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Ariel Peña               

El tirano ruso, Vladimir Putin, invadió  a Ucrania con el pretexto de  la desnazificación de esa nación, ignorando adrede, que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski es un judío, cuyos antepasados fueron víctimas de la dictadura  alemana  de Hitler;  y análogamente de manera insólita en Colombia, el candidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro, llamó al Canal RCN “neonazi”, y también le dio la misma denominación al columnista judío, David Ghitis, por una publicación sobre las pensiones que no le gusto al candidato comunista.

Lo que no sabe Petro, es que nazismo, comunismo y fascismo, son hijos de la misma madre, debido  a que tienen el mismo útero hegeliano, en donde todo está dentro del Estado  y nada fuera de él; por lo que el aspirante del Pacto Histórico, antes de hacer esos señalamientos, debería revisar su coalición en donde se encuentran movimientos y partidos abiertamente marxistas, que siguen esa dogmática, y que la quieren aplicar a rajatabla en el país, mediante una dictadura a perpetuidad; así que no hay autoridad moral para señalar al alguien de neonazi,  cuando en su alianza se encuentra el marxismo que es un allegado indiscutible del nazismo.

Gustavo Petro al darle el calificativo de neonazi a un medio de comunicación, podrá, en un eventual gobierno suyo, seguir las pautas del “Carnicero de la Cabaña” en Cuba, que es el apelativo como se conoció al comunista Che Guevara, que decía: “Hay que acabar con todos los periódicos, pues no se puede hacer una revolución con libertad de prensa. Los periódicos son instrumentos de la oligarquía”. En consecuencia, en un régimen petrista, los medios de información ambiguos deben de saber desde ahora a qué atenerse.

De tal suerte que al candidato Petro se le debe poner de presente la siguiente frase: “El movimiento nacional-socialista tiene un solo maestro: el marxismo”; el pronunciamiento fue hecho por el nazista Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945 (Kampf um Berlín, p.19); con esto se demuestra la cercanía inocultable entre el marxismo y el nazismo, teniendo este par de perversiones políticas el mismo origen, en donde el Estado es un dios.

En las elecciones de noviembre de 1932 en Alemania, el partido comunista terminó respaldando a Hitler, quien después lo ilegalizó, pero fue factor para la consolidación del nazismo. Otro elemento de cercanía entre nazismo y marxismo fue el pacto Ribbentrop-Molotov el 23 de agosto de 1939 entre la Unión Soviética y la Alemania nazi; con este tratado de no agresión, firmado 9 días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, se repartían a Finlandia, Polonia, Repúblicas bálticas y parte de Europa oriental.

La  Operación Barbarroja que se inició el 22 de junio de 1941, en donde comenzó  la invasión nazi a la URSS, dejó por el suelo el pacto Ribbentro-Molotov, demostrándose el carácter traidor de las fuerzas totalitarias, como en una vendetta entre bandidos; a lo que se debe agregar que León Trotski  responsabilizó  a Joseph Stalin por la derrota de los comunistas en la guerra civil española, siendo asesinado el promotor de la cuarta internacional en México en 1940, por orden del dictador soviético.

“He aprendido mucho del marxismo…”, “No dudo en admitirlo”. La frase es nada más ni nada menos que de Adolfo Hitler, con lo que se demuestra la admiración que los nazis sentían por el marxismo, así los comunistas no lo quieran reconocer y consideren una herejía la cercanía doctrinaria entre el marxismo y el nazismo; resaltando que el nazismo igual que el comunismo consideraba a la lucha de clases como “el motor de la historia”, así que el nacional-socialismo y  el fascismo tiene una fuente  en el marxismo, en donde la aplicación práctica de cualquiera de los tres lleva a que el Estado asuma todos los poderes sobre los ciudadanos quitándole los derechos individuales.

La secta comunista del marxismo leninismo, no ha recibido por parte de la civilización un trato de repudio, como ha ocurrido con el nazismo y el fascismo, por el triunfo de URSS en la Segunda Guerra Mundial, ya que esto le permitió al comunismo impulsar la guerra fría para proyectarse en diferentes partes del mundo, a pesar de su condición inhumana y perversa.

La caída del muro de Berlín en 1989, que hubiera sido la sepultura definitiva para el marxismo-leninismo en el planeta, le sirvió al tirano de Fidel Castro para que en compañía de Luis Ignacio Lula da Silva de Brasil, montaran el Foro de Sao Paulo en 1990, poniéndole un nuevo disfraz al comunismo totalitario, eso sí aprovechándose del atraso ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, que todavía no han comprendido el carácter rastrero y pérfido del marxismo.

No se puede pasar por alto que algo que identifica indiscutiblemente al nazismo y al marxismo es el terrorismo, que utiliza métodos violentos indiscriminadamente en contra de la sociedad para amedrentarla, buscando con ello fines políticos y económicos, especialmente, por ello no se debe olvidar la frase de Hitler quien decía: “Las masas necesitan de eso, algo que les cause pavor”.

Así como hay anti-nazismo, también debe existir el anti-comunismo, pues ello es propio de la razón, porque esas doctrinas totalitarias son contrarias al humanismo. Resaltando que en el caso de Latinoamérica el comunismo totalitario es el principal enemigo de la democracia, puesto que el nazismo (también acoplado en los últimos tiempos como neonazismo) es insignificante por su escasa presencia, mientras que el marxismo con sus diferentes remoquetes sigue engañando a pueblos, ocultándose en un discurso miserabilista con su falsa sensibilidad social.

No queda la menor duda acerca de la relación ideológica entre el nazismo y el marxismo, dado que como doctrinas totalitarias han buscado avasallar a los pueblos, por ello la democracia es el mejor antídoto para preservar la libertad frente al comunismo totalitario maestro del nazismo, como lo señaló Joseph Goebbels en su momento.

Publicado en Columnistas Nacionales

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