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Armando Barona Mesa

Diego Molano, a pesar del odio que le toca remontar cada día, ha sido un buen ministro, abnegado, trabajador e incansable. Reemplazó a Carlos Holmes Trujillo, quien puso un punto muy alto y entregó su vida así, literalmente, a la pandemia y a la patria. La verdad es que Molano no se ha quedado atrás, no obstante que este es un país en el que nunca ha reinado la paz. Bolívar debió padecer un toque muy amargo en los últimos meses de su vida.

Entramos a las guerras desde siempre, unas declaradas otras no. Ingobernable llegó a pensar Bolívar. No obstante todo lo cual Molano se ha destacado como un gran servidor público en un ministerio que tiene que manejar todos los días, como en la obra de Tolstoi ‘La guerra y la paz’, con sus muertos y desplazados; el narcotráfico ardiente y asesino y esa cadena de malvados que han sacrificado con gusto y placer a este país que anhela encontrar al fin el camino de la convivencia.

Molano ha sido prudente, no obstante el asedio de los practicantes del odio. Pero se le ocurrió decir una verdad contraria a la mentira diplomática: Irán, ese país lejano que por encima de acuerdos se ha hecho como Corea del Norte a la bomba atómica, auspiciador de la tensión y amigo del hoy investigado como criminal de lesa humanidad Nicolás Maduro, es enemigo de Colombia. No es diplomático decirlo y tal vez puede registrarse como una gran metida de pata. Pero esa es la verdad.

El presidente Duque corrigió al ministro y añadió que con Irán, antigua Persia, mantenemos relaciones de amistad. Vale. Pero el ministro había registrado lo que es una verdad relativa pero válida. En la conformación del mapa político de actualidad hasta hemos recibido algunas notificaciones indirectas de parte de ese país del Medio Oriente, manejado por unos fanáticos del Corán que interpretan como chiitas la paz y la guerra como elementos condicionantes del paraíso. Ellos -los curas iraníes que gobiernan su país- están listos a apoyar a Maduro, sean cuales fueren las circunstancias, contra nosotros los colombianos.

Porque sin importar ideología, el ejercicio de una acción bélica los hace acreedores al premio eterno al lado de Alá. El enemigo de mi amigo es mi enemigo.

Ahora quieren los adversarios políticos en esta Colombia tan traumatizada y con la insania del odio, la cabeza del Ministro en bandeja.

Como la de aquel Bautista. Y danzan como Salomé y agitan las caderas en actitud de triunfo. Pero nada de eso va a suceder. El Ministro es un ser falible que conoce el sentido de la vida. Sobre todo de nuestra vida. De modo que con prudencia y respeto por la palabra de su jefe el presidente, acata lo que se disponga. Más un sentido de conocimiento humano me indica que Duque no es la persona que vaya a cobrar en su colaborador la concupiscencia de sus opositores.

***

Y que siga la fiesta de los petruscos celebrando el ‘triunfo’ de Ortega y su complaciente mujer en Nicaragua. Corto de palabra y de ideas el señor Ortega, ahogado en sus limitaciones, aprendió de Somoza todo el sistema de la dictadura, que aplica igualmente con el odio que quieren hacer primar en Colombia. Que gran triunfo ante la historia con todos sus opositores presos. Pero yo diría que lo más abominable es que haya violado a la hija de esa esposa compinche; y cuando la ultrajada puso la queja, Rosario, su madre, respaldó a su marido sin que aquí haya pasado nada.

Sigue en Twitter @BaronaMesa

https://www.elpais.com.co/, Cali, 11 de noviembre de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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