Al político no lo elige el pueblo para administrar el diálogo ni la ilegalidad sino para que administre la LEY.
El DIÁLOGO con el delincuente o sus proxenetas sin PREVIO sometimiento a la LEY, es la forma de lucha con que más fácil se violan los fundamentos éticos y lógicos de la LEGALIDAD.
A mi juicio se comete un grave error dialogando con quienes no reconocen la ley y exigen la institucionalización de la ILEGALIDAD a su favor y al servicio exclusivo de su conveniencia.
Siempre se puede hablar. Dialogar en términos legales requiere unas reglas, que no pueden existir cuando no hay equivalencia ni se establece primero, que es legal para ambas partes.
El delincuente no se atiene a la ley de la sociedad, solo respeta su propia ley. Ahí empieza el problema.
Hablar siempre se puede y hay mil formas de hacerlo. Pero dialogar implica un propósito y eso requiere un entendimiento previo de unas reglas mínimas.
Lo demás es paja.