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Álvaro Ramírez G.   

Estuve buscando una palabra más castiza y menos vulgar para titular este artículo, y la verdad no la encontré.

Les pido excusas por ello.

La sede que le concedió a Barranquilla Panam Sports, miembro del Comité Olímpico Internacional, para efectuar los juegos Panamericanos en 2027, fue producto de un compromiso escrito del Estado Colombiano con esa prestigiosa Institución Deportiva.

Ese compromiso le impone al Gobierno Colombiano y al Distrito de Barranquilla, unas inversiones en Infraestructura deportiva y el pago de unos derechos a Panam Sports.

Las inversiones en Infraestructura que Barranquilla está desarrollando para esos juegos valen US $ 400 millones.

Pero esos juegos le generarán a esa bella Ciudad, $ 2.3 billones de pesos colombianos, además que toda esa maravillosa transformación que ha sufrido Barranquilla, bajo el mandato Char, sería vista por todo el mundo.

A pesar de la gran amistad del director de Panam Sports, Neven Ilic, con el exalcalde Pumarejo y con el actual Alcalde Char, la carta que le quita a Barranquilla estos derechos y esos juegos, no puede ser más clara y contundente.

La explicación que anoche dio el Alcalde Char, tampoco puede ser más clara.

“Si el tema es de dinero, Barranquilla puede girar ese dinero hoy mismo en su totalidad.”

“Pero no parece ser así, y habrá que hacer otro tipo de lobby”, puntualizó Char.

Más claro no canta un gallo.

Y el comunicado que sacó también anoche el Ministerio del Deporte, no puede ser más melifluo y baboso.

La explicación del no pago de esos derechos (US $ 8 millones) no puede ser más infantil e irresponsable frente a un compromiso internacional firmado con tanta anterioridad y con tantas obligaciones.

40 países confiaron en Barranquilla y hoy, por una torpe y sesgada actuación de Petro y del Mindeportes, todo se va al suelo.

Además de todas las sanciones deportivas que le vienen al país por este irresponsable incumplimiento.

Pero miren bien.

Lo de Barranquilla se parece mucho a lo que Petro le ha hecho a Antioquia, negándole los aportes para terminar todas sus autopistas 4G y 5G.

Y lo que le acaba de hacer a Antioquia quitándole su autonomía de autoridad minera.

Y lo que le acaba de hacer a Bucaramanga, recortándole sin explicación alguna sus aportes para Infraestructura.

Y lo que le acaba de hacer al nuevo Alcalde Mayor de Bogotá, negándole la ampliación del pie de fuerza de policía, para enfrentar esa brutal ola de inseguridad.

Más claro no canta un gallo.

Lo de Barranquilla es un cagadón porque tuvo consecuencias internacionales que ni Petro ni su despistada Mindeportes calcularon.

Pero los demás atropellos hacen parte de una cruzada de venganzas de Petro, contra las regiones que lo derrotaron electoralmente.

Lo dije en un artículo anterior.

Esos 24 meses efectivos de tiempo que le quedan a este desgobierno, será solo el manejo de la chequera y del presupuesto, el arma que le queda para atacar.

Pero perdió el Congreso, los Gremios de la Producción, los Sindicatos, los departamentos avasallados por la violencia y el respaldo popular que está por el suelo (impopularidad 70%)

También los medios le perdieron la credibilidad y el respeto.

Así como el apoyo del ELN, y las nuevas FARC, que se inventó su gobierno, que ya ni le temen, ni lo respetan.

Pero sin lugar a dudas, el nombre adecuado para lo que Petro hizo con Barranquilla y ante el mundo fue un tremendo cagadón.

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