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Hernán Avendaño C.* 

La economía postula que la educación es un medio eficaz para la movilidad social ascendente.

Si el país se sorprendió con la noticia de que el 51,1% de los ocupados obtiene ingresos de un salario mínimo (SM) o menos, debería aterrorizarse al enterarse que los niveles de escolaridad de los trabajadores mejoraron notablemente en la última década, pero que el porcentaje de población que devenga salarios bajos está aumentando de forma acelerada.

El análisis de la información del Dane revela que entre 2010 y 2020 la población ocupada con educación básica secundaria, primaria o ningún nivel educativo pasó del 54,7% del total al 39,8%, con una pérdida de 14,9 puntos porcentuales (pps).

Simultáneamente los trabajadores con educación media o niveles superiores aumentaron su participación hasta el 60,2% en 2020; el segmento con mayor ganancia fue el de educación media, con un incremento de 7,2 pps, seguido de los técnicos y tecnólogos, que ganaron 4,1 pps.

Esos cambios en solo 11 años son impresionantes y deberían tener repercusiones positivas en el bienestar.

La economía postula que la educación es un medio eficaz para la movilidad social ascendente, porque se asume que los trabajadores más educados obtienen mayores ingresos. Por lo tanto, cabría esperar que ese notable salto en la escolaridad de los trabajadores tuviera un impacto en mejores remuneraciones.

Sin embargo, las tendencias de los ingresos revelan otra cosa. El problema no es solo que el 51,1% de los ocupados gane igual o menos que un SM. Lo que está ocurriendo, por un lado, es que ese porcentaje viene creciendo desde 2016. Pero, por otro lado, lo más grave es que son los trabajadores que ganan medio SM o menos los que explican ese incremento (pasan del 21,0% en 2018 a 30,6% en 2020).

Contrario a lo que se espera, esa anomalía no se concentra en la población menos educada, sino que se registra en todos los niveles de educación. Cuando se examina la participación de los ocupados con ingresos de 1,5 SM o más dentro de cada nivel educativo, se observa que pierden 20,7 pps entre los del nivel de tecnología o tecnológico en el periodo 2010-2020, seguidos de los de educación media (-14,3 pps) y los de educación universitaria o posgrados (-13,9 pps).

Simultáneamente, los que obtienen medio SM o menos aumentan en todos los niveles educativos.

Surgen muchos interrogantes: ¿Qué explica ese deterioro de los ingresos salariales? ¿Cómo se relacionan estas anomalías con la deficiente calidad de la educación y la inadecuada pertinencia de la formación para el trabajo? ¿Esta situación alimenta el malestar social? ¿Cuánto explica la pandemia y cuánto la baja capacidad de creación de empleo formal? Gobierno, empleadores, analistas y candidatos tienen la palabra.

*Director de Estudios Económicos de Fasecolda.

https://www.portafolio.co/, Bogotá, 20 de octubre de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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