Como todo lo de la actual administración de EPM – Gerencia General y Junta Directiva - lo relativo al retiro de Mónica es turbio e infame. Se dice que fue declarada insubsistente por la Junta en reunión de la semana pasada, no obstante, se le da la “oportunidad” de renunciar para ser nombrada luego en la gerencia de una pequeña filial, un cargo muy por debajo del nivel de alguien que llegó, meritoriamente, a la gerencia general de la Matriz. Encima de todo, la humillación, para Mónica, y la intimidación para los demás directivos y profesionales.
Porque como lo ha dicho con acierto SINPRO, en el comunicado que denuncia el hecho, la salida de Mónica es un nuevo ataque al corazón de EPM, la continuación de la destrucción del capital humano en la que parece estar empeñada la actual administración. Mónica representa lo mejor de EPM, lo que ha sido su fortaleza, la gerencia media y los profesionales de primer nivel, en quienes reposa la planeación de largo plazo, la continuidad de los proyectos, la memoria institucional, los valores fundacionales y la ética laboral.
Es comprensible la desazón y desesperanza que reina hoy entre directivos y profesionales. Es comprensible su tristeza. EPM está triste.
Respeto profundamente las circunstancias de cada cual, pero no puedo dejar de recordar el poema “Primero vinieron…” del pastor alemán Martin Niemöller:
“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío.
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
Un abrazo fraterno a Mónica.