En marzo de este año, en una columna en El Espectador, especulábamos: “El poder político de Santrich y Márquez es suficiente para obligar a los militares venezolanos a hacer el trabajo sucio que ellos no son capaces de hacer, es decir, sacar del juego a otras disidencias, como aquella encabezada por Ferley, que obviamente pretendía, en su nombre y en el de Gentil Duarte, disfrutar de las mieles del narcotráfico y la minería ilegal… Los narcoterroristas del Eln y la ‘Nueva Marquetalia’ trafican, Maduro y el Cartel de los Soles cobran las vacunas, y los soldados venezolanos ponen los muertos. Aun por encima de las órdenes de Márquez y Santrich, este columnista especula que se cumplió la regla de oro de la delincuencia: hay muchos más muertos durante el reparto del botín que durante el asalto. ¿Cuánto tiempo va a durar este arreglo? Asumo que hasta que a Pablito, del Eln, y al Paisa y Romaña, de la ‘Nueva Marquetalia’, se les olvide pagar a tiempo la vacuna o se agarren en un próximo reparto del botín”.
No es elegante autocitarse o pretender ser futurólogo, pero el tiempo nos ha dado la razón: hoy chupan gladiolos Santrich, el Paisa y Romaña. No creo, como lo afirman varios, que Márquez esté en Cuba, dado que son muchas más las desventajas que la presencia del terrorista en la isla le puede acarrear, que cualquier rédito propagandístico que puedan lograr. El sueño que Márquez llegó a albergar, oyendo las promesas espurias de Maduro y de Diosdado, de consolidarse como el jefe supremo de las Farc no dejó de ser el delirio de una noche de verano. Como bien lo señala José Manuel Acevedo en su columna “Márquez el cobarde”: “todo por la cobardía que lo ha definido a lo largo de su vida y porque detrás de esos que se dicen ideólogos de las guerrillas, casi siempre se esconden unos cobardes que mandan a otros a poner el pellejo mientras ellos lo coordinan todo detrás de bambalinas”. Indistintamente que haya disputas en el reparto del botín, o “cazadores de recompensas” en busca de frutos maduros para recoger, dudo mucho que haya aseguradoras en plan de expedirle pólizas de vida a Iván Márquez.
Apostilla. En estas semanas en que se estaban terminando de armar las listas para el Senado y la Cámara —y, por supuesto, diseñando la estrategia electoral a seguir—, el “Pacto Histórico” (después de una exhaustiva búsqueda entre sus seguidores más honestos, leales y capaces) escogió dos nombres que garantizan el compromiso firme e ineludible de esta coalición de acabar con la corrupción en Colombia: Roy Barreras y Armando Benedetti. ¡Barájeme ese trompo en la uña, amigo lector!
https://www.elespectador.com/, Bogotá, 19 de diciembre de 2021.