costo. El progreso de una sociedad está asociado al manejo eficiente, ético e inteligente de los costos e ingresos para poder producir una utilidad económica y social.

Nadie dentro del mundo de las naciones funcionales y desarrolladas puede discutir la importancia del sentido social en las actividades públicas, privadas y de asociación público-privada. La corresponsabilidad frente a los problemas comunes a la civilización no admite ni el capitalismo salvaje, ni la estatización que asfixia la generación de riqueza privada que nutre las cargas impositivas.

De lo anterior surge la importancia del manejo adecuado y responsable de la explotación de los recursos naturales, sean ellos agrícolas o minero-energéticos con la debida mitigación ambiental, como única forma de financiar y pagar el costo de poder llegar a ser una economía de servicios y una sociedad desarrollada en la era del conocimiento elevando el nivel de vida de todos los ciudadanos.

Lo que está claro es que los mayores inconvenientes para el progreso de toda nación son la ilegalidad y el ejercicio del poder a manos de extremos ideológicos, y que, si estos dos elementos se combinan en el manejo del Estado y la economía, el resultado necesariamente es un caos.

Hoy si fuéramos naciones realmente cultas con madurez en el ejercicio político, y fuese verdad el discurso de que debemos convivir en la divergencia y la tolerancia, lo fundamental sería entender, que, ni el Medio Ambiente, la Paz o quienes la quieran interpretar como la debida y segura convivencia, ni la Equidad, que conceptual y económicamente no puede ser entendida como igualdad; son factores que le pertenezcan exclusivamente a ningún tipo de ideología de izquierda o derecha, a movimiento o partido político.

Convivencia social individual y empresarial, manejo ambiental debidamente mitigado y equidad, son asunto de todos en la sociedad y deben estar enmarcados en referentes de legalidad y avance de las economías, reflejados en el crecimiento del emprendimiento y la actividad privada y la mejora de la calidad de vida, y no deben ser banderas dialécticas del populismo en su lucha por el poder Estatal.

Así como las mayorías trabajadoras pagan con sus esfuerzos, limitaciones y dificultades el costo de vivir honorablemente con tranquilidad de consciencia, hoy hay que preguntarse ¿Cuál es el costo de oportunidad para la región de la ola o moda populista actual detrás del cual se esconden, una opresión terrorista y narco-comunista estilo socialismo del siglo XXI y los intereses personales de una pila de vampiros corruptos de profesión políticos, sedientos de enriquecimiento personal a cuenta de los impuestos de todos?

Hoy se conoce que la cartilla dialéctica del socialismo del siglo XXI dicta: Ejercer control de la comunicación y los medios, con el cual se acusa de corruptos con razón y sin ella, a todos aquellos que antecedieron y quienes no estarán invitados al festín de la nueva corrupción, de modo que los que respondan ante la justicia sean los primeros; y ejercer control político e ideológico sobre el sistema acusatorio y la capacidad coercitiva de la ley, de modo que esta pueda operar de manera selectiva influenciada por el poder administrativo.

Este es el mecanismo ideológico regional con el cual, bajo las banderas de interpretación parcializada y relativización del mandato popular, se manejan la dialéctica de la igualdad social y la paz, apelando al adoctrinamiento, al odio de clases y toda la retórica populista, elementos con los cuales el gobierno dictatorial de Cuba vende un modelo expansionista regional que pretende igualarnos a todos los latinoamericanos en la miseria.

En casi toda la región, los nuevos gobiernos han llegado al poder apalancados en el inconformismo social. En términos comparativos como en la Roma de Nerón o Calígula, el discurso de la Paz totalitaria no es libre sino esclavizante, y sigue siendo el pan del engaño que acompaña al circo con el cual entretienen al pueblo, mientras destruyen y saquean todo aquello que les represente enriquecimiento personal inmediato. La historia universal y los resultados de todos los procesos revolucionarios a lo largo de la misma dan suficiente cuenta al respecto.

El principal costo para las naciones de la región será el sacrificio de las ilusiones y esperanzas de varias generaciones. Ello a cuenta de la satisfacción del capricho iluso e inmediatista propio de la degeneración de los populismos en totalitarismos disfrazados de democracias, que interpretan el cambio en un mundo ideal inexistente e igualitario como el resultado de quererlo todo ya mismo, concentrado en el manejo público que pretende avanzar sin que medie tiempo, esfuerzo ni sacrificio, a expensas de la destrucción del capital productivo.

No olvidemos que los errores individuales o colectivos siempre se pagan caro. La Revolución violenta o disfrazada de falsa democracia, a lo largo de la historia ha sido, es y será siempre, sinónimo de destrucción en todas partes del mundo. En esos términos la miseria está a la vuelta de la esquina y en Colombia puede tirar a la basura todo lo construido en 200 años de vida republicana democrática.

Estados facilitadores de progreso de los particulares vs. Estados chupasangre.

Hoy entre las dicotomías de Derechas o Izquierdas, entre grandes corporaciones tecnológicas globales e ineficiencias de paquidérmicos Estados burocratizados por las luchas ideológicas por el poder, entre capitalismos salvajes o comunismos disfrazados de socialismos revolucionarios, se pierde la importancia transformacional del Estado facilitador de la expansión del Sector Privado en comparación al Estado que espanta la inversión privada y condena la población y su propia hacienda a la administración perene del empobrecimiento.

En la concepción del pacto social que define las Constituciones, estas no deben ser unas plastilinas moldeables en función de extremos ideológicos y de la proliferación del clientelismo y la politiquería, a falta de transparencia y de idoneidad profesional en la gestión pública.

Para poder hacer una transición a una económica de conocimiento y servicios, para hacer una transición energética progresiva y para poder preservar el planeta y mitigar el impacto ambiental en el tiempo, hay que entender que todo ello tiene un costo financiero que hay que poder pagar.

Poco comprende el socialismo del siglo XXI de la importancia que tiene en una economía global la composición y el manejo eficiente de la balanza comercial de las naciones, y lo crítico que es poder exportar más como función empleo y progreso socioeconómico. Ignoran la simpleza del concepto fundamental de generación marginal de los procesos productivos y comerciales “Hay que producir y comprar bien para poder vender mejor”.

La participación actual de la región en el juego económico globalizado depende de poder entender las nuevas dinámicas físicas y digitales de conceptos como el “Nearshoring” y el de Centros o HUBs globales naturales interconectados, y la importancia de producir y transformar más, para poder vender y tener con que comprar más, y para que ello ocurra de manera eficiente se necesita en primer lugar más capital humano capacitado, y además más seguridad y estabilidad física, jurídica, económica y alimentaria, más aeropuertos, puertos y vías terrestres, férreas y fluviales, más actividad energética extractiva y renovable competitiva y estable, más químicos y fertilizantes, más plantas productivas y de transformación industrial.

Todos estos factores que a la vez son los que atraen inversión a un país. El Estado solo sin garantizar la legalidad y facilitar el emprendimiento nunca conseguirá mayor equidad. Algo que ignora el discurso populista del socialismo del siglo XXI al hablar de igualdad y no ser no ser capaz de entender y diferenciar ambos conceptos.

El manejo fiscal con tasas impositivas que promuevan la evasión no funciona. La que hay que ampliar primero es la base trabajadora y la clase media para que en el mediano plazo exista manera de ampliar naturalmente la base tributaria. Nada se consigue creando distorsiones artificiales en los mercados, ni prometiendo regalitos o subsidios a cuenta de una tasa marginal impositiva que ronda el 40% y de niveles de exenciones y tributos que solo se pueden desmontar en épocas de vacas gordas y revaluación de la moneda.

El Estado tiene que preguntarse con toda sinceridad, hasta donde puede seguir creciendo sin eficiencias en su manejo, sin apórtale a la sociedad oportunidades de crear nuevos sectores que agreguen valor al PIB sin detrimento de los existentes, y hasta donde aguantan los negocios para poder ser rentables y los particulares para poder trabajar por su sustento y no por el de un Estado costoso, ineficiente, burocratizado y poco transparente que escasamente le aporta al contribuyente.

En el caso colombiano, no veo de donde van a sacar el recaudo que anuncian, que más que duplica la reforma económica destinada a lo social contra la cual protestaron quienes hoy van a ostentar el poder cuando casi destruyen el país productivo en el primer semestre del 2021.

Hablemos de los ingresos del Estado y las regalías. Bajo la simple consideración de lo que la naturaleza le dio a Colombia, nuestra riqueza y nuestra única posibilidad de llegar a ser una sociedad del conocimiento y que pueda desarrollarse de forma sostenible, es mediante la producción minero energética responsable y con la debida protección ambiental, la administración de las cuencas hidrográficas y la preservación selva húmeda tropical.

No nos digamos mentiras, ni somos ni vamos a llegar a ser una potencia agrícola y alimentaria. Somos por naturaleza improductivos en comparación con las zonas de alta productividad agrícola y pecuaria del mundo, somos trópico-andino, tenemos una geografía accidentada llena de microclimas, escasa en capa vegetal, de suelos con condiciones ácidas, con regímenes de lluvias y climáticos irregulares, no tenemos control del recurso hídrico, el fenómeno del narcotráfico ha distorsionado el valor de las tierras en comparación con su capacidad productiva, el campo en Colombia es inseguro física y climáticamente, y la razón de propiedad es muy baja en las zonas montañosas. Esto no quiere decir que no podamos mejorar y no podamos tecnificarnos y propender por una mejor seguridad alimentaria a base de tecnología, conocimiento y modernización.

El enfoque a futuro debe ser la riqueza de la biodiversidad existente en la exuberancia del trópico, así como la reforestación programada y la aforestación natural, ahí es donde radica todo nuestro potencial a largo plazo con el complemento de que se sellen las zonas de selva húmeda tropical, se combata la deforestación, la colonización, el desarrollo en zonas apartadas que deben estar ambientalmente protegidas e inhabitadas, la siembra de coca y producción de cocaína, todo aunado a una explotación de los recursos no renovables en combinación con la transición energética gradual a energías renovables y la búsqueda de maximizar la capacidad de electrificación y generación de Gas e Hidrogeno verde del país, todo financiado con los ingresos de los yacimientos no convencionales y la minería tecnificada con respeto de las zonas altas que conforman los páramos.

No vamos a vivir como sociedad a mero golpe de aguacate y panel solar. Sin el debido manejo de la generación de todas las formas de energías limpias y convencionales a nuestro alcance, el desarrollo se limita, y en medio de una mentalidad ambientalista destructiva que todo lo prohíbe menos lo que se hace ilegalmente a manos de las organizaciones criminales, el Estado estará condenado a la ruina.

Sin cobre, oro, platino, petróleo convencional y no convencional, sin gas, sin renovables de todo tipo y sin más represas generadoras y un manejo integrado de las aguas, no habrá con que pagar el vale del Estado compuesto de la sumatoria de necesidades y demandas de una población creciente. Asunto que además presenta una correlación directa con la amplitud porcentual de la deuda sobre el PIB y por tanto con la capacidad de financiamiento de la hacienda pública y privada.

Es simple. Lo que le dio la naturaleza a Colombia en comparación con otras naciones para poder llegar a ser una sociedad desarrollada, tecnológica y moderna, son sus recursos minerales del su subsuelo. No extraerlos tecnificada y responsablemente para hacer un ascenso en la calidad de vida promedio de la ciudadanía y seguir dejando a los ilegales hacer la explotación a sus anchas es condenarnos a la pobreza y no tener con que realizar la debida preservación del medio ambiente en un país lleno de belleza natural tropical sobre sus suelos.

Colombia sin extracción y producción tecnificada con la debida mitigación y conservación ambiental, va derecho al despeñadero del no reconocimiento de la deuda, pues no existe alificadora, analista ni inversionista que preste o apueste en una economía y un manejo político inestable y de alto riesgo.

Esperamos que quienes tengan que tomar la posta en el manejo minero energético, ambiental y agrícola del país entiendan la magnitud de esta responsabilidad.

El Modelo moderno de Estado trabajador que adiciona valor al erario vs. El modelo de Estado dilapidador.

Podemos hablar de Estados trabajadores que le adicionan valor al erario, si entendemos que estamos en la era del conocimiento y la convergencia digital y tecnológica donde la analítica de datos permite total transparencia en los procesos de la gestión pública y que los resultados pueden medirse con métricas mediante modelos de funcionamiento y manejo del Estado como una gran corporación sistematizada. En contraposición, en nuestra región y en la mayoría de las Democracias Representativas actuales la politización de la gestión en todas las ramas del poder público y en los entes de control y su interdependencia clientelista proclive a la corrupción, hace que en realidad lo que tenemos sean anarquías controladas por grupos, partidos e individuos de profesión politiqueros, que se valen de dialécticas ideológicas para poder controlar burocracias ineficientes en un modelo de Estado dilapidador de ingresos y contribuciones.

El ejercicio de todas las profesiones merece y demanda generación de riqueza para que quienes las ejercen vivan dignamente, no un Estado dilapidador que administre un empobrecimiento perpetuo.

Pensemos por un momento en los servidores estatales que nos cuidan desde la fuerza pública, en los que desde el magisterio y la capacitación técnica educan nuestros hijos, en los que desde la rama judicial y los entes de control solucionan nuestras disputas y problemas, en el personal que cuida nuestra salud y en quienes viven en el campo y producen nuestros alimentos; en general policías y soldados, maestros, jueces, médicos, enfermeros, agricultores y profesionales especializados en consideración a la importancia social de su función.

Pero la realidad de lo anterior contrasta con el tratamiento social inequitativo que reciben, con la forma en que se comporta la minoría que representan los individuos privilegiados que dirigen y controlan la institucionalidad pública y privada, que solo medran del funcionamiento del Estado para mantener su estatus como dirigentes.

La inversión en la capacitación del servidor público y la compensación por merito personal basada en resultados no existe en los sistemas públicos de nuestras naciones.

Desafortunadamente está ligada a prácticas clientelistas, nepotismo, corrupción y pago de favores políticos.

No se transforma nada positivamente cuando en lugar de capacitar los maestros y compensar mejor el personal de la salud, de profesionalizar y llevar la burocracia administrativa y a todo el personal judicial, policivo y a otros servidores públicos a esquemas de mérito e idoneidad, les   desmejoran su calidad de vida con mayores impuestos que no pueden pagar, mientras ven como una clase directiva política se enriquece como producto del clientelismo ideologizado propio de la politiquería que reina en toda nuestra región.

Veamos ejemplos concretos. Sistema de Salud. La propuesta regional de eliminación de los sistemas privados de prestación de salud para entrar en la ideología cubana de los médicos familiares de barrio y entregar a un puñado de políticos corruptos todo el sistema de aseguramiento de la salud, significa dañar por pura ideología toda una institucionalidad que, en Colombia con algunos problemas, a partir de la ley 100 siempre ha mejorado y en términos comparativos es mucho mejor al de naciones a las cuales pretendemos imitar.

Sistema de Ahorro. La propuesta de nacionalizar los fondos de pensiones en nuestros países equivale a hacer una gran pira para quemar en ella los ahorros que son la propiedad más importante para todos los trabajadores, que a su vez tienen que ver como la mayoría de los líderes de las agremiaciones sindicales se convierten en una privilegiada oligarquía sin verdadera conciencia social.

Seguridad Alimentaria, Producción Alimenticia y Propiedad del Suelo. El campo necesita a gritos ayuda con tres elementos esenciales: Seguridad para poder vivir y recibir inversión; capital humano capacitado, más técnicos de botas dotados de conectividad, conocimientos y sistemas y menos corbatas en las oficinas.

Los ideólogos del socialismo del siglo XXI solo utilizan el campo y el medio ambiente como banderas que les otorgan votos y poder político, se quedaron en las protestas contra el sistema feudal que terminó hace dos siglos, simplemente hablan y filosofan sobre el campo y la tierra, los animales y la naturaleza, desde la óptica limitada y el criterio estrecho que les imprime su condición citadina.

En materia de utilización y tenencia de las tierras en Colombia, resulta un desastre usar el campo como instrumento de poder al servicio de los políticos, los colectivos de abogados y los ambientalistas de cubículo.

Teóricos de la economía y políticos de rumba discotequera hablan de millones de hectáreas o kilómetros cuadrados de tierra, cuando no comprenden la diferencia entre zonas montañosas de ladera no tractorables con regímenes de lluvia trimestrales donde se desperdician las aguas, caracterizadas por una heterogeneidad de suelos y microclimas y donde la razón de propiedad no supera una hectárea, y las diversas realidades de zonas de las planicies de la costa caribe y de los llanos orientales con regímenes de lluvia semestrales afectados por sequias e inundaciones a falta de toda una infraestructura de soporte en predicción y manejo hídrico desde las cuencas hasta canales de almacenamiento y riego, de transporte y facilidades de cosecha y pos cosecha, sin las cuales se hace inoficiosa o se pierde toda la inversión en financiamiento, fertilización, tecnología y mando de obra especializada.

Tristemente hoy en la región legislan y pontifican sobre la naturaleza, los cultivos, los animales y el medio ambiente, teóricos universitarios que nunca han pagado una nómina, empuñado una pala o un azadón, personas fanáticas de causas y modas mediáticas discriminantes afines al socialismo del siglo XXI, filósofos de uña lacada y apartamenteros elegantemente vestidos cuyo contacto con las realidades del campo son los paseos de recreo en los fines de semana y su condición de carceleros de canes, canarios y sofisticadas mascotas ridículamente humanizadas.

Quienes nunca sembraron la tierra, ni apartaron terneros en un ordeño y nunca vivieron en el campo en otras latitudes, simplemente desconocen nuestra realidad comercial con relación a los otros tipos de agricultura meridional y mediterránea. Desconocen las complejidades de nuestras llanuras improductivas por temas tanto climáticos e hidrológicos, e ignoran la pobreza comparativa de nuestros suelos frente a la riqueza de nuestro subsuelo.

Es erróneo poner al frente de las carteras asociadas al agro a personas que por nunca haber salido de una oficina, las enviste una boñiga, no distinguen una vaca de un caballo ni una paloma de una culebra, pues desconocen completamente las realidades del trópico andino y de nuestra accidentada y compleja naturaleza geográfica.

La realidad de la tierra hay que entenderla desde las realidades de la naturaleza y no bajo la óptica y la influencia de las organizaciones no gubernamentales que maman de agendas globales estructuradas para pagar sus nutridas burocracias a las cuales a final de cuentas desde Washington o Bruselas poco les importan las realidades de quienes trabajan la tierra.

Respeto a la Propiedad Privada. En toda Latinoamérica se levantan fuerzas que van a perseguir a todo el que no pertenezca a ningún resguardo indígena o a una minoría, y a todo el que sea propietario, incluido el que tenga sus ahorros puestos en una pequeña parcela de recreo.

Que fácil es utilizar como disculpa para ganar votos e indulgencias políticas el discurso de la posesión y titulación de las tierras de la forma en que se viene trabajando en Colombia, donde el mero título y la propiedad solo pasan a ser un motivo para financiar un éxodo forzado a ciudades intermedias y a los cinturones de miseria de las grandes ciudades, pues no son garantía de capacidad productiva eficiente que les permita la subsistencia en un campo inundado de inseguridad generada en su mayoría por el efecto colateral del narcotráfico entreverado con guerrillas y todo tipo de organizaciones criminales a las cuales tristemente también han terminado anormalmente vinculados, algunos líderes de las minorías.

En resumen: Estos son los esquemas con que se espanta toda la inversión extranjera y se purga la doméstica, bajo la falsa ilusión regional de la actualidad, que es con Cuba, Rusia, Irán y Venezuela con quienes debemos hacer los negocios y la política internacional.

7- La Justicia como garantía de estabilidad jurídica en la democracia.

La Justicia es la piedra angular del desarrollo: Tiene que ser ciega, equilibrada e implacable.

De manera universal el concepto de la justicia solo se le debe a la verdad y a la legalidad. Es la custodia del imperio de la ley. Siempre debe además velar porque la propia formación de las leyes se ajuste a derecho y no sea una violación del deber ser jurídico.

La Justicia no puede depender de los grados de crítica o permisividad que dicten las confusiones conceptuales ideológicas entre libertades sociales y libertinaje individual. No puede estar supeditada ni ser influenciada por el poder de los medios de comunicación y las reacciones en redes digitales, ni menos por la pos-verdad que está de moda como mecanismo para alimentar justicias paralelas ideologizadas en Iberoamérica. Nada más peligroso para el debido equilibrio de poderes dentro de las democracias.

La justicia no puede ser el vehículo político mediante el cual cualquier ideología o extremismo, consigue a conveniencia, convertir en legal, todo aquello que ha sido ilegal. Las democracias fracasan cuando la justicia está al servicio de regímenes absolutistas.

La Justicia nunca debe ser utilizada para amedrentar la oposición política democrática.

La justicia no puede atender ni debe estar preconcebida o predeterminada por ningún tipo de ideologías sean de derecha, izquierda, anárquicas, totalitaristas, socialistas o comunistas, ni mucho menos debe favorecer la letal combinación que representa el narco-comunismo y su utilización de todas las formas de terrorismo.

La ideologización, politización, clientelización, corrupción y arbitrariedad de la Justicia en función de estas razones es el factor más crítico de la desestabilización institucional que vive toda la región latinoamericana y en buena parte la madre patria.

No hay un mecanismo más potente para espantar y repeler la inversión, sea ella doméstica o extranjera directa, que la falta de estabilidad y garantías jurídicas.

Viene la Justicia regional interviniendo en política cuando eso no le corresponde, y viene dándose un matrimonio abierto entre los parlamentos y las cortes, que así un administrativo trate de acomodar la democracia a la debida separación de poderes le hace su función imposible.

En el caso de Colombia se vienen complejidades de talla mayor, pues cambiarán las instituciones por roscas ideológicas como el monstruoso engendro judicial que representa la combinación del mecanismo conocido como Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la “Verdad”.

La comisión de la verdad cambia el recuento histórico en función del concepto de Pos-verdad empleado dialéctica y factualmente por el comunismo y el socialismo del siglo XXI, y que para ser claros, solo aumenta la inseguridad jurídica de una nación con relación a la confianza y la inversión, destruyendo economías, y en el fondo solo sirve para acrecentar la profundidad de las poncheras corruptas de algunas ONG’s.

Se pregunta uno si van a convertir la Fiscalía, engendro creado por la constitución de 1991, en la omnipotente arma acusatoria asociada al modelo comunista, como ocurrió en Rusia, Alemania y Cuba.

¿Estamos creando y tendremos volando a todo chorro, una nueva inquisición dotada de todos los modernos elementos difamatorias de la era digital? ¿Será este el nuevo potro de tortura selectiva de funcionarios públicos y empresarios privados, con el cual impartan terror regional los ladrones del socialismo del siglo XXI?

Y a las naciones y sus gentes les van a quitar la Procuraduría como ministerio público que controla políticamente el servicio de los alcaldes, gobernadores y otros funcionarios, y acompaña y vigila a las otras entidades de control que atienden lo contable y lo punible. ¡Que  viva la Impunidad Estatal!

Fin. V. 7.0- Julio 18 de 2022.

*Ganadero, Abogado, Economista Agrícola.

Publicado en Columnistas Nacionales

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