Santiago Castro
Santiago Castro*
Hace tres meses apenas escribí sobre el tema de pensiones y me preguntaba para cuándo aparecería en la agenda de los candidatos. Bien dicen que hay que tener cuidado con lo que se pide porque de pronto se lo dan. Y preciso. Vino la propuesta de Gustavo Petro de apropiarse parcial y progresivamente de los recursos de los trabajadores administrados por los Fondos Privados de Pensiones (AFP). El botín era demasiado suculento…más de $350 billones. Pero, además, ya había precedente, toda vez que Cristina Fernández de Kirchner le había hecho la misma “jugadita” a los argentinos, con las consecuencias desastrosas de irresponsabilidad fiscal, déficit, estancamiento y pobreza.
Santiago Castro*
De nuevo la inflación vuelve a ser tema recurrente. Y eso que no tiene la relevancia política que tiene en países como Estados Unidos, donde varios analistas le atribuyen la baja popularidad del Presidente Biden a su rápido crecimiento reciente. Ya en 1980 fue factor decisivo en la derrota de Jimmy Carter frente a Ronald Reagan. Aquí en Colombia sigue siendo tema de economistas y de titulares especializados, más no de la discusión común de los hogares. Debería serlo.
Santiago Castro*
La rica Venezuela, la cuna de Bolívar, gestora de la independencia con sus fieros llaneros, la poseedora de las mayores reservas de petróleo, yace postrada. Se calcula una contracción del 86% de su economía hasta el primer trimestre del 2020, según el BID, desde su pico en 2013. Y si asumimos que el número del 2020, negativo por supuesto, fue de 30%, y el de este año otro negativo de 10% según Statistica, ya la contracción en este momento no es 86% sino de 90%, y frente a 2013 ya no es un séptimo de lo que era sino un décimo. ¡Un décimo! ¡En ocho años! ¿Qué puede desatar semejante descalabro en un país que no está en guerra? La verdad, la respuesta no es tan larga o compleja; fue una combinación de medidas intervencionistas del Estado como expropiaciones, restricciones comerciales, control de precios, control de cambios, politización de toda la actividad productiva, y una dosis inconmensurable de incompetencia crasa.