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Armando Barona Mesa

El padre Francisco de Roux es hombre virtuoso. Transmite bondad y halaga hablar con él. Aunque, pasado un breve tiempo, se comienza a advertir que es dominante, impositivo y alguna pasión le comienza a aflorar. Bueno, me he dicho, es un ser humano y todos tenemos pasiones y emociones. A pesar de la piel de ovejita.

El padre ha pasado su vida en la discreción de un estudio. De ahí que se creyó que él era el hombre para manejar la verdad dentro del proceso de paz que iba a comenzar. No tenía enemigos y estaba por encima de los mezquinos propósitos de algunos de establecer el odio como una religión y la ‘justicia’ como elemento vital de la lucha política.

Lamentablemente los hechos fueron demostrando otra cosa. La JEP fue manejada con criterio mezquino y calculado, de modo que cuando menos se pensó, se había convertido en un fortín del mamertismo. La señora del senador Iván Cepeda, alta funcionaria. Un reverenciado jerarca fue encontrado haciendo negocios con actos administrativos del Tribunal. Una mujer llamada Lucía González Duque llega a hacer parte de la Comisión de la verdad, mamerta ella. Le envió a ‘Jesús Santrich’ -15 de julio 2017- un mensaje diciente: “!Salud Jesús Santrich! Necesitamos tu sabiduría y tu alegría”. Y el 1º de septiembre de 2017, otro dirigido a las Farc: “Yo hoy estoy de fiesta porque las Farc constituyeron su partido político. No solo respeto, comparto sus principios. Buen camino”.

Ah, esa JEP que sin rubor alguno dejó en libertad al señor Seuxis Pausias –‘Santrich’- y en una payasada que compartió la propia Corte Suprema, lo dejaron escapar previo el fingimiento de una enfermedad en una clínica. ¡Vergüenza nacional!

El justo padre de Roux fue mostrando solidaridad con los actos alevosos contra la justicia del costoso tribunal que ideó un ciudadano español mamerto de apellido Santiago, quien ganó como asesor mucho dinero. La JEP ha sido costosa casi como la pandemia. Y la pagamos todos, cuando ya no hay de dónde. Una paz que nunca fue porque contra los cuadriculados que sostienen como bandera ser los amigos de la paz, para señalar a los que pensamos diferente como sus enemigos, salta sobresaliente la verdad real de que nunca ha habido paz. Las Farc se abrieron en múltiples disidencias que han atormentado al país, pero han explotado la producción de coca al día, manteniendo las relaciones non sanctas y contratos que antes cultivaban. ¿De cuál paz entonces habla el Padre?

El cura de Roux se sintió satisfecho cuando el ex presidente Álvaro Uribe, que no reconoce los acuerdos de paz porque Santos se puso de ruana un plebiscito y simplemente lo suplió por una proposición, aceptó invitarlo a su propia casa para rendir una larga explicación en relación con los llamados ‘falsos positivos’. Y llegó a ‘fusilarlo’ el presbítero acompañado de la mamerta citada antes Lucía González Duque. Y rompiendo su equilibrio de imparcialidad, de Roux formuló cuestionamientos temerarios que le fueron contestados con la verdad por el ex presidente, con acopio de pruebas.

Se supo luego que el cura había hecho declaraciones a Julio Sánchez Cristo en las que reconocía que Uribe era su adversario político. Cuando el periodista le pregunta cuál era su imparcialidad como funcionario de la JEP, responde orondamente: “Aquí no estamos ante un enemigo, estamos ante un adversario político”. Y ese adversario político, según de Roux era Uribe, como enemigo de la paz.

Curioso, el hombre puede dar su vida por la verdad y la justicia. Solo que en el caso de De Roux, las que cree su verdad y la justicia, suelen ser, como se ve, la gran mentira. ¡Cuidado, padre!

Sigue en Twitter @BaronaMesa

https://www.elpais.com.co/, Cali, 19 de agosto de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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