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Mario Fernando Prado

Como suele decirse, “para verdades, el tiempo”. Por eso ya se está esclareciendo que los ataques al transporte masivo de Bogotá y otras ciudades del país —amén del comercio y los sectores bancarios, entre otros— no se realizaron de manera espontánea por grupos de encapuchados que improvisaron su actuar como producto del desespero por no tener trabajo ni oportunidades, sino que se trató de un plan premeditado con unos objetivos específicos y una amplia financiación para que se llevara a feliz término la vandalización que destruyó las estaciones y los buses del Transmilenio y del MIO en la capital del país y en Cali, respectivamente.

Ya se logró la identificación y las pruebas contra estos anarquistas, muchos de los cuales están a buen recaudo de las autoridades y a la espera de que los dejen en libertad —porque esta es la verdad—, pero demuestran que la infiltración en las marchas y en los bloqueos no fue invento de la Fuerza Pública, que se quedó corta para neutralizar semejante pillaje.

Ahora bien, ¿de dónde provinieron las millonadas que costó el pago para estos inocentes muchachos incapaces de matar una mosca?

Hay varias versiones, todas ellas creíbles: una, del castrochavismo. Otra, de las guerrillas que operan mondas y lirondas en el territorio nacional. Otra —como lo afirmó la alcaldesa Claudia López—, del candidato Petro y su secuaz Bolívar, empeñados en desbaratar el país. Y la última, de todos ellos juntos.

De todas maneras, lo absolutamente claro es que el paro tuvo una motivación y una connotación política que desdibujaron las buenas intenciones de quienes fueron asaltados en su buena fe y terminaron pagando los platos rotos. Pero hasta ahora, porque, conocida la identidad de los autores materiales de estos desvaríos, la opinión va a cambiar.

Que la guerrilla se vino del monte a la ciudad porque allá no estaba haciendo nada es otro corolario que vale la pena tener en cuenta. Y que a las milicias urbanas les llegó su cuarto de hora no es descartable. El hecho es que la guerra se está trasteando a un nuevo escenario, en donde combatirla va a ser más difícil.

https://www.elespectador.com/, Bogotá, 13 de agosto de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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